Capítulo 2 - Amanecer

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Dimensión N° S-004

No dejaba de mirar el techo sobre el. En su cabeza se repetía como una cinta rayada cada cosa que Rick había dicho sobre él hace unas horas. Ya habían pasado cuatro años de que Rick vivía aquí, aunque el seguía tratándolo como basura, Morty quería seguir pensando que lo que sentía en ese momento no era desilusión, desde ya sabía que a Rick solo le importaba... Rick, siempre había sido así. Pero él aun quería creer que tal vez y sólo tal vez en el fondo, le importaba aunque sea un poco a él –quizás también no estaba muy alejado de la realidad–, a Rick.

El rastro de lágrimas ya se había secado.

Su cabeza no dejaba de pensar en eso, mientras más vueltas le daba y más pensaba en eso, se enojaba. Quizás le importaba a Rick, no de la forma que él quería, pero lo hacía. Le dolía aceptarlo, aceptar que era un camuflaje, pero eso solo significaba que aunque Rick dijera lo opuesto, el era importante. Lo necesitaba.

Con esta idea en mente, se vistió rápidamente, tomó una mochila con unas cuantas cosas y salió de su habitación.

Sí Rick decía que no le importaba, el le iba a demostrar lo contrario. Morty haría que Rick lo necesitara, sí o sí. Tenía un poco de miedo y quizás en otras condiciones esa estúpida idea no habría pasado por su mente jamás, sin embargo estaba dispuesto a comprobar su teoría.

De puntillas y aprovechando que todos dormían, fue al laboratorio. Su miraba buscada el lanza-portales, debía apurarse antes de que toda su valentía se fuera por el caño. Era ahora o nunca.

— Maldita sea. —Ladeó la cabeza con molestia y regresó sobre sus pasos.

La pistola de portales estaría en el cuarto de Rick. Con el bastardo de Rick. En la puta bata de Rick. ¿Es qué incluso para fugarse Rick debía joderlo? Suspiró y con el mismo sigilo con el que había bajado, subió en dirección a la habitación de Rick. En cuanto llegó a estar frente a puerta, comenzó a sudar un poco por el nerviosismo que le producía saber lo que estaba a punto de hacer.

Inhaló profundamente poniendo su mano en el pomo de la puerta y abriendo esta demasiado lento para evitar hacer un ruido y que se despertara Rick. Empujó lentamente la puerta, en cuanto entró, escuchó los ronquidos que daba. Rodó los ojos, dejando la puerta junta para no volver a molestarse en abrirla.

Observó de cerca, no parecía tan cruel durmiendo. Se veía bastante sereno y tranquilo, todo lo que jamás sería estando sobrio o ebrio, era igual. Volvió a inhalar con profundidad y se arrodilló y tocó la bata, intentando meter la mano en ella. Un movimiento. Rick se removió bruscamente y giró.

Morty reaccionó tirándose al suelo y metiéndose debajo de la cama, escuchó como se removió y para evitar hacer ruidos y que su propia respiración lo delatara, tapó su boca intentando regular su respiración, escuchó ruidos por parte de Rick, como sí estuviera somnoliento. Para ser alguien que roncaba muy fuerte, tenía el sueño muy ligero. En cuanto dejó de escuchar los ruidos y sentir la misma tranquilidad que hace unos minutos, suspiró con alivio.

Antes de arrastrarse para salir de debajo de la cama, avistó un pequeño brillo detrás del mueble que tenía la lampara. Dejó de arrastrarse para salir, para hacerlo y acercarse esta vez a ese corto brillo por la curiosidad. Estiró lo más que pudo su brazo para alcanzar el objeto y cuando lo tuvo entre sus manos, escuchó como Rick se levantaba de la cama. Sus ojos se abrieron por completo y comenzó a sudar frío. Cerró los ojos esperando a que Rick se asomara y lo insultara, pero solo escuchó un portazo.

— ¿Quién mierda dejó -burp- la puerta abierta -burp-? —Se dijo más para sí mismo sin esperar una respuesta.

Regresó a su cama dejándose caer con fuerza. Morty quería cantar victoria porque no se había dado cuenta que estaba ahí, pero sin más, esperó unos minutos más hasta que escuchó como volvía a roncar ruidosamente. Atrajo el objeto para analizarlo más de cerca.

No lo podía creer.

Era una lanza-portales un poco más pequeña, como de emergencia. Parecía que se había caído de algún lado por lo "escondida" que estaba, no le dió mucha importancia y procedió a salir lo más sigiloso que podía para no despertarlo y que lo encontrara en tan penosa situación.

En cuanto estuvo fuera del cuarto y cerró la puerta, suspiró con algo de fuerza y sonrió orgulloso de sí mismo, no pudo evitar dar un pequeño salto mientras bajaba con rapidez las escaleras, tirando casi todo el sigilo y silencio por la borda. Casi quería llorar de felicidad mientras corría al garaje. Lo había logrado. Y todo antes del amanecer.

The Flesh Curtains [Rickorty]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora