CAPÍTULO VIII

703 52 86
                                    


Había logrado instalarse en su nuevo apartamento con éxito, afortunadamente estaba amoblado y ella no contaba más que con varias maletas de ropa y su amado gato Fabriccio, en ese instante estaba en el balcón de la propiedad mirando el skyline de Washington, apreció a lo lejos el centro Kennedy y bebía una taza de chocolate.

Escuchó el timbre y eso la sobresaltó, esperaba que Jacob no la hubiese encontrado o peor aún Dimitric, tragó saliva y acomodó su sweater que se había deslizado por su hombro y dejando la taza de chocolate en una de las mesas caminó hacía la puerta mirando por la mirilla, había un hombre alto de tez blanca y aspecto caucásico, debía tener unos 35 años, no lo conocía así que cuando abrió la puerta no le quitó el cerrojo. Él le sonrió y le mostró lo que parecía ser unos pastelillos caseros.

-Vengo en plan de hospitalidad.

-Disculpe ¿lo conozco?-Él negó.

-Soy tu vecino- estiró su mano en señal de presentación, a pesar que ella estaba del otro lado de la puerta- Me llamo Logan- arqueó ambas cejas divertido con una sonrisa realmente genuina, pero Rebecca sentía demasiada desconfianza de los extraños, uno había resultado ser Dimitric.

-¡¿Quién es Ti?!- Gritó Martina desde el fondo, Rebecca se giró con un instinto protector que le surgió casi que de inmediato, había sido una pésima idea de sus padres comprarles tiquetes a las gemelas, ellos la creían fría por 'pensar eso, sólo porque no sabían que en ese instante estar con ella era ponerlas en riesgo.

-No es nadie Martina, devuélvete al cuarto.- Volvió la vista al hombre quien arqueaba sus cejas.

-Aush, creo que me he vuelto nadie- sonrió- la hospitalidad no se te da muy bien.- Ella lo miró fría.

-No y no me gusta que me tuteen.

-Bueno, es que ni siquiera me has dicho tu nombre- la tuteó nuevamente obviando lo que ella acababa de decirle.

-Ni se lo diré.

-Lo bueno es que ya lo sé.- Ella lo miró palideciendo, seguramente hacía parte de esos hombres que querían hacerle daño- ¿Qué? No me mires así, todos en este edificio lo saben, es un mundo pequeño aquí y todos los vecinos nos tratamos de hacer la vida amable, además que eres famosa, nos causaba curiosidad saber quién se mudaba por fin aquí.

-¿Lo dice por lo del suicidio?- Se relajó ella y él asintió.

-Sí, es extraño que una mujer joven se quisiera mudar después de algo como eso.

-Le temo más a los vivos.

-Eso veo- volvió a mover los pastelillos- pero sólo traigo unos dulces.-a pesar de eso ella no se movió y lo miró fría- bueno, los dejaré en el suelo y me retiraré lentamente- él se agachó e hizo lo que le dijo, lo vio alejarse y miró los pasteles dispuesta a dejarlos allí, pero en ese instante las manos de Martina y Victoria la rodearon.

-¿Quién era el tío guapo que estaba en tu puerta?-Preguntó Martina, al tiempo que Victoria abría la puerta y recogía los pastelillos.

-Además dejó comida- exclamó Victoria alegre.

Rebecca las observó comerse los pastelillos con cierta glotonería y ella en cambio echó la cabeza hacía atrás, estaba jodida, incluso las muestras de hospitalidad de las personas las consideraba amenazantes, suspiró, ese trabajo investigativo le estaba robando cierta parte de su vida, aunque Mare diría que nunca había sido particularmente cálida con los extraños.

-Hoy no está nevando- habló Martina con su boca llena y Rebecca asintió volviendo de su letargo.

-Entonces nos puedes llevar al monumento Washington. -Rebecca apretó sus labios, esos días las había persuadido de no salir alegando mal clima, pero el día era cálido, había incluso sol y el cielo estaba despejado, a pesar que hacía frío, los argumentos del mal clima no tenían nada que ver con la realidad, lo cierto es que sentía pánico de salir por ahí con ellas dos, le daba miedo que intentasen lastimarlas o que las pusieran en la mira para amenazarla.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora