ALQUILER DE CORAZONES

Especial: Ajuste de cuentas

Los Novios.

¡Dios! había sido todo un reto el huir del escenario, O'Malley no había querido dejarme ir habiendo conseguido poner sus patas de gato sobre mí, en la batalla había terminado perdiendo mi hermosa peluca color rosa chicle pero, gracias a dios, aún conservaba el velo de novia y la tiara.

Salí huyendo del camarín de bailarina con el resto de las chicas, todas sabían que no estaríamos a salvo hasta llegar al taxi más cercano, ni tiempo para desmaquillarse ni cambiarse ropa había pero, para ser sinceras, dudo que alguna hubiese querido hacerlo de todas formas. La idea era seguir con el espectáculo en privado.

Mientras me sujetaba la gabardina, anudando el cinturón por encima de mi ligeramente abultado vientre de tres meses, mis pensamientos volvieron a Sofí. Sobrina descuidada, chasqueé la lengua, realmente estaba rezando para que la stripper que se lo había montado con Bal en los sillones no hubiese sido ella, aunque un súper sexto sentido materno que había estado desarrollando últimamente me decía que no confiara en eso.

La dulce e inocente Sofí no había estado guardándose para su príncipe azul, estaba huyendo de él, y Bal era todo menos un príncipe, peor aún, era un Rodríguez y si podían existir hombres más intensos en este mundo que mi gatito, esos eran ellos.

Todos sabían que era lo que pasaba cuando un Rodríguez se enamoraba, lo hacía para toda la vida, según lo que tenía entendido, Bal ya había entregado su corazón hace mucho, era un hombre bueno, pero mi sobrina se merecía mucho más que las sobras dejadas por otra mujer.

¡Agh, demonios! No iba a pensar en eso, no cuando se suponía que corriese por mi vida... o por mi virtud — ¿Qué virtud, señorita embarazada? Oh, cállate, conciencia—, tenía que confiar en que Sofí sabía exactamente en qué era lo que se estaba metiendo, ella había dicho que conocía la historia de Bal. Me encogí de hombros. Bien, si sabía entonces también debía entender lo poco sustentable que era esa relación, es más, entendía porque no quería que nos enteráramos y seguir con su tonteo en el anonimato.

Podría ponerme mi túnica del Ku Klux Klan y comenzar a encender las hogueras para la futura crucifixión del orgullo de Sofí, ella es de esas chicas que cree que su palabra es ley y castigo, si se desvía de su camino amarillo comienza a autoflagelarse —psicológicamente— pero parece que aún no ha comenzado a sentir demasiado el estar con un hombre aun casado, es deber de las tías —o "hadas madrinas" como me gusta autodenominarnos— hacerla aterrizar en la tierra y darle unos buenos zamarreos para que se dé cuenta que en la vida no todo es blanco o negro. Si teníamos que ser duras con ella, lo seriamos, no está bien señalar a los demás cuando tú haces algo igual o peor con tu propia vida.

Salí del club y camine un par de calles en busca de mi taxi, no era tan tonta como para quedarme en frente del local de strippers a esperar que mi pronto-a-ser-marido saliera y me cargara en sus fuertes brazos hacía la cueva en donde me amarraría, zurraría y follaría hasta que le pidiera piedad.

Solté un suspiro lastimero, meterme en la vida de mis hermanas y mi sobrina era casi la única entretención que me quedaba —ah, y quemarme las pestañas leyendo libros de Kresley Cole en mi tableta—, mis pequeños gatitos habían cambiado un poco las cosa, había esperado uno... en lugar de eso ahora nos habíamos enterado de que eran dos los que venían en camino.

Los embarazos múltiples eran un poco más delicados que los demás y en mi condición —pese a que estaba mejor que bien, bueno, exceptuando la parte de la nauseas, que ya habían empezado a pasar, y el cansancio excesivo—, por esa tontera del corazón, gatito estaba tan sobreprotector que estaba a punto de huir del país y no volver hasta que mis bebés ya hubiesen nacido... el lado negativo era que no sería capaz de vivir sin sus polvos devastadores por más de una semana, mucho menos los meses que faltan para el nacimiento.