Cachorrita

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-Eres malvada, ________-me decía Niall entre risas.

-Te juro que mi intención no era hacerla rodar por la colina a pesar de que me caía severamente mal.

Rió otro poco.

-Pobre chiquilla-dijo él.

-¿Pobre?, se lo merecía la maldita, me cortó el pelo y en otra ocasión me tiró papilla encima-expresé con un dejo de indignación.

-¿Cuántos años tenían cuando la papilla?

-Cinco.

-¿Y cuando la tiraste por la colina?

-Siete.

Me miró, repimiendo la risa pero después se rió de todos modos.

-Yo una vez-decía Niall-, puse un cojín ruidoso en el asiento de un niño que siempre me molestaba. Y todo estaba en silencio.  Cuando él se sentó, el cojín hizo: ¡Prrrrrrrrrrr!, y yo estaba que me partía de la risa. El gusto no me duró mucho porque yo fui el único que se rió en todo el salón. Nadie se atrevía a molestar a aquel niño gordinflon, era el rudo de la clase.

Me reí y luego pregunté.

-¿Qué pasó después?

-El niño me miraba con una cara de "voy a matarte", pero eso sólo me dio más risa, parecía un Bulldog enojado. Lo siguiente que vi fue mi cara contra la mesa-dijo con desilusión fingida y soltamos una risa colectiva.

Así estuvimos Niall y yo durante buena parte del día; contando anécdotas y cosas así. Lo ayudé a organizar su casa, de cualquier manera yo no tenía nada para hacer así que pasé el día con él. Almorzamos carne y arroz que su madre había dejado en refrigeración. Niall me dejó en mi casa cerca de las siete de la noche.

El aire estaba empezando a ser frío y Niall me había puesto su suéter sobre los hombros.

-Gracias por traerme-le entregué su suéter.

-No es nada. Gracias a ti no estuve solo y aburrido en mi casa.

Le di un abrazo y aproveché que estaba cerca de su oído para susurrar:

-Tenemos que comprar más condones.

Niall sonrió de manera perversa y dijo:

-Por supuesto. Yo me encargo-me dio un apretón en una nalga. Eso me sorprendió. Me giré hacia el edificio, esperando que el conserje no haya visto eso. Para mi fortuna cuando abrí la puerta, el hombre estaba de espaldas a la entrada viendo unos papeles.

-Buenas noches-dije, sin evitarlo miré a la calle y Niall estaba aún ahí, cuando me miró me dijo adiós con la mano y lo vi marcharse. ¿Por qué seguía ahí?

-Buenas noches, señorita. Oiga, le dejaron un sobre aquí-sacó el sobre color manila de entre los papeles que estaba arreglando.

-Gracias-el sobre era liviano, parecía que nisiquiera llevaba algo dentro. Esta vez, llamé al elevador.

Mientras el marcador anunciaba los pisos que subía, observé el sobre pero sólo tenía un sello de paquetería y tenía una una estampilla blanca con mi nombre impreso.

Puse el sobre bajo mi brazo y busqué mis llaves para abrir la puerta. Cerré la puerta detrás de mí. Dejé mi bolso y sin soportar más la intriga abrí el sobre. Desearía no haberlo hecho. Pánico puro e indomable se apoderó de cada parte de mí, retorciéndome los recuerdos de forma dolorosa y esa sensación de miedo regresó de lleno, golpeándome, recordándome que aún no se había ido, que seguía ahí y que podía dominarme a su antojo con sólo esa palabra: Cachorrita.

Tóxico |N. H.| (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora