CAPÍTULO XXXVII

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Entre más caminaba por la Habana más se convencía que esa ciudad parecía haberse quedado atrapada en el tiempo, una mujer como ella chillaba y eso todos se lo hacían notar, por mucho que eligió diseños de Edna para ese viaje ella seguía desentonando sus faldas asimétricas con boleros y estampados caribeños no la hacían encajar, era demasiado elegante, demasiado Cosmopolitan para la frescura con la que andaban los lugareños.

La Habana y su gente tenían un desteñido glamour en su esencia, sus calles y casas hablaban de tiempos mejores de derroche y encanto, pero eso era un pasado, como la mujer que en un momento tuvo una belleza sin igual que era consumida con la edad de esa misma manera se respiraba la Habana, sus coches antiguos y sus viejas casitas coloniales.

Matt la llevaba de gancho, su caminata matutina la habían empleado para dirigirse finalmente a la vivienda en donde se quedaba Marie Keller, él, aunque en otros momentos hubiese desentonado con el aire de la Habana, en ese instante no lo hacía, su camisa de lino manga corta y sus pantalones cortos lo hacían mimetizarse con todo allí, aunque evidentemente su altura y apariencia lo delataban, era evidente que era un extranjero, de manera que a pesar que su ropa era mucho más casual que la de Rebecca, ambos resaltaban sin esfuerzo.

Las mujeres cubanas eran bastante exóticas, con caderas mucho más anchas que las suyas y enormes traseros, acompañados de senos grandes y un tono tostado en la piel, eran realmente bellas, era imposible para Rebecca no girarse a mirar su andar coqueto y no sentirse pasmada ante su carisma, no iba a negar que las envidiaba un poco, más teniendo en cuenta que a pesar que al estar enfundada en linda ropa no se veían sus cicatrices ella era muy consciente que debajo de su ropa su cuerpo estaba desfigurado.

Tal y como lo pensó muchas veces en el pasado su belleza era su maldición, el paso del tiempo se la estaba arrebatando y cuando ésta se fuera por completo ella no sabía qué quedaría.

-¿Qué tanto piensas?- La interrumpió Matthew y ella se volvió a él negando con su cabeza.

-En todo y en nada.

-¿Estás nerviosa?

No supo por qué él le hizo esa pregunta, parecía demasiada intima a pesar de ser tan corriente. Lo cierto es que no, no se encontraba nerviosa, el tiempo en que Marie Keller la desestabilizaba había quedado atrás como un pasado sin ningún tipo de validez, para ella esto era un trabajo más, como cuando se encargaba de recopilar sus crónicas, de hecho era la finalidad de ese encuentro; aunque desde luego en el interior Rebecca sabía que a largo plazo lo único que buscaba era arrebatarle a Marie esos documentos.

A estas alturas de su vida Rebecca haría cualquier cosa, dentro y fuera de lo legalmente establecido, cuando te sumergías en la degradación no había manera de devolverte a un estado anterior y Rebecca sólo buscaba la manera de escapar de esa situación surrealista en la que llevaba meses sumergida, Vladimir tenía menos escrúpulos que ella, no le interesaba hacer cualquier cosa con tal de conseguir lo que quería y ella tenía que tener un pase, para vivir su vida de la manera que quisiera vivirla y no como un otro lo desease, si en medio de eso otras personas sufrían era lo que menos le interesaba, sus fines eran más grandes que una sola mujer, ella no sólo pensaba en sí misma, aunque no lo pudiera parecer en muchos momentos también pensaba en esos por los que todo empezó, los desarraigados, los que estaban en medio de las masacres que Vladimir creaba para conseguir engrosar su cuenta bancaria.

-No, no estoy nerviosa- le contestó finalmente a Matt.

-Te he sentido tan ida.

Rebecca parpadeo sin poderlo evitar, quería escapar de los escrutinios, lo bueno de ser ella la periodista es que era ella la que siempre estaba sometiendo al otro a las preguntas, pero éstas no se le suministraban a ella. Matthew la conocía a un punto, que si era honesta, nunca le había permitido, ella solía blindarse en sí misma, eran poquísimas las personas que lograban deshacer sus barreras y por mucho que le hubiese tenido afecto a Matt, él no era una de esas personas.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora