Capítulo 15°: Mariposas en fuga

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Suspiré al sentir los labios de Bal presionándose contra mi cuello... demonios, quería sentir esos mismos suaves labios contra los míos o eso es lo que recuerdo que pensé cuando se despidió de mí a las tres de la mañana, antes de irse a trabajar. Ahora mismo estaba jugando en la cama con Tigre, ese gato tenía una fijación por acostarse en mis pechos y amasar sus patitas sobre ellos, era un pequeño pervertido.

Si el reloj de mi teléfono no se equivocaba, mi enorme pervertido favorito llegaría en un par de horas, suspiré sin la menor intención de contenerme o reprenderme. Pensar que Bal era distinto era un eufemismo para comenzar a describirlo, él era todo tipo de fuera de serie, seguramente dios había destruido el molde con el que lo hicieron porque se dio cuenta que con mi osito se había acercado demasiado a la perfección.

¿Qué tan peligroso era eso? Porque, obviamente, no había nadie perfecto en este mundo, entonces era inevitable en que pensara en las imperfecciones de ese hombre gruñón que por dentro era un dulce bombón.

¿Sus gruñidos y mala actitud? No del todo, puede que a los demás les molestara pero, al fin y al cabo, eso fue lo que me atrajo de él ¿Su problema con los prejuicios? Todos los tenemos, además, entre sábado y domingo me había tratado como si fuese una reina y en ningún momento se quiso pasar de listo, aunque le lancé varias indirectas para que lo hiciera... eso me hacía pensar en que quizás no me deseaba tanto como yo a él pero en cuando manifestaba mis inseguridades, el lado poco caballeroso de Bal, se encargaba de demostrarme que tan equivocada estaba. Me deseaba y mucho ¿La ex? Era la peor de las imperfecciones, lo que representaba en la vida de Bal y lo que él pudiera seguir sintiendo por ella... pero eso no tenía que importarme, yo estaba aquí para meterme en su cabeza y hacer una excavación profunda, alojando diversión, emoción y todo lo que pudiera aportarle con mi presencia y de paso sacar a la bruja... no podía tocar su corazón, aunque me confundiera en el camino y terminara queriendo precisamente eso.

"... necesito que me ayudes a entender lo que me haces sentir". Cerré los ojos, prácticamente oyendo al osito pronunciar cada palabra.

Había una parte de mí, segura de lo que quería hacerle sentir, era un parte que me desagradaba y trataba de reprimir con todas mis fuerzas, la naturaleza de las mujeres de mi familia, esa que ansiaba con todas sus fuerzas lograr amar y ser amada de la manera más intensa. Esa había sido la condena de mi madre y mi abuela pero no sería la mía...

Si tan solo hubiese sabido antes lo fácil que podría ser amar a alguien como Bal.

"Solo... no me hagas quererte demasiado". Esta vez fue su advertencia la que resonó en mis oídos.

¿Y qué sucedía conmigo, osito? ¿Cómo puedo detenerme de quererte cuando me miras con esos ojos tormentosos y me haces sentir como la mujer más importante del mundo... de tu mundo?

Había algo en mi pecho, algo molesto que estaba estrujando mi corazón cada vez que pensaba en la amabilidad de mi vecino, los besos de mi vecino, sus manos, su cuerpo, sus ojos, sus gruñidos, sus sonrisas, en todo él y era algo en lo que pensaba cada vez con más frecuencia... y eso me ponía tan insegura.

Maldito fuera pero, aún más, maldita fuera yo por no haber mantenido la distancia entre nosotros luego de esa noche de borrachera. Esa condenada noche es la culpable de todo, siempre supe que el osito era peligroso, no debí permitir que algo como eso ocurriera, no sé qué me poseyó para hacerlo, para dar ese paso que nunca me había animado a dar con nadie más, pero sí sabía una sola cosa, que fue en ese preciso instante en que comencé a caer por mi vecino... no tenía idea hacia donde estaba cayendo pero sabía que lo hacía, lo sentía, y no había fuerza en el mundo capaz de detenerme de seguir haciéndolo.

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