-XI-

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El Alma Furiosa puso rumbo hacia Hispania, como un año antes, cuando llegaron y Harry capturó a Louis, aunque en esa vez había sido todo desconocido, ahora estaban preparados pues el nuevo aprendiz les había puesto al tanto de todo.

Cuando ya llegaban una semana de viaje, se encontraron con una pequeña embarcación mercante que transportaba víveres pero por orden de Harry, no los molestaron y los dejaron seguir su rumbo pues no iba a arriesgar su tripulación y su barco por un pequeña mercancía, cuando le esperaban grandes riquezas más allá.

En cada turno, Louis terminaba agotado pues entre el trabajo duro del barco, los dictados del capitán que seguía encargando para sus memorias, estaba el rehuir el acoso interminable de los piratas que babeaban por él.

Liam lo protegía pero aún así, había quien se atrevía a intentar algo cuando este no vigilaba, amenazando de muerte al ojiazul, si este habría la boca.

En una de las ocasiones hasta se lastimó una mano peleando con uno de sus acosadores pero mintió diciendo que se lo había hecho arriando las velas.

Harry vivía evitandolo pues el muchacho se había puesto todavía más atractivo y verlo sin camiseta y con su torso bronceado, mostrando sus músculos ahora pronunciados, lo traían muy alterado y no podía pensar con claridad.

Louis también luchaba contra sus instintos, sus votos se iban a la mierda en cuando Harry andaba cerca pues el imponente capitán le quitaba el sueño, ya que cada vez le parecía más apuesto y valiente, aunque lo creía  inalcanzable.

El ojiazul no lo notaba que su capitán si reparaba en sus progresos, además de en su físico, le parecía increíble que Louis fuese tan inteligente y adquiriese tanta experiencia en la aplicaba de los conocimientos aprendidos durante el invierno.

Gracias a Niall y a su constancia, el ojiazul manejaba muy bien la espada y los puños, eso también le servía además de tener a los acosadores a ray, para defenderse en la lucha con los adversarios, aún así, éste siempre dormía con un cuchillo en su bota y amenazaba con cortarle las pelotas al que intentase forzarlo.

Durante más semanas, navegaron llegando por fin a la tierra Hispánica, uno a uno visitaron los pueblos costeros, robando a su paso todo lo que pillaban e incluso algunos de los hombres, llegaban a intimar con mujeres pueblerinas y de los prostíbulos.

Durante el mes que pasaron en Hispania, saquearon templos en los que Louis les contaba sus secretos de tesoros escondidos bajo el altar, los enterrados en las tumbas de obispos y pasadizos ocultos.

También bebían y comían en cantinas de los lugares, en donde atemorizados hombres y mujeres servían a los extranjeros.

Louis sentía mucha repulsión por sí mismo pues esas gentes eran igual que él pero en el fondo, a pesar de todo seguía siendo un esclavo y el Capitán no lo dejaría con vida, si lo traicionaba.

Cuando llegaron al Templo donde Louis estuvo durante años, Harry le ordenó permanecer fuera con otros hombres vigilando, por aquello de que le removiera recuerdos o cosas así.

Lejos de eso, el ojiazul lo desobedeció y entró al Templo, vio que todo estaba patas arriba y los monjes yacían muertos en el suelo bañado de sangre pues muchos de ellos se habían resistido y terminaban con la espada clavada.

El muchacho lloró al ver todo aquello, una cosa era luchar contra otros piratas o marineros mercantes o incluso gentes del pueblo que se defendían del ataque pero esos eran sus semejantes, eran indefensos monjes siervos de Dios, como él lo había sido.

Éste no se dio cuenta pero uno de los monjes que estaba en el suelo se levantó cuando él pasó de largo, entonces cogió un gran tronco de madera y le golpeó la espalda.

Louis se giró rápidamente con su espada alzada dispuesto a luchar pero se encontró con una sorpresa muy desagradable.

—¿Louis eres tú?...¿Qué haces con estos piratas?.

A pesar del gran golpe en la espalda el ojiazul se incorporó y reconoció al monje.

—Padre Ángel...escondase o lo matarán... váyase de aquí—dijo para persuadirlo.

—Eres una vergüenza para los católicos—habló molesto el viejo monje—…te quemarás en en infierno por hereje.

El hombre aún seguía con su garrote en mano en dirección a Louis, Harry que había escuchado las voces en esa dirección, al ver eso temió por la vida de Louis y clavó su espada en la espalda de monje, entonces este soltó el garrote y miró fijamente a los ojos de Louis, el cual en su último aliento le dedicó la palabra "pecador" , antes de caer desplomado en el suelo.

—¿Estás bien, pequeño?... ¡Creí haberte dejado claro que no entraras!—Gruñó Harry molesto.

— Si, lo siento—dijo Louis corriendo a abrazar a Harry, el cual se quedó helado sin saber como actuar, ya que a su nariz llegó el olor a jabón que usaba este, junto con su propio aroma natural, que era un olor exquisito.

Finalmente sonrió y le palpeó la espalda pero este entonces soltó un leve quejido.

—Vamos ...estás mal herido... regresamos con los demás— habló el Capitán preocupado—...salgamos de aquí.

30. Mi ardiente capitán- Larry Stylinson💛 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora