CAPÍTULO XVII

755 51 90
                                    



Torció los ojos una vez más y le tiró a Jullian una rodaja de pan en la cara, la tenía bastante irritada.

-Deberías entender que tu presencia me está trayendo problemas.- Jullian tomó el pan y en lugar de molestarse se lo comió con agrado, sin decirle a ella nada al respecto- ¡Jullian!- Él alzó la cabeza mirándola, para acto seguido desviarla y beber la taza de chocolate que recién él mismo había hecho para los dos- No se puede volver a repetir, ¿sabes lo difícil que es para mí tener a François alejado de aquí?

-No entiendo por qué- le dijo con cierto cinismo- el tío puede venir, después de todo ¿no es su casa?

-Sabes a lo que me refiero coño, es incómodo que andes pululando por ahí, escuchándonos detrás de las paredes.

-Lo haces sonar como si lo hubiera hecho adrede y déjame decirte que eso fue un accidente, ni en mis mejores fantasías me imaginé una situación como esas, yo pajeándome porque te estaba escuchando gemir como una perra en celo- volvió a meterse un trozo de pan a su boca y Rebecca soltó el aire, él no la comprendía, sabía que eso había sido un accidente, pero desde ese día se esforzaba por sacarle excusas a François que lo mantuvieran lejano de ese lugar.

-Jullian, sabes que te quiero, pero no podemos seguir así, yo no puedo seguirte poniendo a ti por encima de François, es momento que te regreses a Madrid.

-Vine a trabajar, no tengo problema con que ese tío venga y se enrolle contigo, bueno es verdad que aún me siento locamente atraído por ti, pero comprendo que lo nuestro es periódico de ayer y que decidiste perdonarle los cuernos que te puso.

-No me puso ningunos cuernos- él la miró escéptico.

-Vamos Becca si no soy un chaval, es problema tuyo de todas maneras si lo perdonáis, ya sabéis lo que creo, la monogamia está mandada a recoger, es bueno que lo comprendáis, yo no estoy en contra del poliamor, lo único es que debéis ser cuidadosa porque soléis meterle mucho corazón a todo, realmente no te veía en esas, pero vale- alzó sus manos- que hais cambiado.

Ella no perdió tiempo en explicarle nada, que pensara lo que quisiera, de manera que siguió desayunando los huevos que él había preparado, necesitaba que se largara y aun no encontraba las palabras para decírselo sin que sonara tan feo. Terminaba de comer cuando el timbre sonó, sintió un leve temor que se tratara de François, pero a lo hecho pecho, tendría que decirle la verdad, que Jullian llevaba unos días ahí y ni sabría cuándo planeaba largarse.

Se movió parsimoniosa tratando de retrasar el momento, acomodó su estrecha falda negra con encaje y tomó aire, antes de finalmente abrir la puerta, afortunadamente no era él, sino Thomas, nunca se había sentido tan alegre de verlo.

-Rebecca-La saludó como de costumbre, le entregó una pequeña bolsa en tela con chocolates de lujo-Por lo de la última vez... -Ella se sonrió y recibió la caja.

-Ahora me quieres ver gorda, esa es tu sutil venganza.-Él sonrió levemente, acomodándose un mechón de su cabello -Vaya le saque una sonrisa señor Ucker.

-Percepciones Rebecca-Respondió él mirando al interior, ella se movió dejándolo pasar, siendo claro que estaba pegada a la puerta, definitivamente le incomodaba mucho la presencia de Jullian.

-Ya conoces a Jullian- Planteó entre dientes, pero Jullian ni siquiera miró a Thomas, no entendía por qué le caía tan mal, a menudo Jullian era un tío agradable, en parte por eso le había gustado.

Thomas asintió pero no dijo nada al respecto, se acercó al ventanal que conducía al balcón y sacó un cigarrillo, su móvil sonó pero cuando vio la pantalla optó por colgarlo volviendo a concentrarse en su cigarro.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora