10 - Bolsas de sentimientos

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Después de separar a Dylan de James, estamos TODOS sentados en mi sala. Yo estoy de brazos cruzados, mirando a ambos culpables, los cuales están frente a mí, uno al lado del otro. No se han atrevido a mirarme, sus miradas se encuentran en dirección al piso.

- Lo mejor sea que hablen, o les sacaré la razón a mi manera. - Bufé enojada. Ambos corrieron hacia detrás del sofá. - Tienen hasta 3.

- ¡James se robó a la chica que me hacía ojitos! - Dijo mi hermano señalando al otro culpable.

- ¡Dylan me quito la última cerveza que quedaba! - este imitó la acción de mi hermano, pero apuntando a tal.

Una pelea verbal empezó entre ellos, juré por un segundo que iba a clavar mis uñas en mis brazos y una vena me explotaría. Era la 1 de la madrugada, y saqué a patadas a todos los que no tuvieran que ver de aquí.

- ¡Se callan malditos inmaduros de mierda! - Grité con los ojos cerrados. Sentí un apretón en mi hombro, miré de reojo por encima de este y mi amiga se encontraba allí. Suspiré. - Si no quieren perder la poca hombría que tienen, procuren no volver a armar una pelea por una zorra y cervezas. ¿Quedó claro? - ambos asintieron. - Ahora, busquen una casa donde dormir, porque a ninguno los quiero aquí. - finalicé y aflojé mi agarre de uñas.

- ¡No puedes hacer eso! - me gritó Dylan poniéndose frente a mí, tratando de intimidarme. - ¡Este es mi casa también!

- Te quedas, afrontas las consecuencias. - me fui de allí, subiendo las escaleras, oí como todos salieron corriendo y un portazo seguido, suspiré, Luna me dijo que no se podía quedar a dormir así que tenía la casa para mí. - Dulce tranquilidad. - estiré mis brazos y me empecé a sacar la ropa en lo que llegaba a mi habitación. Al abrir la puerta mi rostro cambio completamente, un peli marrón de ojos azules como el mar, yacía mirándome estupefacto, no me inmute, ya no había nada que él no haya visto antes de mí. - ¿Qué haces aquí?

- Bueno, después de oír como echabas a tus amigos y hermano, me escabullí hasta aquí, los vi correr hacia sus coches, ¿no volverán? - la curiosidad con doble sentido inundaba esa pregunta, yo sólo reí y me adentré a mi baño, con alguien siguiéndome los talones.

- Me daré una ducha, largo.

- Quiero ver eso. - pasó su dedo por mi desnuda espalda, provocando que mi piel de erizase. - ¿O acaso ya no puedo?

- No te concierne ver nada de esto. - me adentre en la ducha y me terminé de desvestir allí dentro, tirando la ropa por encima de las cortinas. - Ni se te ocurra espiar idiota.

- Me conozco ese cuerpo, hermosa. - dijo con arrogancia y yo solo reí. Me duché con la tranquilidad que me provocaba mi hogar casi desolado, salí envuelta en una toalla, pero mi cuerpo no duro mucho con los pies en el suelo, sentí la cama en mi espalda y como se humedecía por mi mojado cabello. - Quisiera verte si la toalla, ¿se puede?

- Si alguno de mis muchachos llega, te ven y me ven así, no duraras mucho más de 20 segundos sobre la faz de la Tierra. - dije divertida e intentando sentarme, al lograrlo noté en la venda de su brazo, una mancha roja. - Oye, ¿y eso?

- Me lastime subiendo por la ventana. - elevó sus hombros en señal de poca importancia, rodeé mis ojos y me empecé a vestir. - No te vistas mucho, te la voy a quitar de igual manera.

Reí a carcajadas, este chico me ponía de buenas y de malas, ¿Cómo? Me lo pregunto también. El cosquilleo en mis costillas volvió y fruncí el ceño, ya me empezaba a incomodar dicho sentimiento. Bajé a la cocina y busqué el botiquín, subí hasta mi habitación, y si no fuera porque mi mandíbula está pegada a mi cráneo, se me habría caído. Jack Hardeson cae en la lista de los "Dioses griegos" de Semper High School 100% comprobado.

- Vamos a cambiarte la gaza. - dije sentándome en la cama, sabía que mi rostro estaba del color de un semáforo, en rojo, pero no le di importancia. - Ven acá, Hardeson. - lo tiré del brazo, del bueno, haciendo que se sentara frente a mí. - Eres un estúpido.

- Lo dice la chica que se enoja por nada.

- Eso no tiene nada que ver con que eres estúpido.

- Lo es, porque tu provocas esa estupidez.

- ¿Le dices eso a todas? - bufé una risa fingida, el tema no me estaba haciendo sentir cómoda.

- Ojalá, pero desde que te vi, me dejaste como idiota. - menuda manera de coquetear. - Te amo, Samantha Colleman.

Un gato atropellado no se compara con mi inmovilidad en este momento, juré por un segundo que la sangre dejo de circular en mi cuerpo. Aquí damas y caballeros, es a donde no quería llegar. Divertido, que gracioso.

Me levante, después de terminar el vendaje, bajé a la cocina y coloqué el botiquín donde estaba anteriormente. Me quede allí, en el piso, respirando tan profundo que sentía que mis pulmones explotarían. El enojo abarco mi cuerpo y de un momento a otro, una de las puertas de los gabinetes de abajo, yacía con mi pie atravesándola.

- Mierda. - bufé y saqué mi pie con cuidado. - A la mierda. - saqué fundas negras de basura y me puse a limpiar un poco el patio, me molestaban tantos vasos rojos en el césped junto a las botellas y latas vacías. - ¿Por qué los sentimientos existen? - dije para mí misma, pero alguien la respondió.

- Porque es lo que nos hacen sentir vivos cada día. - volteé a ver y Hardeson estaba recostado del marco de la puerta que daba al patio. - ¿Le tienes miedo?

- ¿Al amor? Ni que fuera un asesino - pregunté curiosa. Pero él me miraba para que dejara de aparentar, como si supiera lo que yo pensara. - Lo siento, yo... - él me corto

- No siempre los sentimientos son correspondidos, tranquila. - su celular empezó a sonar y al revisarlo su rostro cambio de paz a guerra. - Me tengo que ir.

Solté la bolsa y lo seguí, subió corriendo por su camiseta a mi habitación y bajó, solo proporcionándome una fría mirada, la cual no pase por alto y lo detuve en mitad de su camino hacia la puerta, este se tensó al sentir mi mano en su hombro, en cuestión de segundos ya tenía sus labios sobre los míos en un beso dulce.

Después salió pitando de allí. Simplemente me quede plasmada allí, ¿alguien me podría explicar que diablos les pasa a los hombres hoy en día?

Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora