CAPÍTULO XXXIV

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SEPTIEMBRE

No había dormido mucho, no sólo por el viaje de Londres a Madrid, sino porque François había insistido en "ayudarle" a quitar el vestido y una cosa llevó a la otra y ella ahora lucia las ojeras de mapache más terribles y corría como una loca para no perder su vuelo, lo peor había sido que sólo se detuvieron porque a él lo llamaron por algo ligeramente urgente, así que a las 6 de la mañana se había ido y ella, se había recostado sólo un poco, pero no había podido despertarse, si él se hubiera quedado, al menos no habría dormido ni un segundo y no estaría corriendo.

Paró un taxi algo desesperada mirando la hora en su celular, eran las 8:50 ¡Zeus iba a perder ese vuelo! Se subió en el auto sin ni siquiera mirar al conductor y le pidió que por favor volara al aeropuerto, trató de hablarle a Thomas, pero algo ocurría con su teléfono, no tenía cobertura, era extraño, empezó a moverlo por fuera de la ventanilla a ver si así contaba con cobertura, pero nada.

-Disculpe- Le habló al conductor- ¿podría venderme un minuto?-Él hombre se sonrió de una forma macabra y no le contestó nada.

Rebecca arrugó su nariz y evitó seguirle preguntando algo, apagó el móvil y lo volvió a encender a ver si así lograba algo diferente, pero no lo fue ¡mierda! Bonita hora tenía el mugroso artefacto de fallar. Al sentir que llevaba mucho en ese taxi y no habían llegado miró por la ventana se extrañó al notar que estaba a las afueras de Madrid, pero no por el lado del aeropuerto.

-Oiga ¿está perdido? Por aquí no queda el aeropuerto- El hombre volvió a sonreírse a través del espejo retrovisor- Señor le estoy hablando, tenga la amabilidad de decirme si desconoce dónde se encuentra el aeropuerto y yo puedo guiarlo.- Nuevamente no hubo otra respuesta que el silencio y aumentar la marcha del auto, eso la asustó, no era algo normal. -¿Podría detener el auto?- Mas silencio. -Fue en ese momento cuando ella intentó abrir la puerta y no pudo. -Señor detenga el auto- Habló con un tono más alto

Pero todo esfuerzo fue infructuoso, entonces tomó su maleta de mano y empezó a pegarle, pero el hombre esquivó los golpes y cuando finalmente se detuvo y ella trató de salir sólo fue para recoger a otro hombre que ella reconoció de inmediato, eso la hizo dejar de forcejear y quedarse estática, el hombre de cabello negro y ojos verdosos la miró y se sonrió con cierta ironía y realmente lo era, en la actualidad Rebecca conocía su nombre e incluso sabía que Camille era su amante y tenían un hijo juntos, quizás sabía lo que Thomas y ella le habían hecho.

-¿Me recuerdas?- Rebecca parpadeó sin contestarle y él se subió en el auto junto su asiento- Sé que sí, ¿cómo está su gato?- El acento ruso era indiscutible, Rebecca tragó saliva fuertemente.-Veo que no tiene lengua señorita Rebecca. Está bien, me gusta la gente callada, da menos problemas y siempre y cuando usted se mantenga así nada le va a pasar.

-¿Qué es lo que quiere?- Alexandro se sonrió nuevamente.

-De usted nada- Ella cerró sus ojos entendiendo que la estaban usando para que François fuera a esa reunión y odiaba eso, lo odiaba todo.

-¿A dónde me lleva?

-¿Sabe cuál siempre ha sido su problema? Que pregunta demasiado.

Ella lo miró, pero se quedó callada entendiendo que no iba a decirle nada, no sabía si iban o no a lastimarla, con ellos nunca se sabía nada, sabía que eran capaz de los peores horrores y por ese instante no supo qué sentir, el tiempo volvió a ser amorfo, tenía esa particularidad de deformarse, quiso preguntarle si planeaban lastimarla, pero dudaba que le dijeran algún tipo de verdad, entonces nuevamente se sintió como cuando estuvo secuestrada, sin voluntad, sin poder decidir, sin nada.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora