42 - Paraíso

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Mathias Reeves

Abrí los ojos, provocando un dolor de cabeza automático, haciendo que los cierre rápidamente otra vez. Los volví a abrir, lentamente, acostumbrándome a los colores claros que tenía la habitación donde me encontraba.

Era la habitación de Sam. ¿Cómo llegue aquí? ¿Abre caminado drogado por las calles de Sunrise hasta llegar a su casa? Y de igual manera, si me vio, me tenía que haber golpeado en el instante.

- Buenos días. - la puerta del baño se abrió, dejando ver ese hermoso cuerpo cubierto por una toalla. - Me debes una explicación muy buena para lo que paso anoche. - pero yo no preste atención a lo que dijo, mi mirada cayo en su rostro, ¿le pegue?

- Sam, ¿y esos golpes? - ella quedo seria, sin expresión. - Iré a la policía, no puede ser. - me levante de la cama, y frene al oír como se burla de mí. - ¿Qué es tan gracioso?

- ¿Crees que me pegaste? Mathias, de tan solo alzar tu dedo te hubiera puesto de llanta para el auto de Dylan. - se cruzó de brazos y se recostó del marco de la puerta del baño. - Esto me lo hizo Sharon y sus amiguitas, pero tranquilo, ellas quedaron mucho peor que yo.

Ella no puede imaginarse el alivio que acabo de sentir en mi interior, paz mental restablecida amigos.

- Pero eso no te salva de que me debes una gran explicación. - me senté en la orilla y ella se colocó frente a mi.- ¿Por qué fuiste sin avisar?

Tome aire, sé que me va a pegar sea cual sea la respuesta.

- Sabía que Sharon es capaz de hacer que no te otorguen la beca, por eso desde que Sebastián me dijo lo que paso, Salí corriendo para intentar que no hablara, y creo que me salió mal la jugada. - paso mi mano derecha por mi cabello. - no sabía qué se iba a tornar tan mal, y lo siento por defraudarte.

Se acercó más a mí, sus piernas se colocaron a cada lado de mi cuerpo y el resto de su cuerpo se posó sobre mis muslos. La verdad pensé que me golpearía, aunque sea una vez, pero en cambio, recibí un abrazo.

- ¿No estas enojada? - ella negó, tenía su cabeza en el hueco de mi cuello, su piel estaba fría, gracias a la ducha. - ¿Ni un poquito?

- ¿Quieres que me enoje? - alejo su rostro, pero sus brazos reposaban sobre mis hombros y la cercanía que teníamos me estaba subiendo la temperatura corporal. Yo negué ante su respuesta y sonreí. - ¿Qué recuerdas de anoche?

- La verdad es que nada, después de hablar con Sharon en la cocina y beber algo de un vaso, todo es borroso. - puse mis manos en el colchón, aguantando el peso de mi torso en ellas. - ¿hay algo que deba recordar?

- Bueno. - ella ejerció más peso sobre mí, doblando sus piernas, pero seguía sobre mí, podía sentir sus pies haciendo presión en el interior de mis muslos. - no dejabas de mencionar mi nombre, desde que te encontré hasta que te dormiste. - sus labios rozaron los míos, y sonrió. - ¿Qué pasaría si te digo que me toque yo solita en el baño anoche, solo pensando en que pensabas en mi hasta soñando?

Sus ojos me miraban, está jugando conmigo, bueno, más bien con lo que tengo bajo los pantalones. Esa pregunta me tomo muy desprevenido y sentir su cuerpo húmedo sobre mí, sus movimientos de cadera, lentos pero notorios, ya veo.

- Tenías que despertarme. - se me estaba acabando el aire, ella dejo su pecho caer sobre el mío. Dejo todo su peso sobre mí, y yo estaba perdiendo mi auto control, la toalla no era que cubría mucho tampoco.

Ella rio. Su mirada viajo por todo mi rostro, yo no tenía camisa ni pantalones, solo traía mis bóxer. Perfecto.

La tome desprevenida y la coloque bajo mi cuerpo, haciendo que su risa sea más fuerte, pero lo suficiente para que se quedara entre las cuatro paredes.

- Eres muy manipuladora. - eleve sus piernas, haciendo que quedaran a la altura de mi cintura, y empecé a besar su cuello.

- Y tu muy manipulable. - mordí su oreja, suavemente y sonreí.

- Te recuerdo que solo tienes una toalla cubriéndote. - murmure en su oído, haciendo que mi aliento chocara con su piel.

Baje mis manos por sus piernas, adentrándolas bajo la toalla, llegando a su pecho. Al parecer alguien tiene frio, o esta prendida.

Sus manos tiraron de mi cabeza, estampando sus labios contra los míos. Pero esto no era por pasión, no, era otro tipo.

Metí mis brazos bajo su espalda, abrazándola, ella hizo lo mismo con mi cuello. Se había asustado, había estado muy nerviosa, lo sabía. La preocupe demás.

- Prométeme que ninguno haremos nada a espaldas del otro. - susurro sobre mis labios, sonreí.

- Te lo prometo, princesa. - y la volví a besar.

Ella me empujo, quedando sobre mí, y retiro la toalla de su cuerpo. Trague saliva, no es fácil tener la octava maravilla del mundo sobre ti, mirándote con deseo y mordiendo su labio levemente, provocándote.

Sus besos empezaron en mi cuello, mi respiración se estaba volviendo pesada, sentir sus manos metiéndose bajo mi única prenda de ropa me estaba acelerando la adrenalina. Pero lo siguiente que sentí me llevo a las nubes.

Deje mi torso caer en la cama del todo, tomando una almohada y poniéndola bajo mi cabeza, para poder apreciar su cabello marrón envuelto en mi mano y esos ojos marrones cargados de cafeína mirándome.

Pero no me iba a venir asi, negativo.

La tire por su cabello, con cuidado, y la acerque a mí. Mis besos terminaron en su cuello, la coloque de espaldas a mí, recostada en la cama, apoyada en su lado derecho.

Pase mi mano desde su hombro hasta su pierna, elevándola, dándome paso a sentir el interior de la diosa que tengo de frente, dándome su espalda, a la cual le proporcione unas cuantas mordidas.

Sentir su piel tocando la mía, me pone demasiado. La mano que ante estaba en su pierna elevada, ahora estaba en su pecho, apretándolo y sus gemidos estaban siendo apaciguados por una de sus manos, mientras que la otra, traba de mi pelo.

Mierda, ya casi, joder.

Gruñí al sentir como estaba a punto de venirme, y ella lo noto. El agarre en mi pelo aumento, dándome a entender que ella estaba a punto, asi que baje mi mano y empecé a masajear y tocar allí debajo, provocando que soltara mi cabello y tomara mi muñeca, pero no vas a detener que te haga venir, princesa.

Sus gemidos salieron por medio segundo, ella había quitado la mano de su boca, y yo tuve que reaccionar, tapándosela mientras seguía moviéndome.

Hasta que yo llegue.

Y la puerta empezó a ser tocada, mierda, mierda, mierda.

Ambos nos levantamos rápidamente, y ella me metió al baño con su toalla y mi bóxer. Oí que abrió la puerta unos momentos después.

- ¿Qué hacían? - ese era Michael.

- Él se acaba de meter al baño, recién abrió los ojos. - claro que sí, recién me despierto y ya te hice venir.

- Claro, bueno, aquí hay una pijama que Dylan le presto, bajen a desayunar, tenemos partido más tarde.

- Si, como sea.

Oí la puerta de la habitación cerrarse, y después la del baño abriéndose.

- Entonces, ¿recién me levanto? - me mire, recostado de la pared.

- Si quieres le digo que te viniste adentro mientras ellos hacían el desayuno. - me congele. Olvide el condón, mierda, no puedo ser padre. - tranquilízate, le escribiré a luna que me lleve una al partido, respira, no estoy en mis días fértiles. - se estaba burlando en mi cara.

Ahora estaré nervioso hasta que le baje el periodo.

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Criada por ellos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora