Capitulo 42

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Diego llegó a su casa preguntándose aún qué era lo que había querido decir Roberta. Se puso ropa cómoda y se echó en la cama mirando el techo. Sabía que no se estaba portando bien. Pero las cosas tampoco eran fáciles para él.

Su empresa finalmente, después de multitud de ofertas rechazadas, había aceptado fusionarse con la empresa de Antonio de la Rua, una agencia de modelos con ansias de expansión. Después de una brillante gestión durante un año, el hombre decidió retirarse y cederle el puesto a su ambiciosa hija, Claudia. La joven estaba contenta con su cargo de poder pero no aceptaba tener que codirigir la empresa con Thomson, cosa que al viejo Jim le traía sin cuidado e ignoraba sus berrinches de niña rica y caprichosa cuanto podía.

Ahí es cuando entraba Diego en acción. Jim pretendía tomarse un tiempo de excedencia, es decir, no se retiraba, pero se iba a tomar unas vacaciones indefinidas con su familia. Él quería que Diego, al que consideraba un hijo, ocupase su lugar por ese tiempo. Diego recordó la conversación que había tenido con su jefe el día que llegó de Veracruz:

Diego: QUÉ!? Jim estás loco? No y no! Hay miles mejor que yo... es mucha responsabilidad! -exclamó al enterarse de las pretensiones de Thomson.

Jim: Nadie como tú, Diego -admitió tranquilo- Y sé, estoy completamente seguro, que lo vas a saber hacer mejor que nadie.

Diego: No, Jim, por favor. Yo estoy bien así como estoy. Trabajo en algo que me gusta y tengo tiempo para disfrutar de mi familia, no puedo ocuparme de todo -comentó más tranquilo, de nuevo sentado en el cómodo sillón de cuero negro del despacho de su jefe.

Jim: Diego, tu trabajo es que todo salga bien y para eso hay encargados de departamento. Ellos te entregarán sus informes y tu firmarás. Realmente no harás más que firmar o no firmar, tus decisiones irán a misa.

Diego: Y por qué no lo haces tú desde Niza?

Jim: Crees que voy a ir a la bella Francia para ocuparme de trabajo? -preguntó sarcástico.

Diego: No pero...

Jim: Diego, quiero que vigiles a Claudia. Que seas su sombra. Está niñita no tiene ni idea, con esfuerzo se graduó, o quizás le compró el título su papi, pero desde luego no sabe manejar una empresa. Claro que podría encargarme yo del trabajo, pero no podría ocuparme de ella. Por eso te lo estoy pidiendo a ti.

Diego: No sé Jim yo... necesito pensarlo... no sé si...

Jim: Diego a más tardar me gustaría irme en un mes. Y tengo que realizar algunos trámites para que ocupes mi lugar. Así que convendría que me lo dijeras ya... -en ese momento se abrió la puerta de golpe y los dos hombres miraron a la persona que había entrado a toda velocidad.

Claudia: SE PUEDE SABER QUÉ HACE TRATANDO TEMAS DE LA EMPRESA SIN MI PRESENCIA!!!!!

Jim: Hola Claudia, cómo estás? Tú siempre tan simpática -sonrió irónico- Verás, no creo necesitar tu permiso para tomarme unas vacaciones. Pero ya que estás aquí, te diré que estaba ofreciéndole mi puesto a Diego.

Claudia: A Diego? Y qué ha dicho él? -dijo mientras le dirigía a Diego una mirada llena de lascivia.

Jim: Que sí -dijo firmemente ante la mirada atónita de Diego, lo miró y ante los balbuceos de Diego decidió continuar por él- Está encantado con la idea. Vais a tener que trabajar juntos y poneros de acuerdo en la decisiones que así precisen. Todo hasta que yo regrese, claro.

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