Treinta y cuatro

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Narra Alicia.

Después de esté pequeño numerito que he montado en medio del aeropuerto, pasamos por un largo pasillo, que nos lleva directamente dentro del avión.
Dani me dice que me ponga en el sitio de la ventanilla, porque dice que le dan miedo los aviones. Nos sentamos, me pongo cómoda, y miro a Dani, que está bastante tenso.

-¿Qué ocurre?-le pregunté. Él solo me mira, pero no responde-.¿Va todo bien?

-Sí cariño, no te preocupes. Es que no estoy acostumbrado a montar en aviones.-dice mirando por todas partes.

-No te preocupes Dani, estoy aquí. No tengas miedo.-le sonreí, para que viese que todo irá bien-. Dame la mano.-me la agarra con fuerza, y deposita en ella un beso.

Este chico me encanta. Aún no me puedo creer que estemos juntos desde hace dos semanas.
Ordené todos mis pensamientos, y le pude decir que le quiería. No he estado tan segura en mi vida al decir algo.
Le quiero, y estoy enamorada de Dani.

Veo que Dani poco a poco, se va relajando en el sillón, y yo al verle a él, me relajo también. Unos minutos después, el avión comienza a despegar. Dani se incorpora en su asiento, y abre los ojos como platos. Parece un niño pequeño, y yo su madre que intenta relajarlo. Es todo muy cómico. Él parece el típico chulo que no le teme a nada, pero sin embargo, le teme a un avión, el sistema de movimiento más seguro del mundo. Así es él, y así es como me enamoró.

Una media hora después, noto que la cabeza de Dani, está en mi hombro. Yo estaba asombrada por el paisaje, aunque sólo era todo azul, pero de vez en cuando pasábamos por alguna nube, y se veía un arco iris. Le dí un beso en la frente. Estaba guapísimo dormido. Me encanta. Así se le ve más vulnerable. De verdad, adoro a este niño.
Aún tiene cogida mi mano con la suya, con los dedos entrelazados. Sonreí al ver este gesto tan íntimo.
Me subí la música de los auriculares, apoyé mi cabeza en la de Dani, y me dormí.

Me despertó un suave balanceo, acompañada de la voz de la persona que amo.

-Hemos llegado Alicia, mira.-me desperezé, bostecé, me froté los ojos, y miré por la ventana.

Se ve un agua transparente. Un azul precioso. Era cierto, Dani me había llevado al paraíso.

-Es precioso Dani, ¿dónde estamos?-pregunté alucinada.

-Estamos en las Maldivas.

Le miré aún sin creérmelo.

-¿En serio que estamos en las Maldivas Dani? No me lo puedo creer. Me encanta.-no paraba de mirar hacia la ventanilla, y de mirarlo a él-. Te quiero. Muchas gracias por traerme.-le cogí de la cara, y le planté un beso en los labios.

Una vez que habíamos aterrizado, un coche lujoso, nos condujo hasta lo que iba a ser nuestro bongaló.

-Muchas gracias.-dijo Dani, cerrando la puerta del coche. No me puedo creer lo que estoy viendo-.¿Te gusta?-me pregunta.

-Dani...-dije muy emocionada-. Me encanta, en serio. Millones de gracias por traerme, de verdad.-tiré mi bolsa en la arena, y me enganché las piernas alrededor de su cintura, y lo besé.

Era todo un sueño. Era precioso.

Me sentía una reina. Era todo precioso. Y sabía que este fin de semana, iba a ser el mejor de toda mi vida. Aunque los días que esté junto a Dani, siempre serán los mejores.

Recogí mi bolsa del suelo, y andamos por la pasarela de madera, hasta llegar a nuestro bongaló. Que era el tercero a la izquierda; que si  lo comparas con los demás, el nuestro era el más grande.

Abrí la puerta. Todo me puede sorprender. Había una gran cama de matrimonio, que daba a un pequeño balcón, que daba vistas al mar. Nuestro bongaló, era una habitación suite. La más grande de aquel hotel flotante.

-¿Qué te parece?-dice Dani, que me rodea la cintura con sus brazos, mientras que deja pequeños besos en el cuello.

-Me encanta.-me giré, le abracé, y le mordí el labio inferior.

-¿Sí? ¿de verdad?

-De verdad. Me encanta. Pero más me encanta la persona con la que he venido.

-Alicia.-me dice Dani.

-¿Qué pasa?

-Que te quiero, y que te amo.

-No digas eso, porque yo te quiero y te amo más, Dani.

Un par de minutos jugando a mordisqueándonos los labios, y deshicimos las bolsas.

Nos pusimos los bañadores, y cogí uno de los bikinis que tenía preparados para la ocasión. Menos mal que Dani me avisó. Yo no tenía pensamiento de traerme bikini.

Me encanta este bikini, Sandra dice que el amarillo me sienta de maravilla. Y yo creo lo mismo.
Entro al baño de del bongaló, y me quito rápidamente la ropa que llevaba puesta, y salgo a la habitación con la ropa de antes en la mano.
Me sentí un poco incómoda, ya que Dani no quita sus bonitos ojos marrones de mi cuerpo.

-Bueno, ¿estás listo?-dije poniéndo los ojos en el suelo. Me estaba muriendo de la vergüenza.

-Sí, ya estoy listo. Cuando quieras... -se puso en la puerta, e hizo un gesto para que yo pasára antes que él.

《》

Al llegar a la playa, la arena era blanca. Como la de Tarifa, en Cádiz. Era perfecta. Ni muy caliente, ni muy fría. Estaba espectacular. Se veía a los pocos niños jugándo al balón en la orilla, gritando, y riendo. Sonreí al verles tan felices. Yo jamás pude ser así. Siempre tuve que estar callada y al lado de mis padres. Esa es la única pega que tengo sobre mi infancia.

-Alicia, tenemos dos hamacas reservadas, ¿vamos?-me pregunta Dani mientras me coge del brazo, y tira de mí hacia la zona de las hamacas.

-Sí.-respondí.

Estaba tan absorta en mis pensamientos cuando era pequeña, que el sí, sonó bastante borde.

Parpadeé un par de veces, le sonreí y le dí un beso en la mejilla.

-Ogh, esto sí que es tranquilidad.-dice Dani estirándose en su hamaca.

-Pues la verdad es que sí.-dije poniéndome las gafas de sol en la cabeza-. Pero yo me voy al agua.

Corrí por la arena hasta la orilla, y de golpe me zambullí en el agua azul.
Era refrescante. Nunca había hecho nada igual. Correr y lanzarme sin pensar. No tenía miedo a que me juzgáran por si alguien me veía y decía algo de mí.

-¡Dani vente, el agua está riquísima!-le hice aspavientos con las manos, y gritando. El me dió el okey, y nadé de un lado a otro.

Al darme la vuelta, le ví que se estaba metiéndo poco a poco.

-Joder-exclamó-. Estaba riquísima, decían...-se metió hasta mi altura, y se zambulló en el agua.

Mientras Dani estaba dentro del agua, yo nadaba de un lado a otro como anteriormente estaba haciendo antes. Pero Dani, estaba tardado bastante en salir a la superficie.

-¡Dani!-grité. Nadie respondía, y me estaba empezando a agobiar-. ¡Dani joder!

-Buh.-gritó el muy subnormal que tengo por novio.

-Eres gilipollas.-le empecé a dar puñetazos en los brazos. Me había asustado de verdad.

-Que era broma. Tranquila.-decía riéndose.

-Me has asustado, asqueroso.

-Era sólo una broma.

-Pues no me gustan.-me callé-. Eres un idiota.

-Vaalee.-dijo-. No te haré más bromas de éste tipo. ¿Me perdonas?-hizo pucheros.

-No.-me crucé de brazos.

-Me voy a la habitación.-tal cual dijo eso, se marchó.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora