Capitulo 49

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- Te vas a arrepentir -dijo una voz en el pasillo que hizo que Roberta voltease.

Roberta: Eso no lo sé, Miguel. Quizás sea lo mejor

Miguel: -se acercó a ella- Roberta, piensa lo que dices

Roberta: Precisamente porque lo estoy pensand...

Miguel: -la interrumpe- No. No lo estas pensando. Porque si lo hubieras pensado fríamente verías que alejar a una niña de un padre que la adora es lo peor que puedes hacer por ella.

Roberta: Yo no puedo seguir aquí y ver como él está con esa tipa.. -hizo una mueca de desprecio.

Miguel: Entonces estás pensando en lo mejor para ti, y eso es egoísta -en ese momento, una persona se acercó por el pasillo y se quedó escuchando- Si lo tuyo con Diego no funciona algún día, tendréis que afrontarlo como personas adultas y no yéndote con tu hija lejos.

Roberta: Miguel tú no entiendes. Además lo mío con Diego no funciona, presente. No futuro.

Miguel: Te equivocas Roberta porque... -alguién lo interrumpió.

- Déjala Miguel -los dos voltearon a ver a esa persona y Miguel aprovechó la oportunidad para desaparecer sigilosamente con un inaudible "con permiso".

Roberta: No quiero hablar contigo -volteó de nuevo con sus maletas pero él la detuvo del brazo.

- No te puedes llevar a mi hija -sentenció.

Roberta: Es mía también -dijo aún sin mirarlo a la cara.

Diego: De los dos -corrigió- No lo voy a permitir

Roberta: Escúchame bien Diego -advirtió mirándolo a los ojos con una mirada desafiante- Yo soy la que no te va a permitir nada -caminó hacia el salón ignorando su reproche y fue hasta la niña- Nos vamos, mi amor.

Lucía: A none? (= donde)

Roberta: -se agachó frente a ella- A la playa, quieres? -preguntó mostrando su mejor sonrisa.

Lucía: Paya? Siiiiii -gritó entusiasmada, después miró a su padre que miraba la escena desde el umbral de la puerta y corrió hacia él y le estiró del pantalón- Papii verdad que vamos a la plaayaa?

Diego: Princesa yo no.. -empezó a decir.

Roberta: Él no viene, cariño. Tiene mucho trabajo que hacer -dijo enfatizando la ironía del comentario, algo que Diego notó y la fulminó con la mirada.

Diego: Creo que podré hacer un huec..

Roberta: NO! -miró a Lucía- no, verdad? Dile a papi que el trabajo es lo primero.

Lucía: Papi el tabajo es lo pimero -mirando a su padre desde abajo.

Diego: Pero hay otras cosas más importantes que el trabajo, chiquita -dijo sin dejar de mirar a Roberta.

Lucía: Mami dice que hay cosas más impotantes -mirando a su madre.

Roberta: Sí, como la fidelidad quizas.

Diego: -entredientes para que Lucía no escuchara- No metas a la niña en tus películas mentales -recriminó.

Roberta: Películas mentales? ... PELÍC... -se dio cuenta de que iba a alzar demasiado la voz y le hizo una seña a Mia para que se llevara a Lucía de ahí. Una vez habían desaparecido retomó la conversación- Cómo puedes llamarle películas mentales a lo que yo vi con mis propios ojos?

Diego: Qué viste tú, eh? Qué viste? Claudia me besó. Y eso qué? Si yo hubiese participado te aseguro que no estaría aquí -le espetó.

Roberta: Claro, ahora resulta que no eres tan cínico como pareces. Como no, tú no participaste, te obligó la mala de Claudia. Habría que avisar a la profe para que la castigue -lo miró irónicamente.

Diego: Me alegro que en estos momentos conserves tu sentido del humor -dijo fríamente.

Roberta: Sí, sólo me queda el sentido del humor ante tanta falsedad.

Diego: Yo soy el falso? -la miró con los ojos abiertos- Creo recordar que te he contado cada paso que he dado y si hay algo que quieras saber sólo tienes que preguntarlo porque no tengo nada que esconder.

Roberta: Sí eres un falso. Sí. Porque regresamos a México, según tú, por "un trabajo muy importante" -hizo una pausa para retomar el aire sarcástico en su voz- Oh, pero claro, disculpa, no mentiste, sólo ocultaste quién era a la que te ibas a trabajar.

Diego: -suspiró pesadamente- Roberta, escúchate...

Roberta: Ya me escucho, gracias -repuso fría.

Diego: Pues piensa lo que dices por el amor de Dios! -espetó frustrado- Yo nunca.. -empezó a decir pero se detuvo respirando hondo hasta que, abatido, dijo- Sabes? Haz lo que quieras.

Roberta: Qué propio de ti!! Me decepcionas y encima te haces la víctima!?

Diego le iba a contestar pero Miguel interrumpió seguido de Mia para anunciar que ya debían volver a su casa. Se despidieron y Roberta acostó a Lucía porque ya se había hecho de noche y no era aconsejable salir en esos momentos.

Roberta bajó de nuevo a la sala y se encontró a Diego de pie frente a la cristalera que daba al jardín mirando pensativo con las manos en su espalda. No sabría explicarlo pero había algo en Diego que le hacía parecer sincero, quizás era su mirada directa y fulminante o la manera que hablaba sin titubear. Daba la impresión de que no ocultaba nada. Pero Roberta simplemente protegía su corazón y el de su hija. O eso intentaba, porque si lo suyo no funcionaba, Lucía se iba a ver en envuelta entre sus problemas y pensaba que sería mejor para la niña que fuese ahora, que era más pequeña y no sabía bien qué era lo que pasaba a su alrededor. No?

Caminó lentamente y se acercó a él por detrás. Diego podía ver su reflejo en el cristal pero no dijo nada. Ella se acercó un poco más dejándose llevar por el inconfundible aroma de él pero enseguida vinieron a su cabeza recuerdos de esas últimas semanas y se apartó sacudiendo la cabeza.

Roberta: Dónde vas a dormir? -preguntó nerviosa.

Diego: Contigo -volteó hacia ella y la miró directamente a los ojos.

Roberta: Ni lo sueñes -dijo firmemente recuperando la compostura- Me refería a que si ibas a dormir en esta casa o en la nuest... en la otra -rectifícó.

Diego: En la nuestra? -preguntó sabiendo perectamente que se refería a esa- La compramos para estar juntos los tres. Y si estáis aquí, tengo que estar aquí.

Roberta: No, eso no es del todo cierto. En primera porque no sé si fue esa tu intención al comprarla, pero desde luego hemos pasado poco tiempo juntos ahí -él intentó responder a eso pero ella siguió hablando- Y EN SEGUNDA -en un tono más alto para que se escuchara sobre su voz- no tienes que estar aquí por obligación. Seguro que hay otras personas que te necesitan más, no?

Diego: -ignoró la indirecta- No me quedo por obligación. Quiero estar aquí -decidió devolverle alguna de sus indirectas- A menos que esperes a alguien...? -la miró sin poder contener la chispa de celos que asomaba en sus ojos.

Roberta: Qué insinúas?

Diego: Que a lo mejor quieres que me vaya y te deje el camino libre con Simon -hubo un silencio durante el cual no dejaron de mirarse fijamente- No lo vas a negar, no? -otro silencio, bufó- Perfecto -la miró por última vez y se fue a la habitación donde dormía su hija para acostarse a su lado.

Mientras, Roberta seguía en la sala, se había sentado en el sofá pensando porqué no había contestado a su ataque. Se echó hacia atrás pero encontró un obstáculo. Palpó con las manos y estiró, era la chaqueta de Diego, la debía haber dejado ahí cuando llegó. Se tapó con ella dejándose embriagar por la esencia imaginando que la chaqueta era Diego que la acunaba en sus brazos, como hacía tiempo que no hacía.

Roberta:-suspiró- Te dejaré que pienses que entre Simon y yo hay algo... Te mereces unpoco de lo que tú me has dado.. -y con un último suspiro se quedó profundamentedormida, hasta que un llanto, unas horas después, interrumpiese su sueño 

RecuerdasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora