Dieciséis

2.3K 115 34
                                    

Narra Dani.

Llegamos a Valencia. La verdad es que creía que me iba a mandar a la mierda cuando le dije que íbamos a dormir en un motel, pero parece ser que me equivoqué.

Vamos a un centro comercial que hay en el centro de la ciudad. Dice que se tiene que comprar un pijama para dormir, y además, ya de camino vamos a cenar por algún restaurante que haya por aquí cerca.
Entramos en una tienda de lencería, ¿aquí venden pijanas?. Me siento un poco incómodo, soy el único chico de la tienda, y las mujeres  que hay, no paran mirarme.

—Es mi amigo gay. —dice Alicia. What the fuck? ¿yo gay? Sí, sobre todo eso...

Bueno, esa mentira que a dicho Alicia, a servido para que las mujeres dejen de mirarme. Sólo sonrío a una mujer mayor que no a quitado la mirada de mí.

Salimos de esa tienda, y respiro tranquilo. Dios, en mi vida me he sentido tan incómodo rodeado de personas del sexo opuesto.

Entramos en otra tienda, pero en ésta también hay chicos. Ahora me siento más en mi salsa.

—Mira, ¿te gusta éste? —me enseña uno de pantalón largo con un estampado de leopardo, y encima de pelito. Niego con la cabeza.

Empieza a buscar otro. El que me enseña también es de pantalón largo pero es cómo seda. Y el último que me enseña, es de manga corta, y pantalón corto. Ese es más apropiado.

—Sí, ese me gusta mucho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Sí, ese me gusta mucho. —le digo—. Venga, vamos a cenar.

Ella paga con un billete de veinte euros, y le devuleve la cajera un billete de diez. Lo guarda, y salimos de la tienda.

—¿Dónde me vas a llevar? —me pregunta.

—¿Qué te apetece? —le pregunto.

—¿Vamos al burguer king?—dice.  Asiento con la cabeza. La verdad es que había pensado en llevarla a algún sitio de esos, pero a lo mejor lo veía demasiado cutre.

Esta chica está llena de sorpresas.

Empezamos a andar, y en una esquina de la misma calle dónde se ubica el centro comercial, veo un Macdonalds.

—Mira, allí hay uno. —le digo.

—¿Perdona?—¿qué pasa ahora?—. No pienso comer ahí. —lo señala y pone cara de asco.

—¿Por qué no? Si es lo mismo. —digo yo.

—Yo le soy fiel a Burguer King.

Ups, aquí hay un problema. Yo soy más de Macdonalds.

—El Macdonalds es muchísimo mejor. Es de más calidad. Y el Big Mac es de lo mejor.

—Ogh. —pone los ojos en blanco—. No sabes lo que es comer bien, ¿eh Daniel? El Macdonalds engorda, no lo ves. —me da una palmas en la barriga, ¿me acaba de llamar gordo en mi cara?.

—¿Qué acabas de decir que estoy gordo? Muy bien pija, vayamos a Macdonalds para que engordamos los dos juntos. —digo con voz de pito, para hacer la gracia.

Consigo que se ría a carcajadas. Es el sonido más bonito que he escuchado en mi vida. Creo que adoro su risa.

Después de algunas peleitas para decidir el lugar dónde ir a cenar, gana ella.

—Que conste, que sólo lo hago para rellenarme el vaso. —digo cuando nos vamos acercando al mostrador.

Pedimos nuestra comida, Alicia se ha ido al fondo del restaurante, y me ha dicho que le rellene el vaso de coca-cola, la mía la relleno de todos los refrescos. 

—He vuelto. —nada más dejar la bandeja en la mesa, el papelito de la pajita, me da en la frente. La miro sorprendido, y con los ojos muy abiertos—. Oh Alicia, la acabas de cagar.—me siento en la silla de enfrente de ella. La miro con los ojos entrecerrados. Ella se empieza a descojonar—. ¿Qué pasa? ¿por qué te ríes?

—Se te ha quedado un papelito en la frente pegado. —apenas la entiendo porque está que se muere de la risa.

Dios de mi vida, creo que sentar la cabeza, a sido la mejor decisión que he tomado nunca.
Buah, ahora lo que sentía en el estómago, lo siento en el corazón.
Me quedo embobado mirándola. Es tan bonita, y tiene un aspecto tan frágil y delicado, que me da miedo hacerle daño.

Aparto la mirada de ella, no quiero que se sienta incómoda. Aunque no me está prestando atención, está con el móvil. Derrepente, se le cambia la cara.

—¿Ocurre algo? —le pregunto mientras cojo una patata frita.

—Mi amiga Sandra me va a matar. Mi madre le ha llamado al móvil, diciéndole dónde estábamos. Le ha dicho que estamos de fiesta Y que nos vamos a quedar a dormir en casa de una amiga. Y cuando le he dicho que estaba en Valencia... Madre mía. Pero ¿sabes qué? Voy a apagar el móvil, no quiero que me coma la cabeza. —dicho esto, lo apaga.

Me estoy quedando con ella muy sorprendido. Es una chica muy valiente. Yo hago lo mismo.

Acabamos de cenar entre miles y miles de risas.
Nos montamos en la moto, y vamos a un motel que hay justo en la costa. Cerca de aquella terraza.

Cogemos dos habitaciones por separado. Don habitaciones continuas. La dejo en su habitación, que es igual que la mía. De una cama de matrimonio, una cómoda enfrente de ésta con un espejo, una tele colgada de la pared, un cuarto de baño, y un balcón que da a la playa. Para ser un motel, está bien ubicado.

Son las una de la madrugada, tengo un sueño que me muero. Me quito la camisa, y el pantalón. Me quedo en boxers. Me tiro en plancha en la cama, y derrepente, comienza a llover.
Salgo al balcón, que está cubierto con un tejado, escucho los relámpagos que se van acercando poco a poco. Me meto en la habitación, y cierro el balcón. Me tiro en la cama, y me tapo con las sábanas. Pongo la tele para coger el sueño, hay un programa de deportes, pero está apunto de acabar, y después echan A tres metros sobre el cielo.
Hacen un anuncio de seis minutos, y aprovecho para ir al baño. La tormenta a apretado, y los relámpagos son más seguidos.
Pegan en la puerta, abri, y veo que es Alicia. Está dándo saltitos.

—Hola, ¿qué haces aquí? —le pregunto mientras que le hago una señal para que entre. Se sienta en mi cama. Y me siento al lado suya.

—¿Me puedo quedar contigo hasta que la tormenta pase? Es que me dan miedo. —dice mientras que me sonríe, y mira hacia abajo.

Que bonita es. ¿Cómo no me he fijado nunca en ella?.

—Claro, quédate.—se da la vuelta, y se va a gatas por la cama, hasta el lado que no no esta deshecha. Yo me quedo en mi mismo sitio. Los dos nos tapamos. —Va a empezar la película de A tres metros sobre el cielo, ¿te gusta?

—¿Estás de broma? Es mi película favorita. —da palmaditas y me sonríe.

No hablamos durante la película, a mí también me gusta muchísimo, de ahí mi moto.

La película ahora mismo está en la escena cuando Pollo tiene el accidente con la moto.
Noto que Alicia, se tapa la boca con las manos, y empieza a sorber por la nariz.

—¿Estás llorando? —le pregunto en voz baja.

—Es que Pollo ha muerto...—dice llorando.

Por acto reflejo, le paso mi brazo izquierdo por sus hombros, y la abrazo contra mi pecho. Finalmente, se queda dormida.

No pensé que me pudiera pasar a mí, pero sí, me estoy enamorando de ella.

Enemigos Perfectos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora