CAPÍTULO XL

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Rebecca acomodó los gatos sacándolos de sus huacales, su habitación estaba en penumbras por lo que después buscó una lámpara y lanzó sus zapatos al décimo infierno quedándose descalza, estaba enfadada, no podía evitarlo, los cambios abruptos de humor de François le molestaban y seguía sintiéndose tan cansada, no iba a decir que no le había dado alegría de verlo y saber que aunque se arriesgara decidía quedarse y luchar por ellos, sin embargo eso seguía siendo poco.

Fue hasta su habitación y encendió otra de las lámparas que dejaban el ambiente tenue, desabrochó su blusa y caminó al closet buscando una de sus pijamas, la iba a llevar cuando notó a Marco Aurelio agachado lamiendo algo del suelo, lo alzó mirándolo y notó su pelaje blanco untado de algo rojo.

-¿Qué estás comiendo caray? Ahora ya te ensuciaste, ese es otro detalle que el malnacido de tu padre no tomó en cuenta ¿cómo va y te compra blanco? Te ensucias con nada.

Descalza como estaba lo llevó en brazos hasta su baño en donde tenía el baño seco de ambos, aunque a decir verdad lo usaba más en Marco Aurelio, encendió la luz, sin dejar de mirarlo frunciendo el ceño, ¿de qué se había untado? Se sentía viscoso, iba a llevarse el dedo a la nariz para oler cuando escuchó una respiración pesada, se giró lentamente muerta del susto cuando vio que Thomas estaba recostado a la pared haciendo presión en su cuello con una de las toallas.

-¡Mierda!- Ella soltó al gato mirándolo con los ojos abiertos- Pero ¿qué haces aquí?

-No tenía donde más ir.

-Pues deberías estar en un hospital- Hizo referencia a lo obvio- primero porque evidentemente no confías en mí y segundo porque yo no sé nada de medicina Thomas.

Seguía mirándolo sin decidir si acercarse, podría estar ahí fingiéndose mal sólo para aprovecharse de la situación, ya con él no sabía nada.

-Una cosa es que no me interesen los daños colaterales otra que no confíe en ti, es evidente que lo hago.

Ella hizo una mueca, pero finalmente se le acercó, se veía pálido y sus ojos apagados, se acuclillo y miró la herida, aún sangraba.

-Pues necesitas un médico, tendré que decirle a Matthew es el único que me trajo un médico, no conozco este lugar. Mira el daño colateral, te dije que no fueras y no me hiciste caso.

-Nunca me eximí de salir ileso y no le digas a ese hombre.

-¿Entonces qué hago?- Le entregó otra toalla- Yo no sé hacer suturas como tú, aunque tengo morfina ¿quieres que te aplique morfina?

-No, eso me adormeciera y me desangraría más rápido.

-Está bien- se mordió el labio y entonces pensó que François si sabía suturar, había estudiado medicina.-No me voy a tardar, ya vengo.

No esperó una nueva negativa de Thomas, simplemente corrió saliendo del baño dispuesta a ir a la habitación de François, pero tan pronto como salió lo encontró de pie como si estuviera indeciso de tocar o no hacerlo, ella lo dejó pasar, era bueno que estuviera allí, aunque sabía que lo que lo tenía en ese lugar no era su disposición para ayudarla, sino su insistencia en rogarle y decirle que había malinterpretado su reacción.

No le dijo nada y simplemente lo empujó hasta el cuarto de baño.

-Ayúdame con Thomas.-Le dijo sólo cuando estuvo frente a él, no quería darles chance a ninguno de los dos de poner resistencias.

François simplemente la miró y empezó a subirle la cremallera del croptop cubriéndola, ella lo miró incrédula, de verdad le interesaban sus senos en ese instante, soltó un suspiro.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora