Treinta y siete

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Narra Dani.

Sí, es cierto. Aún es muy temprano para dar ese gran paso. Aunque la verdad, es que no me ha molestado que me parase los pies, porque tengo más que pensado mi próxima aventura junto a ella, y si se da la casualidad, le haré mía.
Aún estamos por la orilla paseando, aún tengo ese calor interno que, por desgracia no he podido apagar.

Al llegar al bungaló, Alicia se dirige directamente al baño. Yo me siento en la cama, y me voy quitando la chaqueta, en ese momento, recibo un mensaje de mi hermano.

-¿¡TE HAS IDO A LAS MALDIVAS?!

Este chico a la más mínima la anda liando.

-Sí, y me he llevado conmigo a Alicia. Le ha encantado.

-¿Pero cómo se te ocurre irte con una menor de edad fuera del país, loco? ¡Qué estás loco!

Pues lo que os decía, que ya la anda liando.

-Estás enfermo.-me vuelve a mandar.

-Ni que fuera un psicópata, hijo. Relájate.

-¿Cómo quieres que me relaje? Si pasa algo, tengo que dar yo la cara por ti y por ella, porque soy tu hermano mayor.

-No va a pasar nada Jesús. Además, en marzo cumple los 18...

-La cosa es, que estamos en ¡AGOSTO!

-Vale Jesús, buenas noches. En España es de día, pero aquí, en las Maldivas es de noche.

-Te dejo, cuando vuelvas hablamos.

-Adiós. No te preocupes. Te quiero.

-Yo también te quiero.

Dejé el móvil en la cómoda de al lado de la cama. Y me empecé a quitar el chaleco. En ese momento salió Alicia del baño, con un pijama de leopardo, desmaquillada y con un moño mal hecho. La Alicia como a mi me gustaba.

-Dani...te tengo que contar una cosa.-en ese momento me puse muy tenso. Vamos, que me cagué.

-¿Qué ocurre cariño?-fruncí el ceño, y le coloqué el fino flequillo travieso detrás de la oreja.

-Yo, es que...-se quedó callada, pero prosiguió-. Es que yo nunca he estado con nadie. Jamás he tenido novio.

-No pasa nada cielo. No te preocupes.-le dí un beso en la frente. Al escuchar eso, me inflé de felicidad.

-Y tampoco...-empezó a retorcerse los dedos de las manos, y a morderse el labio inferior con fuerza-. Lo he hecho con nadie. Soy virgen, Dani.

Puse mi mano en su barbilla, y la acerqué hacia mi. La besé, pero no metí la lengua. Era un momento muy bonito y especial, y no quería tentarme a lo tonto. Después del beso, Alicia bajó su mirada. Sinceramente, no sabía cómo actuar. En mi vida había tenido que hablar con una chica sobre su virginidad ni nada de eso. Es más, en mi vida he hablado sobre mi sexualidad con mi madre y ni con mi padre, y todo lo que sé sobre este tema, es o porque lo he aprendido yo, o por las charlas de sexualidad del instituto... me mordí el labio inferior. Me sentía culpable al no saber que  palabras exactas tengo que pronunciar para este tipo de situación.
Le volví a coger de la barbilla, e hice que me mirara a los ojos.

-Alicia, no te preocupes por ello. Olvida este tema, ¿vale? No pasa nada. Te voy a esperar todo el tiempo que haga falta.-le dí un beso en la nariz-. Me voy a cambiar, ¿vale?-mi novia me sonrió-. Te quiero.- le susurré cuando iba a cerrar la puerta del cuarto de baño.

No tengo ninguna prisa en hacerlo con ella. No sé, es que dentro de mi pienso que debo cuidarla como si fuese mi hermano gemelo. En dos semanas, en solo dos semanas, Alicia se ha vuelto para mi, una de las personas más importantes en mi vida.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora