39 - Mala elección

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Dylan estaba dormido en el sofá, con su cabeza en mis piernas, había sido una mañana difícil la verdad, pero con mucha comida e hidratación libre de alcohol, pude hacer que se estabilizara.

Hay una película corriendo, pero yo estoy casi dormida, hasta que la puerta empieza a ser tocada y me tengo que levantar de manera que no se despierte.

Mis fachas no son las más favorables, pero el que venga a esta hora es porque nos conoce.

Al abrir, me encuentro a una chica, morena, de muy buen cuerpo, con mucho escote y un maquillaje de día notorio. Me examina de pies a cabeza y alza una ceja

¿Qué me miras, perra?

- ¿Esta Dylan? - un momento...

- Tú eres la que estaba aquí anoche. - murmure. Ella asintió como si fuera obvio, mientras que yo solo sonreí con mucha, mucha, malicia - ¿No había más chicos a los cuales drogar?

- Ah, tu eres la hermanita, si, él dijo que querrías matarme si te llegaras a enterar, pero con ese cuerpecito no creo que puedas hacer mucho.

Ok, ya estoy harta, mi cuerpo está perfecto y tengo una altura promedio. ¿Entienden? Que maldito rollo con criticar mi tamaño.

- ¿Quieres apostar? - sentía mis uñas clavarse en mi palma, me estaba aguantando para no desfigurar su cara a golpes. - Porque me encantaría romperte esa carita de zorra.

- ¿A quién llamas zorra? - se acercó a mí, pero el llamado de mi hermano hizo que me girara, se estaba espabilando. - Dylan, ven a controlar a tu perrita.

Hasta aquí.

Estampe mi puño en su mandíbula y le empecé a golpear, tenía mis piernas a cada lado de su cuerpo. Por lo menos hice que escupiera sangre antes de que me quitaran de encima.

Gire mi cabeza, Sebastián acababa de levantarme y aún me tenía atrapada en sus brazos, mientras que mi hermano me mira desde el marco de la puerta.

- ¿Qué mierda pasa aquí, Sam? - Sebas gritó, yo aún estoy pataleando, le voy a desfigurar su carita a la drogadicta en cuanto toque el piso. - Vamos adentro.

- Bájame o te dejaré peor que a ella. - estoy frenética, quiero golpearla, tengo mucho que no le rompo la cara a alguien y ella se metió con el hermano equivocado. - ¡Que me bajes coño!

- Cállate. - me tiro en el sofá, y justo iba a salir corriendo, pero Dylan se metió.

- Samantha, pareces una psicótica, no has dejado de sonreír mientras dices todo eso. - El rubio me miró con algo de miedo, y sé que parezco psicótica o más bien una persona que disfruta romper caras. - Los demás vienen hacia aquí, vete a lavar las manos.

Mire mis nudillos, están rojos y tienen sangre. Aquí fue que recapacite. Pestañee un par de veces, intentando asimilar lo que acaba de pasar. No lo había pensado dos veces en subirme encima de la chica y molerla a golpes, si Sebastián no me hubiera separado, la hubiera matado.

Siento la adrenalina correr por mis venas, tengo las manos temblorosas, aún estoy de pie en la sala mirando mis nudillos con los otros dos mirándome a mí. Me debo ver como una loca ahora mismo.

- Tengo que tomar una ducha. - hable, pero ni yo misma me oí. La puerta sonó, alguien estaba del otro lado, alguien más me vería con sangre ajena sobre mis manos. - Ni una palabra de esto a nadie.

Subí las escaleras y oí como abrían la puerta de la casa, me adentre en mi habitación y me encerré en el baño, esto tiene que ser una broma.

¿De verdad tengo tanta ira acumulada que pude haber matado a alguien?

Me siento como si hubiera descubierto un nuevo yo, un yo lleno de furia e ira, un yo que no tiene control de sus actos, es como si hubiera un interruptor dañado dentro de mí.

Me cambie la camiseta y lave mis manos, para después bajar e intentar disimular que yo me había dado cuenta que tengo demasiada ira dentro de mí.

- ¡Ey! - me asusté ante el grito de Mike a mi lado, estoy demasiado sumergida en mis pensamientos - ¿te asusté? - paso su brazo por encima de mis hombros y me abrazo.

Si alguien le dijo algo, lo mataré.

- Escuchamos que hoy hay una fiesta universitaria, estamos pensando en ir, ¿qué dices? - Michael habló desde la cocina, y yo sude frío. Esa tipa estará ahí y Sharon también, puede poner a todas las del equipo a romperme la cara a patadas.

- Yo prefiero quedarme en casa, Dylan aún está divagando. - sonreí sin ganas. - Ustedes vayan y disfruten, yo me quedo.

- Y yo tengo cosas que atender en casa. - hablo Reeves a mi espalda, para después sentir un beso en mi mejilla. - ¿Todo bien? – asentí.

Tenía que decirle a Matt lo que paso, pero no ahora.

Todos se quedaron en casa, no es la primera vez que mi hermano mete la pata de esta manera.

Aún recuerdo cuando esa rubia se apareció por primera vez en casa, era amiga de Layla, eso fue hace unos años ya, algunos 3 creo. Layla había pasado a saludar y andaba con la rubia que flecho a mi hermano durante un corto tiempo, pero fue lo suficiente para meterlo en esas mierdas.

Recuerdo entrar a casa y sentir el olor a marihuana desde la sala, subí a su habitación y ahí estaban ambos, ella estaba sobre el sin ropa, y mi hermano traía los ojos rojos y se reía solo, pero ella solo estaba distrayéndolo para robarle, estaba sacando dinero de la billetera de mi hermano hasta que se percató de mi existencia en el cuarto.

La termine sacando a patadas y nunca más la volví a ver, los chicos fueron un gran apoyo, el proceso de limpieza no es fácil pero lo logramos, como familia, ellos se mantenían durmiendo aquí y ayudándonos en las clases.

- Samy. – oí que gritaron desde la cocina, a lo cual me pare hacia allá. Era Sebastián. - ¿Sabes que tenía que hacer Reeves en su casa? – ladee la cabeza y negué. – porque tengo un amigo en la fiesta, jura que acaba de verlo subir las escaleras con unas chicas.

Sude frio.

- Llévame, saldremos por atrás. – él asintió y nos fuimos.

Mathuas Reeves, más vale que tengas una explicación, porque si no, prepárate.





Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora