No lo iba a negar, en el fondo estaba avergonzada, él me había escuchado tocar una canción infantil en su magnífico piano, pero estaba más interesada en lo que había pasado después del escándalo de Evangeline, que, por cierto, me cae divinamente.
Me acerqué a Darion tranquilamente.
-¿Quieres hablar? -pregunté con tranquilidad, cuando quedé lo suficientemente cerca. Estuvo varios minutos sin responder, con mirada perdida.
Posé mis manos en su rostro, y lo giré en mi dirección. Sus grisáceos iris por fin tenían toda su atención centrada en mí.
Sin ninguna explicación, sentí ganas de llorar. Era como si los sentimientos de otra persona estuvieran vinculados a los míos.
-¿Qué me pasa? -pregunté por segunda vez en este día, pero esta vez en voz alta.
Bajé mis manos de sus mejillas, cerré los ojos y acurruqué mi cabeza en su torso.
-Estos sentimientos... No son míos -susurré. Darion me rodeó con sus brazos.
-Es culpa mía -habló con voz apagada-. Sabía que darte mi sangre traería consecuencias, pero tuve que hacerlo -se excusó haciendo una corta pausa-, me invadió el miedo, creí que no volverías a abrir los ojos -tensó sus brazos a mi alrededor unos segundos y después aflojó su agarre.
Me separé un poco de él y levanté mi mirada para poder verlo.
-¿Qué quieres decir? No recuerdo eso -expresé con cara de incertidumbre.
-Hay muchas cosas que necesitas saber, y no sé por dónde empezar -articuló.
-Pues empieza por responder a mi pregunta -solté impaciente. Me miró meditabundo por un momento y después se decidió a hablar.
-Puede que lo hayas leído o escuchado en algún lugar, que la sangre de los vampiros contiene propiedades curativas, pero nada de lo que dicen sobre los vampiros en la ficción es del todo cierto -se sentó en uno de los sillones que estaban delante de su grandiosa estantería de libros, y me invitó a sentarme en el otro sillón que estaba a lado del suyo.
-Solo la sangre de un vampiro puro puede curar cualquier padecimiento, y, aun así, ambos, el que cura y el que es curado tienen que tener un gran vinculo para que de verdad funcione -explicó tranquilamente.
-El problema está en los efectos secundarios, que varían entre pérdida de memoria, soledad, insomnio o somnolencia y cambios de humor relacionados con el que donó su sangre, aunque todo es temporal -finalizó su explicación.
Me quedé mirándolo perpleja.
-¿Y cuándo fue que me entregaste tu sangre? -le pregunté molesta.
-Cuando estuviste en el hospital en coma, también culpa mía -bajó su mirada de culpabilidad.
-Hablando de eso, ¿por qué estos días no sentiste la necesidad de beber de mi sangre? No es que lo quiera, pero antes de que me dieras tu sangre, casi siempre me llevabas contigo para beber de mi sangre -comenté.
Cada vez que Darion me secuestraba, era una o dos veces al mes, y eso significa que él sigue un patrón, pero yo aún no lo he descifrado del todo. Siempre que él viene a mi casa para llevarme con él, su humor era de lo más raro, se comporta como otra persona.
-Eso también es un tema del que tengo que hablarte -respondió levantando la cabeza.
-Ya veo como me lo cuentas todo y no me ocultas nada -hablé con ironía.
-Lo que te puedo revelar por el momento, es que hace mucho tiempo me maldijeron, y pues cada cierto tiempo pierdo la cordura y tengo la necesidad de beber de tu sangre, sin embargo, lo que hace que estos días no lo haya hecho, es mi sangre en tu organismo -declaró.
-Pero, ¿por qué yo? -pregunté exasperada y confundida. Lo que él me decía no tenía ninguna lógica, al menos no para mí.
-Es complicado de explicar, y no creo que te guste saberlo -terminó la conversación, se levantó del sillón y entró por una puerta que daba a su armario.
-Estos días no podrás volver a tu casa, allí no estarás a salvo con Evangeline al acecho -soltó desde su armario.
Me levanté y fui hacia donde Darion estaba.
-Ni lo sueñes, no puedo simplemente olvidarme de mi abuela y estar aquí contigo, no me importa lo peligrosa que pueda ser la idiota de tu prima -crucé mis brazos.
-Lo siento Zephyr, pero no tienes opción, las victimas de mi prima a parte de no haber ninguna viva, no han muerto de una manera muy pacifica que digamos -dijo y se giró hacia mí con una caja rectangular pequeña. La abrió y pude ver un hermoso colgante dorado, con una piedra parecida al cuarzo rosa, que brillaba de una forma poco natural.
-Gírate para que te lo pueda poner por favor, es para que Evangeline no pueda acceder a tu cabeza -pidió Darion. Hice lo que me dijo y Darion me puso el colgante, que dejo de brillar en el momento que lo abrochó.
-¿No podría simplemente usarlo y estar tranquilamente en mi casa? -sugerí con pocas esperanzas. Darion negó con la cabeza. No quería dejar a mi abuela sola, ella era lo único que me quedaba.
-El colgante no te salvará de sus colmillos -respondió Darion-. Ella ya no puede entrar a esta casa a menos que Ambrose lo permita -añadió.
-¿Ese es uno de sus poderes como demonio? -curioseé. Por lo que Ambrose me contó hoy, también podría ser por su relación con esta mansión.
-Sí lo es, pero solo funciona con esta casa, porque al igual que los espectros, cada demonio tiene su "hogar", puede ser porque sea el lugar de su muerte como humano, su lugar de creación o el lugar en el que aborda su maldición -reveló Darion.
(Mi teoría tuvo algo de sentido)
-Ok, entonces, si no hay más opción, me quedaré en tu casa -hablé y Darion mostró una pequeña sonrisa.
Él desapareció, y un minuto después trajo consigo mi mochila. ¡Es verdad! Con toda esta trama ya se me había olvidado mi pobre mochila.
-Ahora vamos a tu casa para decirle a tu abuela que te irás de excursión a un campamento y traerte ropa -articuló.
-No me gustan los campamentos -solté suspirando.
***
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Sayonara 🌚
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Vampiro Secuestrador
VampireDarion es un vampiro muy posesivo, que tiene una extraña relación con Zephyr, una joven de 19 años. Él busca la forma de hacerla solamente suya...