40 - Límites

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Acabamos de llegar a la fiesta, el olor a alcohol y narcóticos de sienten desde afuera, por esto no me gustan las fiestas universitarias. Sebas se mantiene frente a mí, abriendo paso entre la semejante multitud personas. Subimos las escaleras, ya que su amigo había dicho que había visto a Matt subir allí, pero menudo pasillo de habitaciones, hay como 6 o 7.

Ambos nos miramos, volví mi mirada al frente y tome aire, Samantha, preparste para encontrar una escena que no te gustara. Tome las puertas de la derecha y Sebas las de la izquierda, abriendo una por una. Me encontré parejas en un acto digno de película porno y en otras simplemente vacías, hasta que Sebas me llamo, había dado con una puerta, la cual estaba bajo llave.

Obviamente, yo no lo pensé dos veces y rompí la puerta.

Sebastián solo rio ante mi acción desesperada.

Pero se cayó, colocando la misma expresión que yo ante esta escena.

Reeves estaba tendido a lo ancho de la cama, su camisa desabotonada, traía los ojos vendados, había 4 chicas aquí dentro, dos de ellas en interior y las demás sin nada, y sobre él estaba Sharon, con una cámara, filmando todo.

- Chicas, espero que por lo menos tenga el condón puesto. – mi amigo hablo, yo no me había percatado, pero Matt traía el pantalón abierto.

Sentía mi cuerpo hervir, pero estaba estática, sabía que a la mínima reacción, aquí habrá un homicidio en masa.

¿Hasta qué punto puede llegar una persona para conseguir lo que quiere?

Pero ya veo que Sharon no tiene límites, o al menos, nunca se los han establecido. Hasta que dio conmigo.

- Me informaron que le rompiste la cara a una de mis mejores jugadoras. – estaba callada, mi visión se enfocaba en cada uno de sus movimientos. Ella estaba bajando de la cama y colocándose una bata de baño. - ¿Acaso no sabes el poder que tengo? -–me estaba mordiendo la lengua. No, la verdad es que me intentaba apagar emocionalmente. - ¿Te comió la lengua el gato? ¿O fue que te quedaste sin palabras al ver que tu noviecito vino hacia mí corriendo?

- Estamos claros que no vino hacia ti para el sexo, amiga. – la actitud relajada de Sebas me estaba sacando de quicio. – y en serio, ¿Dónde consiguen tantas drogas? Parece que usaron tranquilizante de caballo en mi amigo. – mis dientes estaban a punto de romperse.

- ¿Y tú eres? – ella miro a Sebas como si fuera un extraño sin importancia.

- Cuñado de Reeves, encantado, ¿y tú? – él le tendió la mano divertido. Pero mi vista cayó en mi novio, al oír mencionar mi nombre con debilidad. Sentí la sangre circular por mi palma, mis uñas estaban casi agujerando mi palma. – Oh amiga, más te vale que me dejes llevarme a ese cuerpo inerte.

- ¿O qué? Entiendan que vino para mendigar que no informara al entrenador de lo que su preciada futura becada había hecho. – me miro con superioridad. – pero al final no se pudo resistir a la idea de probarme nuevamente.

Sentí como un hilo se había roto en mí. Estaba sobre Sharon, golpeándole, ella aruñaba mis brazos, pero eran en vano, sus amigas me intentaron agarrar, pero cada una recibió un golpe, alejándolas.

Mis nudillos se estampaban contra su cara una y otra vez.

Sentía su sangre correr por mis nudillos, mi vista se empezaba a enrojecer, estaba perdiendo mi paz mental. De hecho, ya la había perdido, pero sentí como un hilo se estaba tensando en mi mente.

Y por suerte para ella, no se rompió.

Pude detenerme por mi cuenta, sabía que otro golpe la dejaría inconsciente, ella me miraba furiosa, pero no podía hacerme mucho gracias a su estado.

Me puse de pie, estaba jadeante, frenética, sabía que estaba a golpes de matarla. Mire a Sebas, el cual traía a Matt de pie a su lado, ayudándole a caminar. Las personas se habían acumulado fuera de la habitación, viendo el espectáculo.

Hice paso para poder irnos, no había recibido respuesta de la pelirroja, asi que nos fuimos en paz, o al menos eso creía yo.

Estaba sentada en el copiloto, mis manos cubrían mi rostro, manchándome de sangre, tenía sangre hasta en la camiseta, y no sabía bien de quien era, si de Sharon, de sus amigas, o mía. Apreté mis labios y pude sentir el sabor a oxido, pero esta era mía, me había partido el labio y no se bien como.

- ¿Quién le conto a Matt lo que paso? – murmure.

- Yo, es tu novio y es parte de nosotros, y sabía que tu no le dirías por un tiempo. – pase mis manos hacia mi cabello, se había deshecho la coleta que traía hace un rato.

- Eso no te concernía a ti. – mire la calle, atraves del cristal delantero. – pero al menos no tengo que esconderle secretos a nadie ya.

- Si ella decide acusarte, la puedes culpar de uso de narcóticos. – se intentó relajar, pero no le salió. – para aniquilar a dos bestias como son Dylan y Matt, tiene que ser algo parecido a tranquilizantes de gorilas, porque esos dos tienen una adrenalina de animal.

Recosté mi cabeza del asiento, estábamos llegando a casa, y pude notar por el retrovisor que no solo tenía el labio partido, tenía una cortada en la mejilla, a lo mejor sus uñas postizas hicieron efecto, pero un poco más y me saca un ojo.

Al llegar, llame a alguno de los chicos para que sacaran el cuerpo drogado de Matt del auto, yo tenía que ducharme. Pero al llegar a las escaleras, alguien me detiene.

- ¿Estás bien? – era Dylan, sentí su mano en mi hombro, pero solo asentí. – Samy, lo siento por ser tan idiota, es que estaba celoso. – cerré mis ojos, no me he girado a verle aun. – creí que te estaba perdiendo porque estás pasando mucho tiempo con Reeves y no sé, solo, lo siento.

Me gire y le abrace, fuerte, el correspondió al instante, su mentón termino sobre mi cabeza.

- Dylan, eres mi hermano, nadie podrá reemplazarte y te amo, te amo mucho. – respire profundo, y pude sentir un beso en mi cabeza. – pero por favor, no vuelvas a hacer nada de eso, no es lindo verte en esas fachas, y no quiero matar a nadie.

Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora