Cuarenta y uno

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Narra Dani.

Doy gracias a Dios, de que no hay nadie en mi casa. Mis padres están en Sevilla con la familia, y Jesús está en no sé dónde con Sandra. Nada más que entramos por la puerta, me tiro en el sofá, lo que me provoca un leve pinchazo en la cabeza.

-Voy a llamar a tu hermano.-me asegura Alicia.

-No, no lo llames. No le fastidies el día de Navidad.

-¿Y qué le vas a decir cuando te vea con la cara llena de golpes?¿qué se te ha caído el árbol de Navidad encima?-me dice obvia, y me río-.¿De qué coño te ríes? No tiene ni puta gracia, Daniel.-cuando dice Daniel, es que está molesta.

-¿Sabes una cosa?-me callo, pero sigo hablando-. Haz lo que te salga del mismísimo Alicia.-le digo un poco borde. Me duele bastante la cabeza, como para aguantar toda esta tontería.

Alicia se va a la terraza, y se pone el móvil en la oreja. Apenas puedo escuchar su conversación con mi hermano, pero intuyo que le estará diciendo, que me han pegado, y que venga lo más antes posible a casa. Vamos, que la conozco como si yo mismo la hubiese parido.

-Viene para acá.-me informa borde Alicia-.¿Dónde tienes lo congelado?

-Abajo del frigorífico.-le digo borde. No pienso dar mi brazo a torcer. Quiero que ahora ella me pida perdón por haberme hablado de esa forma antes.

Viene con un paquete de guisantes congelado, se sienta, y me lo pone en el ojo.

-Gracias.-le dije.

Se levantó de mi lado y se fue otra vez a la cocina, pero tarda un rato, y poco a poco, me levanto del sofá. Al llegar, escucho unos sollozos. No puede ser verdad que esté llorando. Antes de aparecer delante de ella, pienso en lo que le voy a decir, ahora me siento mal... es la segunda vez que la veo llorar delante mía, y le pido a Dios, que sea la última vez que la vea así por mi culpa.
Me decido entrar en la cocina. Tiene los brazos en la encimera de la isla, y la cabeza metida entre ellas. Me pongo a su espalda, y le pongo mis manos en sus hombros, para comenzar a hacerle un masaje, pero está muy tensa.

-Eh...-le susurro-. No pasa nada, ¿vale? No llores. Perdón por hablarte así, de verdad, no quería...-le digo bajando la cabeza, y disculpándome de corazón. Siento mucho haberle hecho daño.

-No es por eso por lo que lloro Dani.-al fin sube la cabeza, y con mis pulgares le voy quitando las lágrimas que resbalan por sus mejillas.

-¿Entonces qué te sucede, Alicia? No quiero verte llorar.

-No quiero meterte en líos con nadie Dani. No quiero ser un estorbo en tu vida. No quiero que te hagan daño por mi culpa.-se sorbe la nariz-. De verdad que lo siento Dani.

¿Se puede ser más bonita? Ella para mí jamás será un estorbo. Ella hace de mi vida mejor. Gracias a ella, sé lo que es el amor, y sé que valgo. Gracias a estos meses que llevo con ella. Me ha sacado miles de sonrisas. Y que con tan sólo un beso, me ha hecho sentir el chico más afortunado del mundo al saber que la voy a tener a mi lado. No quiero que piense que es un estorbo, o que me va a poner en peligro, porque no es lo que va a pasar. Y en seguida se lo hago saber.

-No Alicia, para nada... no-le cojo de la barbilla-. No tienes la culpa de nada. De verdad. No te preocupes por mi. Lo voy a solucionar, ¿sí?-y froto mi nariz con la suya-.¿Me das un abrazo?-asiente-. Pero prométeme, que vas a dejar de llorar, y que no vas a pensar más, que eres un estorbo, ¿vale?-ella me sonríe, y me desarma por completo.

Le doy ese abrazo que le he dicho, y suena el tiembre. Es Jesús. No sé cuantas miles de veces le habrá dicho mamá, que se lleve las llaves cuando salga de casa. Si ella está harta de repetirselo cada dos por tres, imagináos yo.
Abro en seguida la puerta, y nada más que me ve, abre mucho los ojos.

-Ay que me da una pájara Sandra.

-Que exagerado eres Jesús, por Dios...-pongo los ojos en blanco, y me dirijo al sofá, y me pongo el paquete de guisantes en el ojo.

-¿Qué es lo que te ha pasado?-me pregunta sentándose a mi lado.

-¿Acaso no lo ves, tio? Me han pegado la paliza de mi vida.-digo subiendo y bajando el paquete de guisantes mientras hago gestos en el aire.

-¿Quién a sido?

-Ale.

-¿El de éste mediodía?¿el qué estaba apoyado en tu moto?-pregunta rápido.

-Sí, y a amenazado a Alicia. Y a ella no la va a tocar nadie. Como yo me llamo Daniel Oviedo.

Nos quedamos un momento callados. Sin saber muy bien que decir.

-¿Pero y si va a por ella cuándo nosotros estemos en la universidad?-dice al fin Jesús.

-Sandra podría vigilarla. Están en la misma clase. Que no se separen. Si van dos, es más seguro.-digo muy seguro de mis palabras.

-O no vamos a clase en unos cuantos días, hasta que el tema esté más o menos calmado, ¿no? Si le explicamos el tema a Cristian y a Mireya, tal vez nos cojan los apuntes.-dice Jesús.

Tras pensarlo un rato, le digo que es mejor su idea.

-Pero el problema es, que papá y mamá van a estar en casa.-dije.

-Cojemos el coche, le decimos que nos apetece ir a la universidad en coche, y nos vamos a la puerta del instituto y listo Dani.-dice con una sonrisa triunfal-. Lo ví en una peli.-y luego como por arte de magia, estallámos los dos en una gran carcajada. Aunque poco tiempo después, de acabar con nuestra carcajada, Jesús habla-. No te preocupes por Alicia, ¿vale? Estoy más que seguro que estará bien, y que ese capullo no le tocará ni un pelo, porque entonces, su novio y su cuñado, le partiremos esos dos alambres que tiene por piernas, y Sandra, llama a la mafia italiana, asi que, que se atrevan a tocarla.-dice él muy seguro, y no tuve más remedio, que reírme otra vez. Mi hermano es lo mejor que tengo, os lo aseguro.

-A todo esto, ¿dónde están las chicas?

-Pues ni idea.-se encoge de hombros Jesús-.¡Chicas!-gritó.

-¡Jesús no me seas cabrero!-le grita Sandra desde la cocina.

Me reí, a tenido mucho arte la forma en lo que lo ha dicho.

-No te rías.-se cruza se brazos picado.

-Es que ha tenido gracia.-me saca la lengua-. ¿Qué tal con ella?

-Buah, me va genial tio. Ojalá dure para siempre. La amo tantísimo, que ni yo mismo creo aún que el corazón me quepa en el pecho.

Sonreí al escuchar a mi hermano decir eso. Se le veía tan enamorado... que se me saltaron las lágrimas.

-Estos cuatro meses con Alicia...-eché el aire por la boca, me emociona bastante hablar de ella, y por lo que siento por ella-. Han sido muy especiales Jesús... lo han sido, porque he descubierto, que valgo para hacer feliz a la chica más bonita, hermosa, sexy, sencilla, cariñosa, simpática, divertida, frágil, dulce... no sé que más decirte de ella, es todo perfección, cada sonrisa me desarma... es todo tan perfecto, que tengo miedo a que esto termine. Me he enamorado Jesús.

-Me alegro muchísimo por ti, y no me seas tan cursi, y no vengas con sobrinitos antes de tiempo.-me dice en cachondeo, yo me reí.

-Tranquilo Jesús. Aún no lo hemos hecho.

-¿Llevas cuatro meses con ella, y pretendes que me crea que no habéis mantenido relaciones sexuales? Venga ya Dani... cuéntaselo a otro.

-No, en serio Jesús... no lo hemos hecho.-le posé mi mano en su brazo-. Ella es virgen, jamás lo ha hecho con nadie, yo espero ser el primero, y no la voy a forzar, y no le voy a decir nada sobre el tema. Puede que para ella sea incómodo hablarlo. Voy a esperar todo el tiempo que haga falta Jesús... la quiero.

-Vaya, al fin has sentado la cabeza.-me dice con un pequeña sonrisa.

-Sí.-dije en un susurro que apenas se oyó

-Chicos, nosotras nos vamos.-dice Sandra, y Jesús y yo nos miramos.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora