32 - Miércoles.

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Miércoles, y como si fuera poco, había partido. Suspire renegada, sentándome en las gradas. Aún tenía la pesadez del fin de semana, fue un gran baúl de emociones viejas el que se abrió.

Matt no se había apartado de mí, tampoco había comentado nada respecto al tema. Sé que piensa que nunca llegara a superar lo que yo sentí por Hardeson.

Y lamentablemente, aún no sé cómo demostrarle lo contrario.

- Muchachos. - el entrenador David los llamo, yo estoy ahí, como siempre, de pendeja. - Vendrán unos entrenadores universitarios, dispuestos a becar, no sé qué cantidad de jugadores buscan, pero esto es futbol sala, sabemos que no son muchos.

Vi como las caras de todos se iluminaron. Becas universitarias. Wao, yo nunca tendré una.

- Y tú, Colleman femenina. - bufe divertida, o al menos lo intente. - les he hablado de tus habilidades, tienen que verte en acción, pero aquí no hay equipo femenino, asi que programaran un entrenamiento con un equipo universitario para que puedas lucirte.

No sé si esto es un sueño, si esto es algo que me caerá como agua fría después.

Pero la sonrisa que tengo, es demasiado, demasiado increíble.

He saltado sobre el entrenador, abrazándole, diciendo gracias tantas veces que sé que solo ha entendido las primeras gracias. Lo que me sorprende es sentir una presión hacia abajo, desde mi parte trasera. Y cuando recobro el equilibrio, ha sido Rick, me ha bajado el vestido.

Se me ha olvidado, ups.

- David, de verdad no sé cómo agradecerte. - él me mira y posa una mano en mi cabeza.

- Eres como mi hija, eres parte del equipo y eres una de las personas que siempre ha estado para todos, por más que seas un grano en el culo. - ha tomado aire, se está divirtiendo, al igual que todos. - te has ganado tu puesto.

He chillado, sí, yo he chillado, como una pequeña niña que le acaban de regalar la última Barbie.

Puta madre. Mi hermano me mira, yo miro a todos, todos están felices, todas sus caras están llenas de alegría.

Este día se ha abierto, mi pesadez sigue allí, pero me siento feliz, y sé que tú lo estas también.

Ellos han entrenado, mientras yo usaba el celular en la banca, Luna me ha explotado un oído por el teléfono, gritando, ella tendrá beca académica, sus notas son sorprendentes, y posiblemente vayamos a la misma universidad. Asi que claro que será más que un sueño.

Ellos están haciendo unas cuantas tácticas, y veo como Matt viene hacia mí, está nervioso. Lo conozco demasiado, he colgado con Luna y fijo mi atención en él.

- ¿Pasó algo? - él mira a todos lados, y después se agacha frente a mí, me está mirando, como si sus palabras estuvieran trancadas en su garganta. - Joder, di algo.

- ¿Quieres conocer a mis padres? - he tragado en seco, habló tan repentino que no me lo esperaba, eso ha sido demasiado factor sorpresa. Me está mirando, yo estoy en shock. Está mirando todas mis facciones. - Joder di algo. - me copia, pero lo dice más bajito y nervioso de cojones.

- ¿Cuándo es la cena? - sonrió nerviosa. Este cae de rodillas y me abraza, estrujando su sudorosa frente en mi abdomen. Definitivamente acaba de marcar territorio como un perro orinando en el parque.

- Te adoro. - iba a contestar, pero claro que no me han dejado.

- ¡Si le vas a hacer un oral, aunque sea vayan al baño! - ha sido Jackson, solo puedo reírme.

- ¡Respétenme  hijos de puta! - oigo a Dylan quejarse. - ¡Me refiero a todos, Colleman! - me rió aún más alto, tomo la cara de Matt entre mis manos y le beso, noto como su cuerpo se suelta, lo ha hecho apropósito. - ¡Eres una mala hermana!

- Yo estoy en el cielo. - desde que dejo de besarle, se deja caer en mi regazo.

Son una enorme manada de idiotas.

•••••

Estoy dando vueltas por toda la habitación, no sé qué mierda ponerme, casi nos tenemos que ir al partido, y después de ahí, iré a cenar con los padres de Reeves.

- ¡ME CAGO DE NERVIOS! - grito en mi habitación, solo oigo una sonora y burlona risa desde la puerta de mi habitación. - No te rías y ayúdame maldito infeliz. - he olvidado como se respira calmadamente. - Matt dijo que era a uno de los mejores restaurantes, eso implica tacones y vestido, y no quiero parecer una fácil, no quiero parecer una maldita niña mimada y no quiero parecer que no tengo gusto de la moda.

- Oye, cállate, me aturdes. - me estoy encabronando. - Ven conmigo. - aquí se puso interesante, pero le sigo, estamos caminando a su cuarto, y no me refiero al de mi hermano. - Sé que nunca entramos, pero esta situación lo amerita. - ha entrado, yo tengo pavor, tragando saliva. - Sam, entra y deja de ser una niña pendeja. - solo he entrado porque me he ofendido. Pero mi mirada se dirige al closet abierto que tiene Dylan de frente. - Recuerdo cada probada de vestidos que hacías con mama, le exigías que se probara todos y cada uno. - esta de espaldas a mí, acariciando las diferentes prendas de ropa. - recuerdo como siempre le pedias el mismo, cada vez que iniciaban sus batallas de moda, ese vestido negro tan perfectamente hermoso. - él saco ese mismo vestido y yo no pude aguantar, se me han escapado unas cuantas lágrimas al recordar todo eso.

Al recordar como mama se ponía a modelarme cada vestido cuando tenía alguna reunión del bufete de abogados a la mañana siguiente, recuerdo a Dylan conmigo, diciéndome que soy fea y nunca llegare a ser igual de bonita que mama. Yo simplemente reía, porque lo sabía, sabía que esos no eran mis genes, lo sentía desde pequeña, pero eso nunca me desanimo, ella fue la que nos crio, las que nos amó con todo su ser.

Recuerdo a papa llegar riéndose, a pesar de pasar toda la noche en el hospital, haciendo casos de emergencia y llegando sudando porque era tarde y quería vernos.

Recuerdo cada puto detalle de esas escenas en este cuarto.

- Hermanita. - sentí la mano de Dylan en mi mejilla, he salido de mis memorias para percatarme que él está llorando. - Te verás hermosa en el vestido de mama. - le he abrazado. - A pesar que nunca se lo puso para sus reuniones de abogados, se lo ponía en sus cenas importantes con gente importante. - me alejo un poco, lo suficiente para verme a la cara. - y tú te mereces sentirte importante hoy, porque lo eres y nunca quiero que dudes de eso.

Sin mi hermano, soy nadie.

- Te amo, hermanito. - dije, él me estrujo aún más, riendo, beso mi frente. - te amo mucho, y sin ti soy nada.

- Yo te amo más enanita.

El corte del vestido va más abajo, tampoco queremos que parezca jefa de una mafía

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El corte del vestido va más abajo, tampoco queremos que parezca jefa de una mafía.

Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora