¿Tienes miedo a enamorarte de la persona equivocada?
Siempre han dicho que las apariencias engañan.
Te aseguro, que ésta novela, no te dejará indiferente.
Lee y vive en primera persona los primeros síntomas de una chica que se enamora de alguien...
¡No me lo puedo creer, en horas me convertiré en la señora Oviedo!
Que me caso joder.
Estoy que me estoy muriendo.
Cuando me lo pidió, no me lo creía. Lloré muchísimo de la emoción. Aquella noche no la olvidaría jamás. Cuando llegamos a Madrid, reunimos a ambas familias, y le dijimos la gran noticia. Mi madre, Eva y Sandra estuvimos organizadolo todo desde el minuto cero, y mi padre, Juan Carlos, y Jesús igual. Fue súper emocionante elegir las flores, los manteles, el lugar de la celebración, la música, la comida, todo. Fue una experiencia única. Y sobretodo, hacerlo al lado de Dani. A la hora de elegir los invitados, lo dejamos en manos de nuestros padres. Sandra y Jesús, que eran los esenciales, ya los teníamos, y ya de los invitados nos desentendimos. Lo que más me costó elegir, fue el vestido de novia. Me encantaban todos, pero como no sabía cuál elegir, diseñé mi propio vestido, que para eso tenía mi carrera, y para eso era la famosísima modista Alicia Callas. Cuando envié el diseño a varias firmas, se pegaban por hacermelo, al final me decanté por Dior. Y la verdad, es que a quedado espectacular.
Ahora mismo estoy sola en la habitación del hotel donde me alojo yo. El peinado ya lo tengo hecho, y el maquillaje también. Solo me falta el vestido y los zapatos. Estoy bastante nerviosa. Me miro en el espejo que tengo delante mía. He cambiado mucho. Ahora soy una mujer. Voy a ser la futura mujer de Daniel, de ese vecino macarra que al principio odiaba. De ese gilipollas, como yo le llamaba. Es un sueño convertirme en su esposa.
Me levanto de la cama, y abro la puerta de la habitación, habían pegado, y era Jesús. Nada más que lo abrí, casi me echo a llorar. Estaba guapísimo, no me lo esperaba.
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Estaba estupendo.
—¿Aún estás así? ¡vamos a llegar súper tarde! —dice mientras entra en la habitación, y se sienta en la cama.
—Es que necesito ayuda con el vestido.
—Yo te ayudo, venga.
Fuí a coger el vestido que estaba enganchado en la puerta del baño. Era gordo, y no pude con él, Jesús me tuvo que ayudar.
—¡Pero si es más grande que tú!
—Ya lo sé, pero no tenía otra opción.
—Bueno, eso de que no tenías otra opción...—dice mientras saca el vestido del plástico—. Joder, vas a estar preciosa.—y me da un abrazo.