Treinta y cinco

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Narra Dani.

En realidad no estaba enfadado ni molesto con ella, por no haberme perdonado cuando le pedí perdón por la broma que le acabo de hacer.
He sido un poco perro con ella, pero es que me encanta picarla, y encima la he dejado sola en la playa. Aunque desde el bungaló, la puedo ver.
Aún está en el agua, metida hasta los ojos, de vez en cuando, se tendía y se dejaba mecer por olas del mar.
La miraba, y sonreía. No podía evitarlo. Es que era mirarla, y el corazón se me inundaba de felicidad. Jamás había sentido algo así. Ojalá lo siga sintiendo por muchos años más. Y que sea por ella.

Me voy a la ducha para quitarme la sal del cuerpo.
Cojo unos calzoncillos limpios, y unos pantalones grises de chándal.
Es una duchita rápida. Nada de relajarme con el agua caliente cayendo por mis hombros.
Salto, me peino el pelo, y vuelvo a al balcón. Donde antes estaba viendo a Alicia. Pero esta vez, ella no está en el agua, y en la zona de las hamacas tampoco. Me puse tenso, pero a los pocos segundos, me relajo porque la puerta del bungaló se abre, y me deja ver a una Alicia con el pelo empapado, y una cara de enfadada. Aún sigue picada conmigo.

—¿Por qué cojines te has ido?—me aborda de buenas a primeras.

—Que era broma. Es que me encanta verte picada. Sabes de sobra que te quiero.—me acerco a ella para darle un beso, y me quita.

—No quiero ahora beso.—me dice seria. Buah, que está picada.—. Me voy a meter en la ducha. No nos dará tiempo ir a la cena.—me aparta suavemente y se mete en el baño.

Madre mía, ésta niña es lo más difícil que hay. Por eso me gusta tanto. De pronto, un mensaje. Es Jesús.

—¿Qué tal por Barcelona?

—Pues muy bien. Pero te dejo, que no tengo batería. Mañana hablamos. Que descanses.

La verdad es que no quería perder el tiempo con el móvil, teniendo que arreglarme para la cena de gala del hotel.
Enseguida me pongo a pensar, en que lugar le dije al servicio, que pusieran las maletas. Tanto la mía, como la de Alicia.
Todo esto con ayuda de Sandra, claro. Que por cierto, ella es la única persona que sabe que estamos en las Maldivas.
Caigo, en que las maletas están debajo de la cama. Que es un canapé, que se abre.
Saco la mía, y me pongo un traje, que es bastante elegante.

Saco la mía, y me pongo un traje, que es bastante elegante

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Es perfecto para la ocasión. Ahora sólo falta esperar a que Alicia se arregle. Seguro que nada más que salga del baño, se sorprende al verme así vestido.

Una vez que tengo el traje puesto, me echo perfume, y me peino el pelo hacia arriba.
Dejo de escuchar el agua caer de la ducha. Está al salir. Me miro al espejo, y me arreglo el cuello de la camisa.
Oigo que quita el pestillo. Me pongo más nervioso. Espero que le guste como voy.
Se abre la puerta. Y veo que tiene el bikini en la mano, y que tiene el cuerpo enrollado en una toalla verde, y el pelo en una naranja. Su cara es todo un poema. Creo que le ha gustado.

—Madre de mi vida Dani.—sí, le ha gustado—. Que guapo estás. —se queda callada.—. ¿Yo qué me pongo? Sólo he traído ropa cómoda.

—No te preocupes por eso. Lo tengo todo pensado.—le saco su maleta de debajo de la cama.—. Espero que te guste. Te espero en la recepción del hotel.-me mira con cara rara-. Está nada más salir la pasarela de madera, no hay pérdida.-me acerco a ella, le cojo de las manos y le doy un beso en la mejilla-. Nos vemos ahora.

Salgo del bungaló, y corro hacia el hotel. Tengo que hablar con Rafael, uno de los empleados compinchados conmigo. Todo tiene que salir a la perfección. No debe de fallar nada.

-Hola Rafael, ¿preaparado para la acción?-le dije mientras me frotába las manos.

-Sí. Preparadísimo. Me acaba de llegar las cajas de pétalos de rosas, las velas aromáticas, las luces y las antorchas.

-Pues vamos allá.

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Muchas gracias por todo el apoyo. Por la votaciones y por los comentarios para que siga.

Voy a estar un tiempo sin subir capítulo.

NO VOY A DEJAR LA NOVELA.

Es más, voy a estar súper centrada escribiendo ésta. La quiero dejae terminada en borradores, e ir subiéndolas poco a poco.

Gracias por todo.

Nos leemos.



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