Diego terminó de hacer sus compras y aún seguía con la conversación, bueno, conversación no fue, más bien pensando en el discurso de la chica morena. Qué quería decir con eso? Quiénes eran y por qué sabían lo que pasaba con Roberta? y... qué había dicho de Claudia? En la parte del discurso donde la mencionó tenía los ojos inyectados en sangre y ni siquiera conocía a esa chica.
Dejó sus pensamientos de lado cuando aparcó el coche frente a la casa. Sacó la compra y fue directo a la casa, pero cuando fue a abrir la puerta se dio cuenta de que había dejado las llaves dentro de la casa, así que tocó al timbre. Esperó y esperó y nadie le abría. A lo mejor Roberta sí se había tomado en serio lo de no recibirle... Comenzó a golpear la puerta llamando a Roberta pidiéndole que le dejara entrar.
- No creo que así te funcione mucho
Diego: -voltea para ver quién le habló y se pone furioso- Y tú qué caraj.os haces aquí baboso?!
- No te vine a ver a ti, así que esfúmate -lo aparta de la puerta para llamar él pero Diego se queda mirando lo que lleva en la mano, su furia crece y se lo quita bruscamente.
Diego: Para quién se supone que es esto imbé.cil?... -agita el peluche en sus manos. Aún así trata de controlarse, respira hondo- Mira Simón, no sé qué buscas aquí pero lárgate. Lárgate antes de que me arrepienta de ser tan diplomático....
Simón: Diego no me das ningún miedo. Sigues siendo el escuincle de prepa que una vez le quite la chava -agarra el peluche de las manos de Diego- Y estoy cerca de volverlo hacer -añadió con un gesto de superioridad- Además... está vez trae regalito -dijo riendo mientras mueve el peluche, haciendo clara referencia a la niña.
Diego quizás con mucha respiración e intentos de relajación puede controlarse con respecto a Roberta, pero con su hija no admite ni una. Se abalanzó sobre él proporcionándole un puñetazo en la cara. Se separa un poco para ver la sangre brotando de la nariz rota de Simón, y antes de que éste pudiese defenderse se lanza sobre él y le da un puño en las costillas. Pero Simón, manco no es, tira el peluche al lado de donde Diego había dejado la comida y comienzan a pelearse hasta que un grito y un llanto los separa y los hace voltear para ver quién ha llegado.
Roberta camina hacia la puerta sin mirar a ninguno de los dos, cargando a Lucía que va llorando porque su papi lleva sangre en la cara. Entra en la casa y deja a Lucía en su cuarto ordenándole que no salga, la niña se queja pero se sienta haciendo pucheritos mientras su mama se va abajo con los luchadores.
Abre la puerta principal y los encuentra sentados en los escalones de la entrada, discutiendo.
Roberta: -hace una seña a Diego- Entra
Diego todo contento se dirige hacia la puerta molestando a Simón, pero cuando entra, ve que ella se queda fuera y se le queda mirando de forma interrogante.
Roberta: Te dije que entres -sale de la casa y cierra la puerta, sentándose al lado de Simón.
Mientras, al otro lado de la puerta Diego sigue quieto mirando la puerta, ahora, cerrada, con los ojos muy abiertos sin poder comprender lo que estaba pasando.
Diego: -reacciona- Eres un tarado Diego, de veras que eres un tarado -se pega de cabeza contra la pared hasta que voltea y ve una personita en la escalera agarrando con fuerza su peluche de Tigger, se pone de cuclillas y abre los brazos- Ven aquí princesa
Diego: No, no, no señorita. Usteed me tiró -dijo con dramatismo actuado.
Lucía: Nooo, fuiste túu -le saca la lengua.
