Capítulo 22°: De fortuna y destino

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Apagué el horno y fui a sentarme al sofá de la sala, comencé a molestar el sueño de Tigre mientras Sofí seguía jugando con sus cartas en la mesita de café, parecía bastante concentrada.

—Deja al gato tranquilo —me reprendió sin siquiera mirarme.

Pequeña diabla, nadie me sacaba de la cabeza que había hecho un pacto con la señora Carmen del primer piso para obtener sus oscuras habilidades... o quizás realmente se trataba de su sangre gitana.

Comenzó a anotar otra cosa en el ese cuaderno que tenía junto a ella, ya había completado, por lo menos, unas seis páginas o eso era lo que podía contar del tiempo en que la había estado observando.

— ¿Sobre quién estás escribiendo ahora? —pregunté, aun no creía en lo que hacía pero, no iba a mentir, me llenaba de curiosidad.

—La señora Carmen, parece que está teniendo problemas con una tarea bastante importante, hay muchos obstáculos que impiden que pueda encontrar el camino que busca.

—Eso no tiene mucho sentido —fruncí el ceño.

—Para mí tampoco pero de seguro que lo tiene para ella.

— ¿Viste algo sobre Montse y su bebé? Como el sexo o algo así, podría darme algo de ventaja sobre las apuestas.

— ¿Están haciendo apuestas sobre eso? —rio, que bueno que no estaba regañándome, yo lo había encontrado un poco insensible cuando Boris lo propuso.

—Ideas de mi sobrino —me encogí de hombros.

—Ese idiota —ella rodó los ojos y ahí estuvo de nuevo, esa punzada de celos que me había estado esforzando por ignorar desde hace semanas—. Puedes apostar por que va a ser niño... —torció su boquita en un gesto de inseguridad—, aunque vi a dos príncipes en la fortuna de mi tía, dos oros... tal vez deban doblar las apuestas.

— ¿Dices que no es solo un bebé? — ¿Podía ver todo eso en sus cartas?

—Posiblemente solo estoy interpretando mal, quizás sea otra cosa...

—Me arriesgaré —me encogí de hombros, esto haría la apuesta de Boris mucho más interesante—. ¿Viste algo sobre mí?

—Eso fue lo primero que vi —murmuró, sus mejillas adquirían un ligero tono de rosado. Sonreí—. Con respecto a lo de adherir una pastelería al negocio de Don Bruno, las cosas les resultaran bastante bien, como todo negocio de este tipo, va a costarles en un principio, tendrán que invertir no solo una gran suma de dinero, sino también tiempo y energía pero, si perseveran con la idea, obtendrán un gran provecho.

—Ya estoy resintiendo lo del tiempo y la energía —froté mi cuello adolorido— y de seguro de Don Bruno se encarga de lo del dinero, está incluyendo toda una cocina nueva para que pueda trabajar ahí, equipándola por completo para que sea de uso exclusivo de la parte de pastelería.

—También vi que había dos mujeres en tu vida —miró hacia sus cartas, sabía que no las estaba viendo realmente, que solo estaba tratando de esquivar mis ojos—. Una en tu corazón y otra en tu camino.

— ¿Qué quiere decir eso?

—No lo sé —me miró, esperando y temiendo algo de mí, podía saberlo solo por la manera expresiva en que me miraba.

—La mujer en mi corazón puede ser mi madre —mentí—, es a la única que he querido tanto como para hacer un pequeño espacio para ella ahí.

— ¿Y la que está en tu camino?

—Tal vez seas tú.

—Me pareció como si estuviera bloqueando tu paso, como si no quisiera que llegaras a alguna parte —volvió a mirar sus cartas.

ALQUILER DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora