CAPÍTULO IX

780 53 185
                                    


ENERO

Cuando la luz de "al aire" se apagó ella se retiró los audífonos y salió de la cabina, tomó su bolso y vio a los chicos riendo.

-Bracho ¿te dejarás invitar a una disco?- Le dijo Alex, ella negó, a pesar que era viernes no quería hacer vida social y mucho menos en una discoteca, sus amigos se lo recriminaba, todo se había vuelto trabajo hasta los espacios en los que se suponía no era periodista, los usaba por completo para su doble vida. Los oyó reír alejándose y ella buscó su abrigo y su bufanda, afuera helaba debido a la nieve.

Iba de salida cuando vio a Isabelle sentada, en el instante en cual ésta la vio se puso de pie y se acercó dándole un beso en su mejilla, Rebecca estaba atónita de verla allí, pero le sonrió y ambas se saludaron amablemente.

-¿Podemos tomarnos algo?- La interrogó Isabelle, Rebecca no pudo ocultar su gesto de sorpresa, sin embargo le asintió.

-¿Qué tienes en mente?

-Algo que podamos tomarnos por aquí cerca.-Rebecca hizo una mueca pensativa.

-Hay un un café, llamado La Colombe Coffee Roasters ¿te parece?

-Suena acogedor -Le sonrió, ella le devolvió la sonrisa, pero aún se sentía inquieta por esa visita tan inesperada.

Ambas salieron un auto ya esperaba a Isabelle, el chofer les abrió la puerta y Rebecca se sintió lo suficientemente incómoda como para de desistir de su repentina amabilidad con la hermana de François.

-Isabelle...- Ella volvió a mirar el auto y al chófer- No creo que sea buena idea esto.-Su estómago se le revolvía considerablemente al estar en situaciones así, le recordaba otra época, una en la cual en medio de excentricidades fue feliz, a punta de mentiras, se dijo de forma inmediata.

-Podemos ir en taxi, pero tan sólo déjame hablar contigo-Rebecca suspiró y asintió vencida.

-Yo pago el taxi. -Isabelle aceptó su oferta.

No habían hablado mucho en el camino y por un rato tampoco lo hicieron en el café, miraban la carta y ambas pidieron, Rebecca descartó las cosas con café, así que se inclinó por un mocca y algo que llamaban almojábana, ¿qué diablos sería eso? Casi se rió, apretó un momento sus labios intentando contener su risa, pero finalmente salió.

-¿Sucede algo? -Isabelle la miró curiosa.

-Pedí algo y no sé qué sea, se llama almojábana- expresó eso último en castellano como estaba en el menú.

-Suena como algo dulce-Ella se sonrió y a Rebecca en cambio se le ensombreció el rostro, tragó con dificultad -Pediré uno de esos también.

-Sí, supongo que el dulce no me desagrada...-Isabelle asintió.

-Es raro, mi hermano lo odiaba pero en los últimos meses come dulce de caramelo, dice que es su favorito. -Isabelle bajó su mirada -Rebecca, lamento irrumpir nuevamente en tu vida -Cambió de tema esta vez su voz sonaba tímida -Pero es importante para mí que hablemos.

Rebecca dejó de escucharla, su corazón se comprimió, no entendía por qué siempre le dolía el pecho, era consciente que era el cerebro el que se encargaba de las emociones y que el corazón sólo bombeaba sangre, sin embargo podía jurar ante cualquier tribunal que todo lo que involucraba a François le dolía en el pecho: le faltaba el aire, se generaba un vacío que oprimía y generaba cierto dolor. El caramelo... Muchas veces le dijo que ella era eso... Muchas, muchas veces.

Cuando volvió en sí Isabelle la miraba como si esperara una respuesta, no sabía qué le había dicho exactamente.

-¿Podemos no hablar de tu hermano?

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora