Capítulo 39°: ¿Será que hay algo más?

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— ¿Cuántos dedos vez? —le pregunté a Bal sin siquiera hacer la tontera de poner una mano frente a sus ojos vendados.

—Ninguno, niña, estoy malditamente ciego —gruñó mientras yo me reía de mi pobre osito.

—Cariño, te recuerdo que esto fue idea tuya.

—No, fue idea del idiota de Boris... lo que me haría incluso más idiota, por seguirle el juego —suspiró con cansancio, volviendo a hacerme reír.

— ¿Es solo mi idea o escuchó como mi tío se está acobardando? —preguntó el igualmente vendado Boris.

—Ahora tenemos que decidir que pregunta les vamos a hacer —Roma me dio un suave codazo, buscando llamar mi atención—. Había pensado en los meses que llevaban con sus respectivas parejas pero no creo que ustedes lleven mucho.

—Nop —me encogí de hombros—. ¿Qué tal la edad a la que perdieron la virginidad? Me imagino que será un número, más o menos, parejo entre ellos —en realidad tenía curiosidad por saber a qué edad Bal había tenido a su primera chica, no así con la cantidad, estaba segura de que habían sido un montón pero no quería saber el número exacto.

—Me encanta —la pelirroja saltó emocionada—. ¿Cuántos vasos tendré que poner, amor? —Le preguntó a su novio—. ¿A qué edad disfrutaste de tu primera vagina?

—Que vulgar eres, princesa —contestó riendo—. Ponme catorce vasos.

—Promiscuo —dijo ella, comenzando a colocar los vasos en la mesa frente a él y servirlos con distintos tipos de licor.

—Ya sabes que contestar, osito —susurré para él, tocando su duro antebrazo, agradeciendo su brillantez al haberse subido las mangas.

—Pon dieciséis vasos y prepárate, porque luego vendrá mi revancha y seré yo quien haga las preguntas —gruñó, aun molesto y viéndose increíblemente sexy así.

Me puse un poco nerviosa por la posibilidad de que él me preguntara lo mismo, no era como si tuviera que contestar la edad exacta a la que me acosté con el primer hombre, podía simplemente decirle a qué edad se rompió mi himen, aunque obvio, no le diría que fue con mi consolador y guiado por mis propias manos.

Comencé a servir sus vasos, usando un patrón de tres por tres, aunque uno de los grupos tuvo que ser un cuatro para que calzara.

— ¿Lista? —me preguntó Roma. Asentí hacia ella, cogiendo el primer shot en mi mano—. ¡Ya! —gritó.

Le di de beber a Bal hasta que no quedó ni una gota en su primer vaso, luego el siguiente y el siguiente a ese hasta que se bebió completamente los dieciséis cortitos sin siquiera hacer una mueca, él mantenía su expresión de hombre de hielo tan intachable como siempre... pero una pequeña sonrisa tiró de la comisura de sus labios cuando llevábamos la mitad del camino, sonrisa que se amplió en los últimos tragos.

Ambos Rodríguez terminaron prácticamente al mismo tiempo, Boro un poco antes.

Le quité la venda de los ojos a mi osito y nada me preparó para la mirada caliente en sus ojos ni la manera en la que luego me cogió de la cintura y levantó hasta que solo las puntas de mis sandalias de tacón tocaron el piso, me tenía apretadamente contra su musculoso cuerpo y eso no me molestaba en absoluto, es más, ni siquiera tuve la decencia de ponerme nerviosa pese a estar rodeada de familiares en la fiesta del matrimonio de mi tía. Nop, por mí que todos se chingaran, solo quería disfrutar de la tormenta tropical en los ojos de mi oso terrorista.

—Vodka, tequila, whiskey... ¿Bourbon, mariposita?

Asentí a su pregunta con una enorme sonrisa, lo estaba adivinando todo y en el orden correcto.

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