Acababa de terminar con la clase de defensa personal, hice tronar mis dedos. Ah, ahora sí venía la verdadera diversión, me sentía un poco cansado de enseñarle a niñitas cursis como evitar que sus novios abusivos se pasaran, o intentar bloquear alguna tentativa de violación, de nada les serviría lo que les estaba enseñando si no tenían el temple, si ponían un arma en sus cabezas, o si las noqueaban antes de que se dieran cuenta de lo que realmente sucedía a su alrededor.
Tenía que admitirlo, era bueno golpeando, pero pésimo tratando de enseñar como golpear, mejor dicho, como defenderse de inminentes atacantes. Montse era un genio para eso, no esperaba la hora en que pudiera volver para al fin dejar de reemplazarla y simplemente dedicarme a lo mío, pero eso aún se veía lejano, la chica iba a ser mamá, posiblemente estuviese fuera un año, sino más.
Me sentía feliz por ella... aunque terriblemente infeliz por mí, aunque eso era pan de cada día, nada tenía que ver con la situación de mi exvecina en particular, sino con que todos los que me rodeaban estuviesen formando sus familias perfectas llenas de amor y mamadas cursis.
Golpear niños estúpidos y con aires de grandeza era lo único que me hacía probar un regusto de lo que alguna vez fue la felicidad, aunque no sé si esa sea la palabra correcta para definir lo que ese pequeño desahogo me provocaba... ¿Calma? Tal vez, pero no del todo.
Así que imaginen lo que sentí cuando llegué al salón y solo vi a los vejestorios que venían a golpear punching-balls y, de vez en vez, armar peleas realmente buenas en el cuadrilátero, donde solo me metía si había tenido serios problemas que necesitaran tamaño desahogo, de otra forma, meterse con ellos era un tanto suicida.
Me acerqué a Ariel Solís, el amigo de Teo, que se encontraba dejando sus piernas marcadas de las duras patadas que le daba a ese punching-ball.
— ¿Sabes dónde se metieron los mocosos a los que enseño? —le pregunté.
El tipo paró de patear y se secó el sudor con el dorso de la mano.
—Dijeron algo sobre la profe nueva, hoy es su primer día, creo que es la bailarina del mes —comentó.
¿La bailarina del mes? Si no me equivocaba, ese era el apodo que usualmente se les daba a las compañeras de Ángel. Colombia tendría que dejar de sumergirse entre los muslos de sus bailarinas si quería que le duraran, por lo menos, el tiempo que duraba su maldito curso de ritmo latino. No tenía idea de que ya hubiesen puesto un reemplazo, ni siquiera sabía que la pequeña morenita —creo que se llamaba Camila— había renunciado.
Suspiré y me dispuse a ir a buscar a los estúpidos y cachondos adolescentes a los que tenía que golpear.
—Oye —me llamó Ariel antes de marcharme—. ¿Crees que sea una buena idea que traiga a Mateo aquí? Nina dice que porque Montse y sus hermanas empezaron a practicar defensa personal desde, más o menos, su edad; se disciplinaron en el deporte, yo le digo que puedo llevarlo a que practique fútbol como los niños normales, pero a ella no le gusta ¿Puedes creer que dice que es demasiado violento?
Pellizqué el puente de mi nariz, harto de escuchar como todo el mundo últimamente discutía sobre bebés y sus felices vidas en parejas.
—No tenemos defensa personal para niños, creo que karate podría ser una buena opción. En lo personal, las artes marciales me parecen un deporte bastante más útil que el resto, lo digo por experiencia personal, he dejado llorando tanto a futbolistas como a tenistas y un montón de hijitos de papá más con solo una patada en el culo.
—Bien, karate suena como algo... didáctico. Gracias, Bal.
Iba cuestionando mi propio consejo mientras avanzaba por los pasillos del gimnasio, pasando sala por sala con sus paredes y puertas de vidrio —por lo que se podía apreciar toda actividad que dentro de cada uno de ellos se estuviese realizando en este instante—, sí, karate para un niño de cuatro-cinco años era un buen deporte, mientras más jóvenes comenzaran mejor sería para ellos. Recuerdo que había aprendido a golpear antes de caminar y mi padre fue capaz de verle el potencial a eso.
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ALQUILER DE CORAZONES
ChickLitSofi es hermosa, fácil y boba, todo lo que un hombre podría desear... O ese es el producto que vende en su página "Alquiler de Corazones", destinada a ayudar a todo quien necesite a una muñeca Barbie para aparentar. Pero cuando conoce a su nuevo vec...