005.- Un Recuerdo

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Otra vez... Sola y encerrada.

Lo único que escucho son mis propios pensamientos.

Solo siento oscuridad a mi alrededor.

...

...

...

***

—No entiendo por qué me haces esto —sentí cómo mis lágrimas rozaban mis mejillas. No dijo ni una palabra.

Lo escuché acercarse y rápidamente retrocedí.

—No te acerques —lo miré con odio—. Esta vez, ha sido demasiado —sequé mis lágrimas y salí del lugar lo antes posible.

Ya no soportaba mirarlo a los ojos. Pero lo que más odiaba de esta situación es que una parte de mí quería complacerlo de alguna manera y se sentía culpable por abandonarlo.

Saqué mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta y lo desbloqueé. Eran las 4:23 a.m. Tenía tres mensajes nuevos, todos de Logan.

"Si llegué bien, gracias por preguntar, Phy ;)" 12:33 a.m.

"Fueron seis horas de vuelo D:" 12:34 a.m.

"Este cambio horario me sentará mal, mañana hablamos, Phy, buenas noches <3" 12:34 a.m.

Luego le respondo, no estoy de humor... Solo quiero irme a casa y dormir todo el domingo. Olvidar mis problemas al menos unas pocas horas.

(No tardaré mucho si cruzo el bosque.)

La mansión de Darion estaba en un lugar un poco apartado, cerca del bosque. Recuerdo que de pequeña venía con mi abuelo a pasear y coger bayas. También que una vez intenté escalar una roca demasiado grande y acabé lastimándome, todo por intentar ver más de cerca un nido de pajaritos.

***

Estoy frente a mi casa. Claramente no tengo mi llavero, pero por suerte está la llave de emergencia.

Busqué en la maceta de los bellos lirios que tanto le gustan a mi abuela y allí estaba la llave. Abrí la puerta trasera de vidrio y entré a casa sin hacer ruido. Pasé por el salón y subí las escaleras en dirección a mi habitación, pero antes revisé si mi abuela estaba dormida.

Siempre deja la puerta de su habitación abierta.

Estaba durmiendo tranquilamente. Me acerqué y le subí las cobijas; las madrugadas son bastante frescas, y no quisiera que mi abuela cogiera un resfriado.

Después de eso, fui a mi habitación y cerré su única ventana. Entré en la cama y me dormí.

...

Estoy en medio del bosque, ¿qué hago aquí?

Siento como pasa una leve brisa de aire fresco levantando el vestido blanco de seda que al parecer llevo puesto. No entiendo nada, observo mis manos. Se ven borrosas, creo que estoy soñando.

—Sí, lo estás —me sobresalté, y giré sobre mis talones. ¿Es en serio?

—Mierda, ahora mi subconsciente quiere torturarme en sueños —dije con aire cansado, y miré a Darion que me observaba un poco nervioso.

-No es tu subconsciente... Soy yo el que entró a tu cabeza —dijo mirándome con culpa en los ojos. ¿Y ahora qué?

Vi cómo pasaba una niña pequeña a mi lado; tenía una larga melena pelirroja, unos grandes ojos verdes oliva y vestía un peculiar vestido azul celeste. La miré confundida, ¿esa niña soy yo?

Seguí a la pequeña, y Darion se quedó allí parado.

—¡Zaphyra! ¡Te encontraré, pequeña traviesa! —se escuchó la risa de un hombre joven. ¿Zaphyra?

—¿Qué es esto, Darion? —no le miré; seguí observando a la pequeña reírse mientras se escondía.

—Un recuerdo —respondió. Esta vez lo miré; estaba observando a otro lugar. También empecé a observar el mismo punto. Un hombre joven, que aparentaba tener treinta años, se estaba acercando al escondite de la pequeña niña. También era pelirrojo, pero tenía ojos grisáceos.

—Papá te encontrará... —dijo, haciendo que la pequeña se riera aún más. Entonces se acercó lo suficiente, cogió a la pequeña en brazos y la levantó. La pequeña niña no paraba de reírse.

—¡Hiciste trampas, papá! ¡Eso no vale! —el hombre también empezó a reírse.

—¡Quiero jugar otra vez, papá! —la pequeña le miró con una sonrisa enorme.

Entonces una mujer joven con un largo vestido beige se acercó sonriendo. Esta, en cambio, tenía el cabello negro, en un hermoso recogido y los ojos oliva, igual que los de la pequeña.

—¿Qué hace mi pequeña princesa con el cabello todo alborotado? —dijo la mujer sonriendo. Se acercó hasta la niña y le plantó un tierno beso en la frente.

-¡Hola mami! ¡Papá y yo jugábamos al escondite! —dijo la pequeña llena de alegría. —Qué bien, mi amor, pero ya se está haciendo tarde y las princesitas hermosas como tú deben estar en casa ahora —dijo la madre preocupada. —Pero yo quiero jugar un rato más —dijo la niña con una mueca de tristeza.

—Mañana jugaremos más, hoy le pediremos a la señora Mel que haga chocolate, ¿te parece bien? —dijo el padre a su pequeña. Al momento se le llenaron los ojos de felicidad a la niña. —¡Sí, por favor! —pidió la infanta.

Observé cómo se iban del lugar. Si al principio estaba confundida, ahora lo estoy más.

—¿Quiénes eran esas personas? No recuerdo que esos fueran mis padres. Ni siquiera recuerdo ese momento —miré a Darion que ahora me miraba a mí.

—No creo que sea el momento —solo dijo eso y desapareció.

¿Qué le pasa? Me enseña esto, ¿y luego se va?

Todo empezó a oscurecer.

***

~Maratón: Capitulo 1/3~

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Sayonara 🌚

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