Diez

2.5K 121 34
                                    

Narra Dani.

Ogh, ¿princesa? ¿En serio? Por Dios, si se lo cuento a Jorge no se lo cree. Debo de mantener las distancias con esa chica. Me está convirtiendo en una persona que no soy.

Recibo un mensaje de Judith. Una pelirroja, alta, ojos verdes, labios que hacen maravillas con Danielín...

—Hola Dani, ¿te apetece que quedemos mañana?

—¿Para?

—Para lo que quieras... Ya sabes...

Es muy tentador, pero primero, mañana ya tengo un compromiso,  y yo nunca fallo en citas como este tipo, (aunque es la primera en mi vida), y lo segundo no repito dos veces con la misma chica.

Lo siento nena, tengo otro compromiso.

—No me importa compartir... Es una de mis fantasias.

—La cosa es, que no repito dos veces con la misma chica. 

—¿Me vas a dejar con el calentón Dani?

—No, que vá... Te recomiendo que te compres un vibrador. Dicen que el corsario rosa, va fenomenal. Aunque nunca será con Danielín.

—Eres un capullo que sólo juega con los sentimientos de las chicas.

—Y tú una guarra que se tira a todo lo que se mueve, y no te digo nada. Venga, buenas noches.

Dicho esto, la bloqueo en WhatsApp, y en todas mis redes sociales.
¿De qué va? Yo no le hago daño a nadie, son ellas que se hacen ilusiones, y se montan sus películas.

—Jesús, ¿puedes venir? —le llamo desde mi habitación.

Escucho los pasos por el pasillo, y abre la puerta.

—¿Qué ocurre? —se sienta en la orilla de la cama.

—¿Soy mala persona? ¿hago daño a la gente?

Se queda unos segundos mirándome, y por fin responde.

—Pues claro que no eres mala persona. Eres la mejor persona que conozco. Y a mí, nunca me has hecho daño... Pero por favor Dani, no utilices más a las chicas para saciar tu apetito sexual, ¿vale? Valora a las chicas.

—¿Entonces les hago daño? —pregunté.

—Sí, porque después de haberles utilizado, te deshaces de ella como si nada. Eso hace daño.

—No... No lo sabía. —dije sincero.

—Bueno, pues ya lo sabes para otra ocasión. Y por favor, mañana con Alicia, trata de conocerla, ¿vale?

Asentí, porque la voz no me salía.

—Que descanses. —se levanta de mi cama, y se va cerrando la puerta trás él.

Esto se me está yendo de las manos.

Juro a partir de hoy. Que jamás utilizaré a las chicas para tener sexo. Lo juro, me haré amigos de las chicas de mi instituto, y en las fiestas me controlare.

Ya va siendo hora de que siente la cabeza.

Siento mucho la tardanza. Espero que os guste.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora