Iba bajando las escaleras del edificio y revisando las entradas de mi blog en el móvil, acción que no deberían imitar en casa porque solo los tontos lo hacen y, sí, admito que soy un poco tonta pero... estaba respondiendo ese buzón de mensajes acumulados con negativas.
Esto era muy importante, les estaba informando a los chicos del alquiler que pensaba cerrar mi blog en vista de que mi último y más grande trabajo había logrado capturarme completamente, a muchos de ellos los consideraba amigos y agradecí su comprensión y apoyo, los demás deberían ir entendiendo a medida que pasé el tiempo.
No iba a cerrarlo todavía, esperaría a estar con Bal en su departamento, diciéndole que con estos dos días —luego de haber llegado del matrimonio— había sido tiempo suficiente, ya no tenía nada más que pensar, quería intentarlo, aunque me aterrara, yo quería tener algo serio con él. Pensar en el futuro, proyectarnos juntos... si a él le parecía bien todavía, tal vez podría ver si su jefe aun necesitaba una administradora; quería ayudarlo a conseguir sus sueños y estaba segura de que mi osito me ayudaría con los míos.
Pelearíamos, nos reconciliaríamos y podríamos llevar estos sentimientos tan cálidos y extraños a un punto muy parecido al amor. Con Bal sabía que lo imposible era posible, todo lo que me había negado tener podía conseguirlo con él, estaba confiando en eso porque me daba la seguridad para hacerlo.
Tal vez estaba teniendo demasiadas expectativas pero esta era la primera vez que estaba tan segura de algo que me daba tanto miedo a la vez, sentía que si no lo hacía ahora no lo haría nunca y me había costado más de cuarenta y ocho horas en recolectar el valor y las razones por las que debería decirle que sí a la propuesta de Bal.
Sabía que él me saldría con uno de sus cuentos de hombre maduro, diciendo que no había necesidad de apresurarse ni nada, el problema estaba en que si no me apresuraba en decir que sí iba a acobardarme y no habría fuerza en el universo que me diera todo el valor que tenía ahora, por lo que inevitablemente Bal terminaría dejándome y eso sí que no, esas nalgas espectaculares tenías que ser solo mías. Estaba sopesando con mucha seriedad la posibilidad de marcarlo con un hierro caliente como al ganado, de seguro no le molestaría... tanto.
Llegando al rellano del primer piso me encontré con la señora Carmen y, qué suerte, no me había matado en el camino escaleras abajo. Mi simpática vecina con una nota de brujería en la sangre se veía extrañamente distraída, la había visto hacer el papel de mujer loca algunas veces pero esto era completamente diferente.
— ¿Está bien, vecina? —me acerqué a ella, sosteniéndola del brazo cuando se tambaleó hacia su puerta.
—No... —respondió en un hilo de voz— el tiempo se acabó —siguió murmurando—. No lo hagas, Sofí... no te apresures...
— ¿De qué está hablando? —un miedo helado comenzó a mellar mi determinación—. ¿Sabe que voy a decirle que sí a Bal? ¿Es en eso que no debo apresurarme?
— ¿Le dirás que sí? —por un momento pareció volver en sí, incluso sonrió—. ¿Vas a aceptar ser su novia finalmente? Chica, sabía que no ibas a decepcionarme.
—Si no se refería a eso, entonces ¿a qué?
—Nunca huyas, Sofí, no de tus sentimientos, porque ellos van a perseguirte aunque estés en el fin del mundo —suspiró, recuperando un poco de color... pero viéndose más mayor de lo que me había percatado nunca, era como si hubiese envejecido diez años en solo unos días—. Ahora ve con él, cariño, deja que esta vieja descanse... que es todo lo que necesita.
Dejé que se fuera pero seguía estando muy preocupada por ella ¿Qué le estaba pasando? ¿Se habría enfermado? No tenía como saberlo si no me decía nada y así tampoco podía ayudarla.
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ALQUILER DE CORAZONES
ChickLitSofi es hermosa, fácil y boba, todo lo que un hombre podría desear... O ese es el producto que vende en su página "Alquiler de Corazones", destinada a ayudar a todo quien necesite a una muñeca Barbie para aparentar. Pero cuando conoce a su nuevo vec...