Pendientes

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-Estoy segura de que el jefe comprende como te sientes, él te ama- Ra Nia jugaba con sus palillos entre el arroz mientras decía aquellas palabras, cuando por fin nuestros almuerzos habían llegado.

-Es un hombre increíble- Dije en un suspiro.

-Y ustedes hacen una hermosa pareja- Completó con una sonrisa.

Luego de nuestro almuerzo, aún quedaban minutos aprovechables que utilizamos para beber una taza de café mientras esperábamos por si Baek aparecía. Yacíamos ahí, sentadas frente a frente conversando y disfrutando de nuestras bebidas que con el frío del exterior eran adecuadas.

-El licenciado dice que en unos minutos viene en camino- Dijo Ra Nia, mientras sostenía el celular- Y no te asombres si me lo dijo a mi, está demasiado acostumbrado a llamar a su asistente- Rió.

-Eso lo sé, descuida. No puedo esperar a conversar con él para que me cuente como estuvo la entrevista- Correspondí, mientras en mis pensamientos más absurdos ya pensaba en que quizá sería ideal que Baek prefiriera a Ra Nia y fuera feliz con ella. Si, mi interior estaba demasiado jodido.

-Yo también deseo que llegue pronto, quizá cuando se siente a tu lado el mesero que desde que entramos no ha dejado de observarte por fin se vaya- Ra Nia miró hacia delante con cierta incomodidad. A mi me quedaba de espaldas, entonces ni siquiera había notado a tal mesero.

-Voltea discretamente; no se ve muy mayor, quizá tiene la edad de Baek... Finge que buscas a alguien o algo así.

Fue entonces que volteé como Ra Nia me indicó, y entendí que hubiera sido mejor no cruzar miradas con esa persona.
Pero, espera un momento... ¿Korbin, mi ex profesor de la universidad de verdad estaba vestido como un empleado de la cafetería? ¿Qué hacía ahí? No pude evitar que el asombro y cierto miedo se vieran reflejados en mi mirada.

-¿Lo conoces? ¿Estás bien? De pronto te veo muy pálida, Helena- Ra Nia me observaba con preocupación.

-Le... Le diré a Baek que nos veamos en otro lugar, debemos irnos, Ra Nia.

Tarde. Porque cuando estaba por levantarme para emprender mi huida triunfal, Korbin ya estaba frente a nuestra mesa.
Aquella vestimenta formal se había ido, igual que su espesa cabellera que siempre iba peinada hacia un lado. Llevaba la cabeza rapada y el uniforme color azul de la cafetería.

-Helena Greci, es toda una sorpresa encontrarle aquí- Saludó, y Ra Nia ya se encontraba examinándole con la mirada.

-Korbin- Me limité a decir.

-Creo que es mejor que me retire. ¿Quieres que le avise a Baek algo?- Interrumpió mi castaña amiga, a punto de levantarse de su silla.

-No, Ra Nia- Le sujeté de la muñeca para impedir que se marchara. Aunque no tenía más miedo de Korbin, por ningún motivo hubiese querido estar a solas con él de vuelta.

Ra Nia se volvió a sentar y como si fuera lo más normal del mundo, Korbin se sentó a su lado.

-Helena, aprovechando que por alguna razón nos volvimos a encontrar, creo que es momento de hablar algunas cosas con usted- Korbin incluso hablaba distinto, aquel tono de soberbia que escuché esa vez que quiso que me expulsaran de la universidad se había ido.

¡Te odio! »Suga, temporada 2«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora