Roberta: MiaaaaAAAAAAaaaAAAAAA!!!!
Alma: Ya deja de gritar Roberta, no ves que no está aquí! Ya hablaremos mañana con ella. Es tarde y estoy cansada. Me voy a descansar. Buenas noches mi reina -se despidió con un beso y se metió en una de las habitaciones.
Cuando Roberta se dio cuenta de que se había metido en su habitación, Alma ya estaba durmiendo y no quiso despertarla, así que no le quedó más remedio que dormir en la habitación de Mia.
Agarró uno de sus peluches fuertemente esperando que éste le diese fuerzas para enfrentarse a Diego al día siguiente. Alma tenía razón, debía luchar por lo que sentía... el amor duele... pero a la vez es lo único que nos mantiene vivos.
En esos momentos, Diego daba vueltas por su depa. Pensaba en Roberta... en que ella probablemente estaría con Alejandro, seguramente ya casada... sintió una punzada de dolor en el pecho propio del desamor... él ya conocía esa sensación. Roberta y él siempre estuvieron a la greña en la escuela, que si sí, que si no... que si te odio, no te soporto, aléjate de mi, muñequito de plástico, loca... y de ahí pasaron a los te quiero, te necesito, no me dejes nunca, bebe, chiquita... Tenían una relación amor-odio desde el principio, se amaban con locura pero a veces eso no es suficiente... o sí?
Seguía caminando por su depa. Estaba nervioso. Había citado a su secretaría ahí después de mucha insistencia por parte de ella. Él sabía perfectamente lo que quería ella de esa noche... pero por su parte no estaba tan seguro... quería olvidarse de Roberta, como mínimo sacársela de la cabeza aunque fuesen unos instantes pero se le hacía imposible. En ese mismo depa... hacía tan solo una semana... había sido taan feliz con Roberta.... "Basta!", se dijo, "ella... mentía... sólo actuaba..." se repetía a él mismo. Pero nadie más que él sabía el dolor que le producían esas palabras, y sobretodo, sentir que eran verdad.
Cuando su secretaría llegó, no reparó ni un minuto en el resto de la casa, se abalanzó directamente sobre Diego, buscando su boca con desespero mientras con sus manos ya recorría el ansiado cuerpo de su joven y apuesto jefe, algo que incomodó a éste.
Diego: Carla ya... -dijo en un instante que había logrado separarla unos centímetros de él- Vamos a cenar antes, no? -se resistía.
Carla: Eh?... -mientras no dejaba de besar su cuello- Para qué perder el tiempo muñeco?
Diego: -se tensó- No me llames así -dijo bruscamente sintiendo nuevamente una punzada de dolor que no lo dejaba respirar.
Carla: Está bien, me da igual como quieras que te llame... sólo quiero que me hagas tuya esta noche -volviendo a besar su boca apasionadamente mientras lo empujaba y caían en el sofá.
Estuvieron un rato besándose y acariciándose, más bien, acariciando ella a Diego, puesto que él se mostraba mucho más pasivo. A ella no le importaba lo más mínimo mientras pudiese tenerlo dentro de ella pero... algo no iba bien.
Carla: ...Oye... -quitándose de encima de Diego- tienes algún problema? -dijo señalando su entrepierna, que ni se había inmutado a sus caricias.
Su amiga Paula debía haberle mentido con todas esas noches de pasión que dijo que había pasado con este chico, que era lo más lejano a un buen acompañante en una noche de pasión. Aunque cabía decir que el chico estaba como quería...
Diego: No... no sé qué me pasa... Será mejor que lo dejemos para otro día, sí? O ya mejor olvídalo, nunca debí haber aceptado esto, fue una estupidez.
Carla: Sí ciertamente sí, me has hecho perder el tiempo. Pero no te preocupes si un día se arregla... lo tuyo... no dudes en llamarme -le guiñó un ojo y salió del depa, dejando a Diego sólo y confundido.
Diego: -hablando para sí mismo- Soy un patán... Qué onda Diego, pensabas olvidarte de Roberta con esa golfa? No le llega ni a la suela del zapato... -hablando a una Roberta invisible- Por mucho daño que me hagas... Siempre te voy a amar, Roberta... tendré que aprender a vivir con este amor... sin ti... -se echó en su cama y se quedó dormido, pero no por mucho tiempo ya que una pesadilla rompió su sueño.
** Diego vestido con ropas andrajosas, con una botella de vino en una mano y un cigarrillo en la otra. Odiaba aquello en que se había convertido. No era más que un inútil. La gente lo miraba con desprecio al pasar y algunas personas murmuraban a su alrededor: "Esa Roberta hizo bien en abandonarle, me dijeron que ya tuvo su segundo hijo, se la ve muy feliz con su marido"
De repente, en el sueño, Diego aparecía en una lujosa casa, con un inmenso jardín y una bonita alberca. Había niños jugando y muchos globos, parecía que celebraban algo. Y ahí estaba ella, Roberta, sentada con un bebe en brazos, al lado de un hombre que la abrazaba. Se veían muy felices...
Roberta: Alejandro menos mal que me perdonaste, no sé ni cómo pude estar con ese... ese...
Alejandro: Ya amor, no pienses en eso. Somos felices. Tenemos dos bonitos hijos, nos queremos... Qué importa lo demás?
Diego: Robertaaaaaaaaaaaaaaaa, Roberta mi amor... -dijo sollozando- yo te amo... por favor... vuelve...
Pero Roberta no le oía, ni siquiera le veía, y Diego la observaba mientras reía por algo que su amado esposo le había dicho.
Roberta: Sí verdad? Yo tampoco sé qué le vi. Siendo un Bustamante no se podía esperar mucho de él, mira como acabó su padre! **
Diego despertó sobresaltado y gritó rompiendo el silencio que reinaba en su departamento.
Diego: No! No puedo permitirlo.... Quizás aún... esté a tiempo... de decirle que la amo... aunque sea por última vez... aunque no sirva de nada y ella siga con... con ese... -y por fin, después de más de una semana sin pisar ese depa, decidió visitar a Mia para que le dijese dónde podía encontrar a Roberta.
Él no sabía nada de su vuelta a NY, simplemente cuando llegó a su depa después de pasar unos días en el de Miguel, no encontró su ropa, ni nada suyo. Pensó que había vuelto con Mia pero Miguel se lo negó. No quiso preguntar más... hasta ahora.
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