30 - Gatita

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Se suponía que ayer iba a ser una noche feliz, una noche donde todos la pasaríamos fenomenal. Pero claro, si la noche fue un boom, Matt es familia de ese tipo, apenas me entero y Dylan me deja olvidada, no responde mis mensajes, no pude seguirle a casa, pero cuando fui, no me dejó entrar a su habitación, y terminó sacándome a gritos.

Me quedé a dormir donde Matt, a pesar de estar enojada, él no quería sacar a relucir esa parte de su familia. Sin embargo, estoy en durmiendo en su cuarto, me obligó pese a que le dije que dormiría en el sofá, utilizando la excusa que todo esto es culpa suya.

No pude dormir, amanecí en claro, al ver el reloj, eran las 9 am, me pusé una camisa que encontré de Matt y bajé a la cocina. La verdad, es que no puedo culparlo, uno no escoge a su familia.

Cuando abrí la puerta de la cocina, ya él estaba allí, haciendo el desayuno, su mirada engancho con la mía fugazmente, antes de yo desviarla. Él estaba en la estufa, al parecer hacer huevos con tocino. Apreté mis parpados y me resigné, no es su culpa. Me acerque por detrás y lo abracé.

- No es tu culpa, bebé. – oí que apago la hornilla, acto seguido se giró para darme el frente.

- Tengo que disculparme por no haberte dicho ese dato esencial, pero al oír que paso, no quise que me vieran como a él. – me abrazó – gracias a eso, Dylan esta enojado contigo.

- Yo me las arreglaré con él, pero primero, hay que desayunar – sus abrazos estaban tan llenos de paz, quisiera poder quedarme allí para siempre, despiden un aura tan pacifica, donde todo pareciera ir bien.

Nos desayunamos y arreglamos, me dejó en el frente de mi casa para después marcharse, tenía cosas que resolver, temas personales los cuales no me quiso decir. Mientras que yo, estoy congelada frente a la puerta.

Pero, ¿Qué mierda? Como se atreve a echarme de mi casa y a enojarse por cosas que yo no controlo, no sé cuándo me volví tan sensible, pero basta ya.

Entre a patadas, encontrándomelo en la sala con James y Mike jugando en la consola, los dos últimos se levantaron y largaron a la cocina, mientras que yo, me acerqué al que ni siquiera se giró a verme.

- No sé porque mierda estás enojado, yo no tengo control de esto.

- Lo siento. – justo finalicé yo mi oración, él soltó su voz. – La verdad es que me dejé llevar por la rabia. – aún no me miraba, sus ojos estaban enfocados en el mando.

- Me lo supuse, pero oye – me arrodillé a su lado – que sean familia no implica que sea iguales, mírate a ti y a Layla, es la misma sangre, sin embargo no son la misma persona. – aquí si me miró, suspirando y dándome la razón. – así que, vamos, es un jugador estrella.

- Lamentablemente. – rió – pero espero no te rompa el corazón, porque no me importa si es Buffon, lo mataré.

Tomé uno de los mandos y me dispuse a jugar con los tres, la tarde paso rápido, llegando la noche sin aviso. Luna y su novia estaban aquí, al igual que casi todo el equipo, Reeves no ha aparecido.

Por más llamadas que realice, me mandaba al buzón, dure horas intentándolo, pero nada. Ya mis nervios estaban de punta.

Así que él me volvió tan sensible, ya veo.

Sentí mi teléfono vibrar en mi bolsillo, justo después de haberlo guardado, era un número desconocido, por lo cual, Salí de la cocina y me dirigí al patio para contestar.

- ¿Hola? – miraba la noche, era una noche llena de estrellas.

- Sammy, lo siento. – ese era Jack, pero sonaba extraño – lo siento por todo lo que te hice y por llamarte ahora, solo quería oír tu voz.

- ¿Jack? Si esto es algún tipo de – pero mi voz se cortó al escuchar un ruido parecido al de un tiro. Mi corazón se aceleró, el nerviosismo entraba por mis poros como si yo fuera algún tipo de esponja - ¿Jack? ¿Dónde estás? - estaba casi titubeando, esperando lo peor.

- Fuiste una de las mejores cosas que me pasó, recuerda eso, siempre te amaré, gatita. – la llamada se cortó. Dejándome un gran vacío lleno de preocupación. ¿Habrá muerto? No pude evitar que las lágrimas salieran. Está muerto. 

Sentí una manos en mis hombros, era Luna, esta al verme simplemente me abrazó, sin emitir ningún tipo de palabra. Jack había muerto, es cierto, pase muchos malos ratos con él, pero sin embargo, fue el que me permitió abrir mi corazón, el que me hizo sentir la calidez de ser amada nuevamente.

Siento como si me estrujaran una parte de mi alma y un sin números de recuerdos aparecieron en mi mente.

Recuerdos

Era un día tranquilo, estaba en la biblioteca, sentada en el último pasillo, para que nadie moleste, me había saltado unas cuantas clases y estaba escuchando música. Pero mi lectura se vio interrumpida gracias a esa figura que me aceleraba el corazón en aquel entonces.

- ¿No tienes clases? – se sentó a mi lado. Habló déspues que me quité el auricular.

- ¿Y tú? – volví a mi lectura, el quito mi audífono derecho y se lo colocó, para después recostar su cabeza de mi hombro.

Ladee mi cabeza por igual. Aquel momento estuvo lleno de paz, su mano tomó la mía y sentí como se quedaba dormido, dejé un beso en su cabeza y no pude evitar verle la cara.

- Te amo. – sonreí, pensé que no me había escuchado, ya que estaba dormido, pero su beso en respuesta, me dijo lo contrario.

- Yo también te amo. – nuevamente lo besé, esos ojos azules solo sabían seducirme. Sonreí ante aquel acto. Su mano aprisionaba mi cara para que no dejara de besarle. - No quiero perderte.

- Estoy aqui. - le volvía besar. 

Si, estaba allí.

Pero él que no está ahora eres tú.

Jack, se supone que ya no siento amor por ti, ¿Por qué mierda me dueles tanto?

Luna no sabía que estaba pasando, ella solo estaba allí, abrazándome. Hasta que sentí otros brazos, eran de mi hermanastro, y este si se atrevió a preguntar, pero solo con sentir el movimiento de su mandíbula, hable.

- Ha muerto. – sentí mi garganta seca, hecha un nudo. Sus brazos me envolvieron y me adentro a la casa, subiéndome al cuarto y sentándose en la cama conmigo. – Esta muerto.

- Por lo menos sabes que nunca te dejó de lado. – sentí sus manos acariciando mi cabello. Mi día no iba abierto en popa, pero todo estaba mejorando, y esto...

Definitivamente me cagó el alma.

Definitivamente me cagó el alma

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