Capítulo 15 - Ola de preguntas

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El sonido de las olas es tranquilizador, más de lo común, ¿por qué escucho olas? Abrí mis ojos y casi llego al cielo del susto que me dio un cangrejo frente a mí, estoy cubierta de arena.

¿Qué hago en la playa? ¿Cómo llegue aquí?

Miré a mi alrededor y deduje que es una de las playas de Miami, bien, eso está perfecto. ¿Cómo diablos regreso a mi casa? Bueno, estoy en mi ciudad, pero esta no es Miami Beach. ¿En que momento deje la casa de los mafiosos en San Francisco? Moriré aquí, del sol, hambre y sed. Mierda.

Busqué en mis bolsillos mi teléfono, canté victoria tan rápido que no me di cuenta de que estaba descargado. Me quede fría, ¿y ahora que hago? No veía movimiento de personas, así que me adentre a las calientes calles que hay después de la vegetación.

Entre rama y rama me picaban dos hormigas y 4 mosquitos, mi cabello parecía tener una madriguera de pájaros en él. Miré hacia el frente y juro que iba a llorar, vi personas, civilización. Las calles ardían, pero no me importaba, estaba frente a un centro comercial. Diablos, parecía una naufraga.

Al llegar todos me miraban asqueados, preocupados o sorprendidos, le reste importancia y busqué con desesperación una tienda de teléfonos, necesitaba cargar mi teléfono para llamar a mis chicos, no llegué a contar cuanto dure desaparecida, solo veía la noche y el día, una y otra vez. Encontré una tiendo de Orange, corrí hacia ellas y quité uno de los cargadores de los celulares Android de muestra. Empecé a cargar el mío, restándole importancia a cualquiera que me mirara feo.

Pasaron alrededor de media hora, quizás más, pero ya estaba de camino a mi casa, en el coche de Mike, comiendo un Wendy's y mi hermano mirándome angustiado. Un momento, ¿Dónde está Jack? ¿Se habrá quedado en San Francisco? Miré a mi hermanastro, y le dediqué una sonrisa, haciendo que sus músculos se relajen.

- Ya estoy aquí, tranquilos chicos. – dije mirando mi hamburguesa.

- Desapareciste 7 días. – sentenció James, que iba en el copiloto. – No podemos estar tranquilos hasta que aparezcas mañana en tu cama de nuevo.

- ¿7 días? – pregunté confusa. – Vaya, 5 días sin comida, ¿Cuánto puede durar el cuerpo humano sin alimentarse? – bufé divertida. – No, esperen, ¿Cómo ustedes no incendiaron la ciudad sin mi, 7 días? – empecé a reír

- Si la incendiábamos a lo mejor te quemábamos también, no nos arriesgamos. – dijo Mike mirándome por el retrovisor.

Rei por su respuesta, al llegar a casa todos estaban allí, Luna esperaba impaciente en la puerta, yendo de un lado hacia otro, hasta divisar el carro de Mike y correr hacia este. Y no pensarlo dos veces para abalanzarse encima mío, provocando que cayéramos al piso, pero no, no fue ella sola, los 4 restantes de mis problemas hicieron lo mismo.

- Chicos, ya. – oí la voz de mi hermano divertido, mientras me sacaba de allí. – No la maten ahora, no puede ni estar bien de pie.

No proteste en eso, me había mareado par de veces de camino al centro comercial, necesitaba alimento, no estaba en condiciones de hacer ninguna fuerza.

- Nos vamos a turnar para cuidarla, así que todos adentro. – finalizó Dylan y me cargó como princesa, cosa que odio. – Solo será hasta tu cuarto, para que te duches. – me dijo con una media sonrisa. – Luna, ayúdala por favor.

Esta asintió y al llegar a mi habitación, me ayudo a llegar al baño y a sacarme la ropa, estaba echa un asco, mis heridas del rostro estaban horribles, pero la que peor estaba era la del hombro derecho, ese balazo les ganaba a todas las otras. Luna al ver es, se llevó su mano a la boca, tapándosela.

- Larga historia, será mejor obviarla. – dije y me adentré a la ducha, abrí la regadera y casi gemí de lo rico que se sentía el agua llevándose las malezas que se adherían a mi cuerpo. La suciedad, sangre seca, insectos muertos, olor a drogas y alcohol. Todo eso, el agua salía oscura, cosa que me dio mucho asco, pero ¿Qué hago?

>> Salí de la ducha, ya limpia y fresca, envuelta en una toalla y viendo la herida que dejara marca en mi hombro derecho por siempre. – Me pasas la ropa? – dije sentándome en mi cama, como la extrañaba. Tomé la ropa íntima que me pasó, seguido de unos shorts y una camiseta de tiros, suspiré y con ayuda de mi amiga bajamos a la cocina.

- Y aquí está mi sobre – mi hermano se cortó al ver la horrible herida que yacía en mi hombro, solo rodee los ojos, esperando su reacción. – No necesito la historia, vamos a cenar. – su seriedad fue nula. – Le hablé al director y me dijo que puedes empezar a ponerte al día desde aquí, así que te conseguiremos las tareas.

Le dediqué una sonrisa, y todos nos dirigimos a la sala, pusimos una película de terror y allí pasamos el día, ni pregunté que día era. Solo hay una pregunta rondándome la cabeza.

¿Dónde está Jack Hardeson?

Al subir a mi cuarto a dormir, tomé mi teléfono y le escribí un mensaje.

- Hey, ¿se puede saber por qué motivo desperté sola en la playa?

- No me escribas.

Fruncí el ceño.

- ¿Dónde estás?

- Ya para, Samantha, deja de escribirme.

Esos mensajes duelen.

- No hasta que me digas porque estaba sola.

- Por tu bien, ahora, por favor, no me escribas nunca más.

Sentí como algo se rompía dentro de mí. Las lágrimas amenazaron con salir.

- ¿Por qué? ¿Me pegarán un tiro si te escribo?

- Adiós, Colleman.

- Jack Hardeson, vuelve aquí.

- ¡Déjame en paz Samantha! Haz como si nunca hubiera existido.

Las lágrimas salieron, sin avisarme, mi boca estaba entre abierta, me sentí débil, frágil, rota.

- Adiós Hardeson.

Apagué mi teléfono y lo deje cargando en mi mesa, me enrolle en las sabanas y mis llantos se ahogaron en la almohada, no quería volver a sentirme así.

¿Por qué cuando todo anda bien tiene que venir a joderse?

Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora