Dolor

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Estoy bien.
Mírame por última vez.
Sonríe como si nada fuese malo,
Así cuando te extrañe podré recordarte.
Así puedo dibujar tu rostro en mi mente.

-Eyes, nose, lips (눈 코 입)

×××

Sucedió en aquel frío día en las calles de Osaka, Japón.
El mes de enero dejaba caer una nevada que cubría de blanco todo lo que yacía a su alrededor. La nieve, el cansancio que me generaba aprender cada cosa para concretar un importante contrato con esa empresa japonesa; nada de eso importaba ya que estaba a minutos de ver a mi amado novio después de un par de meses de ausencia.
Coincidimos en Japón cuando BTS estaba a punto de grabar su primer álbum en el idioma de aquel país; estaba simplemente extasiada de por fin poder besar aquellos labios que tanto extrañaba.
Hacía ya meses que en Florencia nos habíamos prometido que nuestro amor duraría hasta el fin de los tiempos; aún podía recordar sus palabras y sentir ese palpitar en mi corazón:

"¿Sabes cuando podría dejar de estar sin ti? Cuando la última flor deje de brillar, cuando el cielo deje de mostrar ese radiante sol. Y estoy seguro de que aún así, sería difícil separarnos. Te amo, Helena Greci".

Tenía un montón de planes para su cumpleaños, yo viajaría hasta donde estuviera para aquella fiesta sorpresa que había estado planeando con ayuda de Seok Jin; le diría cuanto le amaba y le haría ver que la distancia no era ningún impedimento para amarnos.
Pero fueron planes que nunca se concretaron, una fiesta que no se llevó a cabo y un viaje que se quedó como un recuerdo vacío de lo que pudo haber sido.

Aún con la nieve cayendo a más no poder, pude reconocer su silueta bajo la noche en esa plaza de Osaka. Recuerdo sus jeans negros, las botas hasta los tobillos y el abrigo negro en su totalidad que cubría su delgado cuerpo; incluso recordaba la bufanda blanca que abrigaba su largo cuello.
Cuando lo vi mi corazón se detuvo. Corrí a abrazarlo como nunca en la vida había abrazado a alguien; le recordé lo mucho que le amaba y cuanto le extrañé.
Mis mejillas se llenaron de lágrimas de felicidad que parecían querer congelarse cuando salían de mis ojos. El clima combinaba a la perfección con el semblante de Min Yoon Gi en esa helada noche.

-Hay que irnos de aquí, alguien podría verme y no sería nada bueno- Fue lo único que dijo

Llegamos hasta mi habitación de hotel luego de abordar un taxi. Fue mientras estábamos sentados sobre la gran cama de la habitación donde caí en el error de creer que su actitud cambiaría; pero no fue así.

-Tenemos que hablar, Helena- Su rostro no parecía mostrar sentimiento alguno

-¿Qué... Qué pasa?- Cuestioné en cuanto comencé a notar la situación

-Creo... Dios, esto es difícil- Respondió, bajando la mirada

-¿Hice algo mal?- No necesité escucharlo para entenderlo, el llanto que hacía minutos antes fue de felicidad, había cedido su lugar a uno de tristeza

-No, desde que nos conocimos siempre me has amado como nadie... Tú no hiciste nada mal- Sujetó débilmente mi mano, la cual llevaba ese anillo de promesa que el había colocado en mi dedo anular aún en Italia- Pero, las cosas han cambiado. Yo cambié...-

-¿Ya no me amas?-

-Greci, puedes estar segura de que te voy a amar siempre. Pero esto no es bueno para ninguno de los dos... Comienzo a ser muy reconocido y tú a triunfar en tu empleo. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que nos veamos de nuevo y a escondidas?-

-A mi no me importa tener que verte así. Yo te amo, Min Yoon Gi- El llanto comenzó a dificultar mi habla

-Me duele mucho decirlo, pero esto tiene que terminar. Lo siento mucho, Helena- Soltó mi mano y se puso de pie

-¡Dime que estás bromeando!- Perdí el control, levantándome junto con él - Lo dices tan fácil, como si a ti no te doliera como a mi... Tiene que ser una jodida broma-

-No lo hagas más difícil, por favor-

-Dímelo a los ojos. Mírame por una maldita vez y dilo. Di que ya no me amas-

-No puedo... Helena, no puedo hacerlo. Pero si lo nuestro no termina ya, vas a interferir en mi carrera y no puedo hacerle eso a mis amigos; luchamos por llegar a donde estamos y debemos seguir subiendo- Su cara seguía sin expresión alguna

-¡Cobarde!- Grité- Eso es lo que eres, Min Yoon Gi. Ni siquiera puedes mirarme a los ojos para tacharme como el gran estorbo de tu vida, ahora veo que Florencia no significó nada para ti, convivir con mi padre y todo lo que nos prometimos fueron palabras vacías-

-¡Basta, Helena!- Por primera vez mostró un sentimiento, ira- ¡Nada de eso fue falso, yo te amo!-

-Si me amaras como dices no estuvieras haciéndonos esto-.

Y con el corazón totalmente roto, tomé ese anillo de mi dedo anular que sin ser de compromiso o costoso, para mi significaba más que la piedra más preciada del mundo. Lo tomé, vi el cuarzo color turquesa por última vez y después finalicé lo que Min Yoon Gi había comenzado.
Tomé su mano, obligándolo a mirarme a los ojos. Coloqué el anillo en su palma y la cerré justo antes de que las lágrimas me impidieran verle por más tiempo.

-Te lo devuelvo. Te devuelvo esa promesa que me hiciste y las palabras que dijiste; si no estás conmigo de nada sirven. Llévate esto como te estás llevando todo lo que construimos, y si quieres arrojarlo a la basura cuando salgas de aquí es tu decisión- Mis palabras eran poco comprensibles debido al llanto

-No me hagas esto- Susurró con un hilo de voz

-Tú lo hiciste, Yoon Gi. Solo... Prométeme que te vas a cuidar, que tu alimentación será buena y que no harás nada que pudiera hacerte daño. Quizá tu ya no me ames, pero al menos hasta que yo pueda superarte quiero saber que vas a estar bien-

-Tú también cuídate siempre- Extendió la palma de su mano para apreciar el anillo, dejando caer un par de lágrimas.

Guardé silencio cuando sentí que mi boca no podía emitir más palabras. Yoon Gi siempre había sido mi consuelo cuando algo me hería, ¿Pero qué debía hacer si era él quien me hacía daño? Aunque mi interior se esforzara en querer correr y aferrarse a él, sabía que ya no podía hacerlo.

-Perdón por todo- Dijo aún con la voz quebrada.

Luego se marchó. Se fue llevándose todo aquello por lo que habíamos luchado juntos; se llevó también toda mi confianza, felicidad y calidez.
Lloré cuanto pude llorar esa noche y las que siguieron; sufrí en silencio mientras aquel sufrimiento arrastraba todo sentimiento bueno en mi interior.
Y así fue como después de que se marchó, me esforcé por superarlo cada día de mi vida; olvidando en el proceso sentir empatía hacia cualquier otra persona que no fuera aquella que me ayudó a salir de mis noches de lágrimas: Amber Williams.

Pero un año había pasado después de Osaka y de la última vez que lo vi, también pasó un año desde que volví a hablar con Nam Joon, Seok Jin o cualquiera de nuestros amigos.
Todo había quedado en el pasado, y lo único que me quedaba era otra noche de llorar hasta que el sueño me venciera.

¡Te odio! »Suga, temporada 2«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora