CAPÍTULO XIX

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MAYO

Era sábado en la mañana, su día había empezado hacía horas cuando ni siquiera había amanecido, debido a la agudeza de sus insomnios, sabía que debía tomar medidas, retomar la terapia o algo parecido, porque entre la culpa y el miedo no estaban haciendo nada beneficioso por ella. Esa noche se había revuelto en su cama y había terminado por aceptar que no lograría dormir, a ese punto ya no sabía qué era peor, dormir o no hacerlo, ambas cosas se volvían una apología a la tortura.

Entonces resignada simplemente se había comido un tazón repleto de granola con yogurt griego con trozos de kiwi y moras, había leído las noticias matutinas como lo hacía desde que era una niña, pero ya sin sentirse como esa mujer inocente que un día fue, lo hacía con la plena consciencia que ella ocultaba algo, algo que todos desconocían y que con eso se faltaba a su propia promesa de divulgar la verdad, lo cual si se le miraba de lejos era todo una ironía, ella que siempre buscó revelar la verdad era una de las personas que más fácil mentía.

Así que efectivamente una mañana había leído sobre la desapariciones de cerca de una decena de mujeres, tal cual como Thomas había dicho esa gran cortina de humo había desenfocado un poco el tema que realmente importaba ¿dónde estaba Jacob Clifford? Si era honesta al menos con ella misma podía decir que realmente no lo sabía, no sabía nada de lo que Thomas había hecho con él y era un ser tan espantoso que ahí se encontraba en un lujoso apartamento costeado por uno de los hombres que enloquecía por ella, comiendo kiwi y moras fingiendo estar totalmente ajena al dolor de Charlee.

A la esposa de Jacob la asediaban sus colegas, queriendo obtener la exclusiva, buscando como buitres conocer su opinión frente a la doble vida de su esposo y en cambio Rebecca sabía que esa doble vida había salido del lugar oscuro en el que Jacob la mantuvo sólo con el objetivo de volverla a ella o más bien a Julieta alguien insignificante en la vida de Jacob.

Dejó de lado las noticias, no era bueno hurgar en las heridas y se levantó de la mesa sin terminarse el desayuno, se sentía tan ansiosa que incluso empezó a recoger la ropa que yacía tirada por toda la casa, sin darse cuenta terminó limpiando su casa con todo y aspiradora sólo porque de alguna manera la compulsión por limpiar acallaba un poco el ruido de sus pensamientos que eran realmente ensordecedores.

Rebecca nunca había sido particularmente bondadosa, se sabía esquiva, odiosa y mezquina, no obstante sus límites no pasaban de portarse de forma indeseable con alguien que no le agradase, pero sabía que lo que había hecho las últimas semanas de su vida era haber bajado unos cuantos peldaños en la escala de la corrupción moral, siempre se había jactado de ser amoral, siempre se había burlado de los 10 mandamientos de la ley de Dios, siempre había sentido una atracción por los pecados capitales, no obstante hasta alguien como ella podía sentir que habían límites.

Arruinar vidas no estaba tan mal cuando se hacía de una manera simbólica o si se quiere psicológica, no le interesaba por ejemplo si alguna mujer se ponía verde de la envidia por querer tener a algún hombre que estuviera postrado a sus pies, tampoco le interesaba mucho si alguien terminaba descorazonado porque ella no deseara estar con esa persona, esas personas sólo solían ser una molestia en algunas ocasiones, en otras una fuente de diversión.

Pero la forma física era un límite que hasta ese momento había tenido, nadie, ni siquiera Mariano se había matado por ella y mucho menos ella había permitido que alguien matara por ella, porque era el momento de reconocer que era más que probable que eso hubiera pasado.

De manera que no era de extrañar que en ese instante necesitara fregar el mármol de la encimera, de alguna manera era una especie de expiación, su frente y barbilla estaba mojadas con gotas de sudor, sus manos dolían, sin embargo sentía que tenía que pagar una cuota de dolor por lo que estaba haciendo, no era por Jacob, Jacob no merecía nada de ella, él la había golpeado, la había forzado y la había tocado en contra de su voluntad, así que no es como si sintiese piedad de Jacob, él era las muestras de cómo la humanidad podía ser una escoria.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora