CAPÍTULO XII

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MARZO


Cambió de posición en la cama y se echó la cobija hasta la barbilla, no se había movido de ahí en todo el día, ni siquiera había ido a trabajar simplemente llamó y se reportó enferma, Fabriccio se acostó a su lado brindándole una sensación de calor, empezó a ronronear y ese sonido lograba transmitirle cierta paz.

Ese día había cumplido 29 años y se sentía muy similar a sus cumpleaños anteriores, vacíos y sin sentido, no le gustaba cumplir años, no entendía cómo estar más cerca de la muerte podía ser algo feliz, ver cómo su piel se marchitaba y perdía la frescura de la juventud.

Todo eso la hacía sentir miserable, el año anterior en cambio había pasado un gran cumpleaños y esa remembranza hacia que ese cumpleaños que vivía le resultase aún peor, no sólo porque estaba 1 año más cerca de los 30, sino porque él no estaba, a pesar que lo esperó todo el día él nunca había llegado.

En la mañana, casi abriendo el alba François le había hecho la llamada más extraña de la vida, no le había dicho feliz cumpleaños, pero había hecho alusión a la fecha y a lo importante que era porque reafirmaba su existencia, cuando le había dicho todo eso el pecho se le había llenado de esperanza y era esa esperanza la que la había tenido gran parte del día esperando por su llegada o por algo, cualquier cosa.

Sabía que él no conocía su lugar de residencia, pero también sabía que si quería averiguarlo podría hacerlo, sin embargo él nunca había llegado, así que no había querido hacerlo, le había pedido que no olvidara que ella representaba lo bonito de su vida ¿por qué le había dicho algo como eso si iba a permanecer ausente? Ella le había prometido que no lo olvidaría, que recordaría eso, que le creería y por horas pensó en eso, pero a veces costaba creerle cuando sus acciones eran contrarias a sus palabras.

Rebecca comprendía que no podía exigir nada, ni esperar nada de él, sin embargo a veces era difícil, sobre todo cuando se veía a sí misma comparando todo con el año anterior: ellos dos bailando boleros bajo las estrellas, los fuegos artificiales diciéndole feliz cumpleaños y él amándola toda la noche, era imposible no pensar en cada gemido, en cada palabra de amor y no sentirse ahora mismo vacía.

Aunque lo cierto es que algo muy similar había pasado con el cumpleaños de François, el año anterior le había mandado a hacer un pastel, había comprado ese guardapelo y además se había desnudado en una mesa para que comiera de ella; este año sólo había hecho ese álbum de fotos estilo victoriano, mirando vídeos de "hazlo tú misma" porque estaba lo suficientemente quebrada como para no poder comprarle nada decente.

Ella tampoco había pasado ese día con él porque como imagino aún no lograba montarse en esa moto sin caerse, pero a cambio de eso pasó semanas enteras escogiendo las fotografías que llevaría el álbum, fotografías de ambos que le recordaban los tiempos felices que alguna vez vivieron.

El timbre sonó, eso la hizo moverse ligeramente incómoda, no pensaba abrirle a nadie, no quería visitas de manera que se echó la colcha encima de la cabeza y la persona que timbraba se pegó del timbre produciendo un sonido molesto. De pronto se le ocurrió que quizás era François después de todo, eso la hizo pegar un brinco saliendo de la cama corrió hacia la puerta sin importarle la facha tan deprimente que tenía la abrió de par en par decepcionándose de inmediato al ver la cara de Logan en lugar de la de François, de forma inevitable lo miró con desdén, él arqueó ambas cejas.

-Sólo te traía comida mujer.

-No tengo hambre.- Él torció la boca.

-Igual recíbela.

EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora