Coincidencia

10.2K 953 122
                                    

Corrector y maquillaje sobre las profundas ojeras.
Un poco de brillo en mis párpados harán que la cara de insomnio sea menos notoria.
A fin de cuentas para eso se hizo el maquillaje, ¿No? Para demostrar que somos otra persona ante el resto del mundo.

La semana comenzaba de forma normal, después de terminar la mudanza era tiempo de acoplarme a mi nuevo hogar.
Descubrí que el complejo de departamentos era bastante exclusivo, y mi lugar para vivir era sencillamente espléndido.
Luego de un año de vivir bastante apretada en aquel sitio de renta donde dos mujeres debíamos ajustarnos al poco espacio, por fin teníamos nuestra habitación personal cada una.
Además de eso había una gran cocina, una amplia sala y todo estaba previamente amueblado.
No era algo que me incomodara, pero aún así mi interior se derrumbaba; era como tener todo y nada a la vez.
Incluso los rumores en mi empleo comenzaban a molestarme. Desde que mis ojos vieron esa desagradable noticia sobre mi ahora ex novio y la perra de la universidad juntos, me encontraba tan frágil que aún esas cosas a las que prestaba nula importancia de pronto comenzaban a tenerla.

Y como siempre, cuando llegué hacia mi oficina yacía ahí ese ramo de flores que acostumbraba a aparecer cada lunes. Lo retiré para que dejara de estorbar en el teclado del computador, y observé como de este caía una pequeña nota.

"Señorita Greci, su sonrisa es hermosa. Por favor, nunca deje de sonreír. Le deseo un buen día."

Esas simples palabras quedaban impresas en el cuadro de papel blanco. No tenía firma o remitente, tan sólo ese mensaje.

«Incluso podría ser Amber... No. Yo lo notaría» Pensé, mientras colocaba la nota de vuelta a su sitio.

Había enviado a mi mejor amiga a reunirse con algunos socios para recoger documentos que me eran necesarios en mi trabajo, entonces me tocaba estar toda la mañana en soledad.
Y ahí estaba, revisando sobre la inversión de los rusos en el computador cuando la hora del almuerzo había llegado; justo como en la universidad antes de tener al pálido en mi vida, si no estaba Amber me tocaba almorzar sola.

Tomé la pequeña laptop que usaba cuando no estaba en la oficina, y me dirigí a una cafetería cercana donde los empleados acudíamos con regularidad a comer.

Cerré la puerta de la oficina para acudir a mi destino cuando una voz me sacaba de mis pensamientos.

Licenciada Helena! ¿Se dirige a almorzar?- Seung Baek, mi jefe

-Así es, jefe- me reverencié

-Yo también me dirigía hacia allá. ¿Qué le parece si me acompaña?-

Asentí con una débil sonrisa y ambos salimos del banco para caminar unos cuantos metros hasta llegar a la cafetería.

-¿Cómo se encuentra hoy?- Preguntó Seung, mientras esperábamos por nuestras órdenes

-Por ahora estoy muy tranquila, adelanté el trabajo y las cosas van con calma. ¿Qué hay de usted, jefe?-

Seung me comenzó a contar un montón de cosas que no estaba segura de querer escuchar pero aún así debía poner atención con una sonrisa por mera cortesía. Afortunadamente nuestro almuerzo llegó pronto y tan sólo 40 minutos después pudimos regresar a la oficina, a donde íbamos de regreso hasta que mi jefe se frenó en seco.

-¡Olvidé el portafolios en el restaurante!- Exclamó con preocupación- Tengo que regresar al lugar, nos vemos en un momento-.

Se despidió y aceleró su paso de vuelta por el portafolios.

No fue nada agradable regresar, pude sentir las miradas sobre mi; y al subir hacia mi oficina, para hacer las cosas peores me encontré con Ra Nia, quien llegaba de su descanso también.

¡Te odio! »Suga, temporada 2«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora