CAPÍTULO XIV

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ABRIL


El viaje había sido realmente extenuante, por mucho que su vida fuera viajar, ella no terminaba de acostumbrarse, François había comprado un vuelo nocturno, pero no servía de mucho cuando viajabas al otro lado del planeta con siete horas de diferencia horaria y catorce de vuelo daba como resultado que hubiesen arribado a Sevilla a las 4 de la tarde, y dos horas más el resto del tramo hasta Alcalá del Valle, pueblo donde estaba ubicada la hacienda de su abuela no fue menos agotador, llegaron entrada la noche.

El cortijo estaba completamente reformado, su entrada de acceso era de estilo clásico español con la tradicional fuente en la mitad del patio y este a su vez poseía una serie de adoquines, el principal atractivo del patio era la vista que daba de todo el lugar, pero Rebecca se fijó en la torre y su pequeña escalinata que conducía a una zona tranquila con una terraza donde se podía ver la mayor parte de la propiedad, quizás si hubieran llegado más temprano llevaría a François allí, pero ahora mismo quería cama y se arrepentía francamente de no haberle avisado a Juana que iría, ahora tendrían que esperar que les hicieran las habitaciones.

Los árboles de olivo alrededor se mecían suavemente por la brisa, mientras François arrastraba las maletas y observaba todo, ella lo miró a él de soslayo, nunca, ni en sus más remotos sueños se imaginó estar con él allí, cuando se lo había dicho de verdad bromeaba, pero con él las bromas eran en serio.

Rebecca obvio las demás puertas y caminó directamente a la que conducía a la sala de estar, abrió la perilla de la gran puerta de roble y entró, a pesar del clima cálido de la zona, ese salón estaba fresco, quería una cama por lo que no se detuvo allí sino que en solipsismo se dirigió hasta la cocina con un estilo rústico, como lo imaginó Juana se encontraba allí limpiando Adalberto, su esposo, se sobresaltó al verla.

-Niña Rebecca- exclamó él, ella le sonrió- no la esperábamos por aquí.

-Sí, fue realmente sorpresivo- Le contestó ella con desenfado, luego se volvió a Juana, quien sonreía ampliamente- ¿Podrías prepararme dos dormitorios?

-¿Viene con su mamacita?- La interrogó Juana y Rebecca negó riendo.

-No y por favor no la invoques, vengo con un amigo.-Ella le asintió.

-¿Gusta quedarse en el dormitorio que siempre ha usado o quiere hacer uso del dormitorio principal?

-Déjame mi cuarto, pero...-Ella se mordió el labio- Si quiero que mi amigo use el dormitorio principal.

Juana le asintió y extrajo del refrigerador un jugo de frutas frescas que le tendió a ella, Rebecca pidió otro y se lo llevó a François, cuando volvió notó que él se subía las mangas de su camisa, le tendió el jugo.

-Ya te están preparando tu habitación.-Le dijo mientras él lo recibía con una sonrisa.

-Gracias -Le dio un beso en su frente-Es un lugar hermoso

Él recorrió el salón con su mirada hasta que se detuvo en uno de los cuadros, se quedó mirándolo fijamente, Rebecca también lo hizo pero permaneció en su puesto, sabía que miraba, el retrato sobre la chimenea de un metro de altura.

-Es tan hermosa... Igual a ti-Dijo sin dejar de mirar el retrato

Rebecca también se acercó a la chimenea y miró a su abuela, se sonrió triste, desde luego que ella no vivía en sus recuerdos como en esa foto, pero de todas maneras la extrañaba tanto, que por eso no iba casi a ese lugar, no era como su madre que detestaba todo lo que tenía que ver con la hacienda, a ella en cambio la apabullaba la ausencia, no era igual llegar allí y buscar de Juana, sin darse cuenta las lágrimas empezaron a escurrírsele por el rostro de manera silenciosa, esa casa era eso: silencio, ya no era vida, como cuando su Abu la habitaba.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora