Licenciada

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Por las noches tengo un sueño que trata de persuadirme; aquel sueño teme por mi, teme por perderte.

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-¿Licenciada Greci? El señor Michaels quiere hablar con usted?-

-Hazlo pasar-.

La secretaria me hablaba con cierto nerviosismo. A decir verdad, sentía que esa mujer tenía algo de miedo hacia mi persona.

Tom Michaels era un hombre de 35 años procedente de Estados Unidos. ¿Su trabajo? Fungía como contador en el banco estatal de Seúl, mismo donde yo laboraba como encargada de asuntos internacionales. Un trabajo no muy fácil, excepto cuando uno que otro empleado extranjero sentía cierta confianza hacia mi por llegar de otro país. Qué gran error cometían.

-Licenciada Greci, deseaba hablar con usted desde hace un tiempo- Dijo aquel hombre de piel blanca y un poco de sobrepeso mientras se sentaba en la silla frente a mi escritorio

-¿Qué necesita, Michaels?-

-Siento un poco de pena, pero estoy aquí para solicitar un aumento a mi salario-

-Eso se arregla en recursos humanos, por ahora si me disculpa tengo mucho trabajo por hacer- Desvíe la mirada para poner atención en mi computador. Tenía que arreglar una reunión con empresarios de Rusia y no podía fallar en ningún detalle.

-Pero licenciada, creo que usted podría comprender mi situación. Ambos somos de otro país y sabemos lo dura que puede ser la vida en el extranjero- Michaels cometió el error de intentar hacerme sentir compasión

-Muy bien, Michaels- Retiré mis cuadradas gafas para limpiarlas un poco, luego volvieron frente a mis ojos- Según su expediente, usted lleva 3 retardos en lo que va del mes. ¿Cómo podría discutir un aumento si su trabajo no es eficiente? Y lo peor es que apenas llevamos 15 días de este mes-

-Usted sabe que es difícil acostumbrarse a los horarios de otro país- Insistió

-¿Y cómo es posible para usted asistir a reuniones con sus compañeros de trabajo pero no llega a tiempo? Michaels, le puedo asegurar que en los 3 años que llevo en Corea jamás he cometido un retardo, ni siquiera en la universidad. Por ahora, si usted no se encuentra cómodo le puedo conseguir un empleo en su país; claro está que sería con una paga más baja. ¿Qué dice? ¿Debería ser yo quien hable personalmente con el jefe sobre su estadía en el banco?- Miré al hombre 15 años mayor que yo con un gesto desafiante.

Tom Michaels dejó de verme a los ojos. Sabía que quizá estaba maldiciendo a mi persona mentalmente; no me importaba.

-No, licenciada, eso no será necesario. Por favor no hable con el jefe, le prometo que mis retardos van a cesar. Muchas gracias por su tiempo, buen día-

Se retiró después de esas palabras. Otro de aquellos empleados que se creían con privilegios por llegar de otro país.

Volví a mis asuntos donde investigaba a esa distribuidora rusa que estaba en planes de invertir en Corea; lo que significaba que el banco tendría un papel importante si yo me esforzaba.
Fue 5 minutos después que una alegre y estruendosa voz me sacaba de mis labores. Amber Williams, mi mejor amiga y desde hacía ya 6 meses; mi asistente personal.

-¿Cómo es que una enana de 1.60 de estatura puede hacer que un hombre de 35 años que mide 1.85 salga temblando de esta oficina?- Cuestionó la ojiazul.

-¿Puedes creer que quería un aumento por hacer nada? Cada tercer día llega tarde, es estúpido pedir algo sin merecerlo- Bufé, recargando mi cabeza en mi silla a modo de descanso

-De igual forma, no estás de buen humor hoy. Sé muy bien que día es, hoy es un año- Amber se sentó en la orilla de mi escritorio quedando cerca de mi

-Bien lo dijiste. Hoy es exactamente un año de todo el jodido dolor que no me deja dormir en las malditas noches-

-Vamos, Helena. Eres mi mejor amiga y estoy harta de verte así... Es hora de volver a mostrar tu hermosa sonrisa-

-No es nada fácil, sobre todo porque justo ahora tengo que organizar la reunión con los rusos; sabes que si sale bien será el contrato de mi vida-

-Tan sólo por hoy deberías dejar de pensar en trabajo saliendo de aquí. ¿Qué te parece si voy a tu departamento y hacemos aquellas noches de pizza y películas que no miramos?- La rubia se mostró animada

-Ya no estamos en la universidad, amiga. Tengo que ver todos los pendientes, me sirve para dejar de pensar en "el tema"-

-De igual iré a tu departamento, no tengo mucho que hacer y ya que mis padres están lejos solo me quedas tú. Así que prepárate para tenerme molestando ahí, aunque no me quieras-

-Pero tu pagas la pizza- Rematé con una débil sonrisa, a la que Amber reaccionó con gusto.

Esa era mi vida. Me había vuelto una persona fría, manipuladora y que sólo podía pensar en el trabajo y en hacer todo para avanzar. Muchos empleados en el banco me odiaban, poco me importaba. Mi día a día estaba cargado de trabajo y nada de tiempo a mi persona; necesitaba mantener mi mente ocupada a como diera lugar.
Y, ¿Min Yoon Gi? Nuestra relación había terminado. Su carrera como músico lo había orillado a romper todas esas promesas que nos hicimos en Italia. Fue de ahí que llevaba ya un año de depresión; junto con aquel dolor que jamás me permitía dormir o existir sin recortarlo en cada momento de mi vida.
Y esa era yo, la Helena Greci fría y sin sentimientos a la que todos en mi empleo temían; me volví exactamente el tipo de persona que odiaba.

¡Te odio! »Suga, temporada 2«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora