23 - Una y otra vez.

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- ¡Vuelve aquí maldita sabandija! - Dylan gritaba mientras corría por toda la escuela tras James. - ¡Devuelveme mis chocolates!

- ¡Cuando me devuelvas mis calzoncillos! - gritó de vuelta hacia mi hermano.

Yo sólo comía una de mis barras de chocolate, recostada de mi casillero, viendo como ellos volvían a pasar por ahí, una y otra vez. Hasta que saqué mi teléfono y revise mi WhatsApp.

Había un mensaje de Luna, no lo había sentido.

L - Tienes que venir a las gradas.

Fruncí el ceño, lo extraño es que no pasó ninguna idea por mi cabeza, mis 7 mares estaban a la vista conmigo, faltaban los 3 nuevos, incluyendo a cabeza de harina.

Aceleré mi paso hacia las gradas, donde divise a Luna, en media grada, junto al último mencionado. Pero alguien más estaba allí. Layla, y cuando ella está, nada bueno pasa, está de espaldas. Subí a zancadas fuertes, y vi como mi prima se arreglaba la blusa.

- Puedes ir a buscar trabajo en un Night Club. - dije y miré a mis amigos, uno tenía la cabeza gacha, mientras que la otra me miraba confundida. - ¿Y a él que le pasa?

- Mejor que te lo diga él. - Luna miró con enojo a Reeves, de brazos cruzados y subiendo y bajando su dedo índice.

- ¿Matt? - inquiero, cruzando mis brazos, él sólo siguió con su cabeza gacha. - Ok, Layla, lárgate. No se que haces en la escuela.

- No puedes echarme de aquí. - replicó con su voz chillona.

- Te vas o te saco. - dije ya fastidiada, oi que refunfuño y luego se largo. Suspiré y miré a mi amiga, quien aun miraba acusadora a Matt. - ¿Nos dejas solos? - ella asintió y se fue. Me senté frente a Reeves, y note como alguien estaba feliz entre sus pantalones y sus mejillas resaltando de lo rojas que estan. - ¿Me dices a voluntad o te lo sacó a golpes?

- Me acosté con tu prima.

Que balde de agua más repentina.

- ¿Qué? - respondí bajo, en un hilo de voz.

No me esperaba sentirme así.

- Fue por necesidad. - Me miró con arrepentimiento, mientras que yo sólo estaba neutra. - Vino a las prácticas esta mañana, y se sentó al lado de nuestras bebidas, lamentablemente me tocó la que ella había manipulado, no se que mierda le hizo pero, no me resistí.

Creo que ya todo tiene sentido.

- Luego, fue a los vestidores y yo estaba en la ducha, porque no sabía que pasaba, y me quedé a último, y luego. - Lo interrumpí

- Se abalanzó a ti. - solté aire. - No me sorprende.

- Lo siento.

- ¿Por qué te disculpas?

- Porque no debí hacerte eso.

- No somos nada, puedes hacer lo que te plazca, pero que no se repita con mi prima, tienes a muchas chicas a tus pies en esta escuela. - Y tu eres una, idiota enamoradiza. - Creo que debes ir a bajar eso, no puedes ir así a clase.

- Si... Nos vemos luego, nomo. - Me despeinó y dejó un beso en la frente.

••••••

Salí de la escuela, con paso firme hacia el parque, lo que había pasado está mañana me dejó atontada, esas palabras... No voy a caer de nuevo, mi corazón no es una juguetería.

- ¡Samy! - oí que gritaron mi nombre, pero sabía con exactitud quien era. - ¡Enana, espera!

Seguí caminando, pero claro, es futbolista y sabe como hacer un spring. Hijo de...

- Sueltame. - ladré mirando su mano agarrando mi brazo. - Ahora, me quiero ir.

- Lo que dije allí adentro...

- Es un juego, lo se. - tiré mi brazo. - Nada es en serio.

- Estas equivocada. - Maldito sea el dia que naciste, Reeves. - Todo lo que dije es cierto.

Salí pitando de allí. No iba a seguir escuchando unas explicaciones que no me incumbian para nada. Es su vida, es mi amigo, sólo eso.

Y nada mas.

◇◇◇◇◇◇

Estaba sentada en la cima del tobogán más grande, usaba mi teléfono para decirle a los chicos donde estaba. Luna venía en camino, me iria a dormir a su casa hoy, no quiero hombres cerca y sus padres no están.

- Sam. - Tiene que ser una broma. - Se que estas ahí. - A lo mejor si me quedó callada se larga. - ¿Me vas a hacer subir? - Vamos a llamar a Colleman. - Le estoy hablando a los juegos...

Lo escuche decir, para luego oir las pisadas alejandose, todo el aire que retenia dentro de mis pulmones, salió en modo de alivio. Pero juro por toda la comida que casi me da un infarto al ver esos ojos azules a mi izquierda, cuando giré la cabeza.

- Hola, gatita. - sus ojos bajaban a mis labios de manera sucesiva. - Te he extrañado.

- Jack, ¿qué haces aquí? - él me había acorralado en una esquina.

- No puedo estar lejos de ti por mucho tiempo. - pasó su mano por mi mejilla, haciedno que cierre los ojos ante su tacto, pero no, debo ser fuerte.

Le empujé con fuerza y me lancé por el tobogán a una velocidad, de la cual Barry Allen se enorgulleceria. Caí de cara al piso lleno de piedras, pero mis brazos protegieron mi cara, y de allí emprendi a correr.

Todos esos sentimientos de abandonó, tristeza, soledad, odio, entre sus derivados, aparecieron en Mi, provocando que las lágrimas empezaran a caer. Sin darme cuenta, ya estaba frente a mi casa, casi escupiendo mis pulmones.

- ¿Qué mierda estoy pagando? - murmuré para mi, sentandome frente a mi puerta. - ¿Por qué no puedo deshacerme de esos sentimientos hacia él?

- ¿Se puede saber quién es ese "él"? - la voz del capitán de soccer apareció en mi canal auditivo, parado frente a mi, con su mochila en la espalda y sus manos en los bolsillos. - Te busqué por toda la escuela.

- Lo siento... - mi cabello me dio la oportunidad de secar mis lágrimas con disimulo.

- ¿Qué pasa? - él se colocó a mi lado

- Me dijiste que no iba a volver a molestar. - tomé una bocanada de aire. - ¿Por que siempre me tocan los imbéciles?

- Porque a las buenas personas les pasa lo peor. - el peso de su cabeza se empezó a sentir sobre la mía levemente. - Sólo olvida todo lo que sentiste por él, ya llegará alguien que sepa valorar a mi hermanita.

- Es tan fácil decirlo... - lágrimas, no ahora. - todos se van sin explicación, dejándome con el corazón en el piso, hecho mierda, y quieren venir con la cola entre las patas, como si nada ha sucedido.

- Algunos de los hombres somos así. - explicó. - No sabemos lo que tenemos, pisoteamos lo que creemos que se quedará ahí después de todo, y cuando vemos que ya no está donde nos limpiabamos los zapatos, salimos en busca de ese mismo tapete.

- Dejaré de ser buena persona. - sentencie. - Mi corazón no es un tapete, ni una juguetería.

- No cambies por un corazón roto. - apretó uno de mis cachetes. - No sabes quién se puede enamorar de tus pedazos.

Y con eso, deje de ver a mi hermano como un mujeriego.

Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora