Inicialmente todo fue negro, un infinito de oscuridad sin límites, no había ningún tipo de sensación, a pesar de que poco antes de esto experimentaba un profundo ardor que la quemaba, ya no había nada, ni siquiera podía pensar, pero como si de pronto alguien pudiese sentir su confusión una sucesión vertiginosa de imágenes apareció, reconocía cada una de ellas, incluso las que había olvidado, se trataba de una procesión de instantes de su vida, desde su nacimiento, era extraño la sensación de sentirse cálida y confortada y luego sentir dos manos grandes y heladas que la tomaban para después nalguearla.
Cada una de esas imágenes fue demasiado vivida, demasiado real, pero a la vez como un flash que duraba sólo una milésima de segundo, todas ellas se arremolinaron hasta que finalmente cayó tendida en el suelo del apartamento que compartía con Edna, eso fue incómodo, no fue para nada una sensación placentera repetir ese momento, de hecho no le gustó para nada y quería salir como fuera de ese lugar, si es que podía llamarlo de esa forma.
Nuevamente fue como si algo hubiese sentido su desespero porque eso ceso, sólo para dar paso a una experiencia mucho más escalofriante, ya nada era negro, tampoco estaban las imágenes recreando su vida como el sueño más impresionante, ahora simplemente vio el apartamento que compartía con Edna desde arriba y algo que la hizo sentir demasiado aturdida fue verse a sí misma tendida en el suelo y pared, con mucha sangre brotando a borbotones.
Muchas veces se imaginó de manera análoga cuando estaba deprimida, imaginaba lo que se sentía despersonalizarse y creía que la anhedonia y el desinterés que experimentaba era equiparable a no estar dentro de su cuerpo, sin embargo eso era absolutamente diferente, era verdad, ella no sentía dolor alguno, no al menos el que cualquiera al ver esa escena podría imaginar, pero ser consciente de ello no fue algo agradable.
Su rostro había perdido el tono blancuzco que lo caracterizaba, ahora se veía un poco azulada, quizás morir era eso, verte y no poder sentir nada, para los griegos el pneûma o alma era algo similar al aliento, una vez éste se iba ya no había más forma de vida, quizás eso era ella en ese instante, el aliento que había sentido que se le escapaba, eso pudo recordar sentirlo justo antes que todo se hiciera negro y en ese instante experimentó muchísima paz, ahora no podía decir que se sintiera así.
Su situación era completamente amorfa y como si eso no bastara vio como François entraba y desfiguraba por completo su rostro ante la horrible escena, se le tiró casi que encima y empezó a intentar cubrir los orificios, en ese momento creyó que sentiría algo, cualquier tipo de dolor, cualquier recodo de realidad, pero no hubo ninguna sensación, ni siquiera escucharlo gritarle que no lo dejara hizo que ella sintiese algo.
Sin embargo su voz no sonaba como suya, sonaba como un eco distorsionado, lo vio hacer su blusa añicos con la intención nuevamente de frenar lo natural, la sangre seguía emergiendo por mucho que él lo evitase y no estaba segura de que quisiera que lo lograse, recordaba el agotamiento, recordaba esa sensación de libertad previa a la oscuridad, recordaba que a pesar de nunca haberlo deseado en el momento que creyó morir por fin fue excarcelada.
El cuerpo que era suyo colapsaba cada vez un poco más y ella se limitaba a verlo todo, a ver los esfuerzos que él hacía por impedirlo, por regalarle otro destino, quizás si ella pudiese hablar le diría que se detuviera, que la dejara ir, que no insistiera en prolongar su vida, nunca había pensado mucho en la muerte, no sabía si eso era la muerte, estaba segura que no, que aún quedaba algo de vida en ese cuerpo que se asfixiaba bajo ella, lo estaba porque precisamente la dificultad para respirar denotaba que intentaba hacerlo.
Quizás eso que estaba viendo era sólo un largo y profundo sueño, ella tendida en esa pared totalmente sola luchando contra la vida, más que contra la muerte, la muerte se le antojaba, llevaba mucho antojada de la muerte, simplemente nunca había sido lo suficientemente valiente de hacer algo para terminar con su existencia, pero podría jurar que toda persona con depresión ansiaba dejarse ir en brazos de la mortaja.
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EL DÉCIMO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro3
RomanceEste es el tercer libro de una saga, el primero se llama "El Sexto Mandamiento", el segundo "El Octavo Mandamiento" y el cuarto "El Quinto Mandamiento". Rebecca sabe que no tiene nada: no tiene empleo, está a punto de perder su apartamento y el hom...