028.- Curiosidad

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Zephyr

Desde que Darion había vuelto de no sé dónde, las cosas se habían vuelto extrañas. Estábamos en el salón principal, sentados en un sofá bastante grande en forma de U, con la misma elegancia y excelencia de toda la casa.

Ambrose nos servía el té, y yo esperaba que Darion me explicara quien era el chico que él había traído a su casa. Era un chico algo extraño que no paraba de sonreír mientras me miraba, parecía ser un par de años menor que yo, pero tenía un aire aniñado que por alguna razón me hacía morir de ternura.

Incómoda, por la persistente mirada de Darion sobre mí y la eterna sonrisa del chico, sorbí el té, ¡qué maldita sea, estaba para morirse!

Veneno de hada o no, quería que ese demonio prepara el té para mí hasta el resto de mi corta existencia.

Darion aún no se había dignado a hablar, y me estaba inquietando.

-¿Vas a hablar, o seguiremos mirándonos como si yo pudiera escuchar tus pensamientos? -rompí el hielo.

-Si escucharas mis pensamientos, sabrías cosas de las que quizá más tarde, no te arrepintieras de haber imaginado -habló por fin, pero con su típico tono bribón, acompañado de esa sonrisa de lado que me hizo olvidar por un momento que no estábamos solos.

Me acomodé en mi asiento, apretando mis muslos y esquivé su mirada, para dirigirme al chico que estaba sentado a su lado en una punta del sofá.

-Darion no está colaborando en nuestra presentación, así que empezaré por preguntarte, ¿cómo te llamas? -sonreí dócilmente, con la taza de té entre mis manos.

-Mi nombre es Ryan, y es un gusto tenerla como mi madre, señorita Zephyr, aunque no nos conozcamos, estoy seguro de que tendremos una floreciente relación entre madre e hijo -se levantó e hizo una reverencia, para después sentarse educadamente en su asiento.

(¿Qué?)

Mi cabeza se quedó incrustada en la palabra "madre". Mi cara primero fue de completo asombro, posteriormente sonreí con el pensamiento de que era algún tipo de broma. Por último, al haber visto que nadie se reía diciendo el típico "tendrías que haber visto tu cara", volví a mi faceta inicial de estupor.

(¡Maldita sea Darion, di algo y para de observarme con esa cara de psicópata acosador!)

Miré a Darion con los ojos bien abiertos para que entendiera lo que yo estaba pensando y hiciera algo. Por suerte, lo entendió.

-Ryan, solo te preguntó tu nombre, ¿era necesario abrumarla de esa manera? -preguntó Darion con un tono de reproche, pero a la vez calmo hacia él.

-Oh, lo siento mucho, no era mi intención abrumarla, querida madre -lamentó volviendo a levantarse para hacer otra reverencia.

-Ryan, mejor ve a guardar tus cosas en tu antigua habitación, yo hablaré con Zephyr -dijo Darion levantándose.

-De acuerdo padre -aceptó con una sonrisa Ryan-. Fue muy agradable haberla conocido, madre -se despidió Ryan, para luego dirigirse a la segunda planta.

Darion que estaba de pie, se sentó a mi lado. Yo, por supuesto, seguía muy confundida, y me moría por preguntarle, sobre todo, por qué ese chico me llamaba de madre, y a Darion padre. Pero me invadió un extraño sentimiento de duda y desesperanza, que extrañamente me hizo olvidar todo lo que me importaba en ese momento.

Moví el líquido que estaba dentro de la taza, balanceándola, mientras Darion buscaba mi mirada, que estaba entretenida en el rosado té. Posó una mano en mi pierna e instintivamente levanté mi cabeza para conectar nuestras miradas.

Vampiro SecuestradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora