- Gracias por la invitación, si necesitas cualquier cosa me dejas saber – dice Charlie cuando llegamos. Me siento mal por haberle hecho pasar mal la velada. – Quédate un rato conmigo – le pido, él responde asintiendo con la cabeza. Nos bajamos del auto y entramos a la casa. – Ya regreso, me voy a cambiar – le digo. - Aquí te espero – dice sonriendo un poco y se sienta en el mueble. Lo primero que hago al entrar a la habitación es dejar salir el agudo dolor que siento en mi pecho, lloro y lloro. Ha sido una traición muy fuerte, Jonathan jugó muy sucio conmigo mintiéndome con lo de la muerte de sus padres. Cuando me calmo salgo de la habitación y veo a Charlie en la cocina. – Ten, preparé este té para que te relajes y te sientas un poco mejor – dice tiernamente. – Gracias – le agradezco y tomo un sorbo del té. – No entiendo nada de lo que ocurrió, pero puedes contar conmigo para lo que sea – dice acariciando mi rostro mirándome fijamente. - Eres un chico muy bueno Charlie, no sé con cuales ojos me ves, pero ahora no estoy para comenzar una relación, espero que me entiendas – digo apenada. – Tranquila Sophia, disculpa si te he hecho incomodar, solo quiero tu amistad– dice sentándose. – Ay que pena, te malinterpreté – digo aún más apenada. – Ya deja de disculparte, tuviste un día un poco fuerte, yo me voy para que descanses. Además, recuerda que me voy de viajes a Grecia, ¿no quieres venir conmigo? – pregunta. – Te agradezco tu propuesta, pero no puedo – respondo sonriendo. – Bueno si cambias de opinión me dejas saber, nos vemos linda – dice y lo acompaño hasta la puerta para despedirme de él y se marcha. Regreso a la cocina para terminar mi té y suena el timbre. - ¿Se te quedó algo? – digo pensando que es Charlie, me asusto porque no es él y siento un fuerte golpe en mi rostro cayendo al suelo.
- ¿Dónde estoy? – pregunto al abrir los ojos. – Estas en el hospital – responde Beth. - ¿Por qué? – cuestiono y trato de moverme, pero no puedo por el dolor que tengo en todo mi cuerpo. – ¿No recuerdas nada? – me pregunta jugando con mi cabello. – No – respondo adolorida. – Sophia, un ladrón entro a tu casa a robar y te ha golpeado muy fuerte – ella dice con ojos llorosos. - ¿Qué? – digo incrédula. – Te hizo mucho daño, la Sra. Brown llamó a la policía cuando escuchó ruidos extraños en tu casa, cuando llegaron ese imbécil ya se había ido, te encontraron tirada en el suelo – me explica y me hace recordar del golpe en mi rostro, de las patadas y puños que me dio por todo mi cuerpo. – No, no, no – grito con desesperación. – Shh tranquila Sophia – dice Beth abrazándome. – Bebé – escucho la voz de mi hermano. – Anthony – exclamo al verlo. Se acerca a mí y besa mi frente. – Si encuentro a quién te hizo esto lo mato – dice con coraje. – Pásame el espejo – le pido a Beth. – No hace falta Sophia, lo importante es que estás bien – dice Beth. – Pásame el espejo – le pido nuevamente con tono fuerte. Cuando me miro tengo mi rostro destrozado, me miro mi cuerpo y tengo morados por todo mi cuerpo. Comienzo a llorar histéricamente y la enfermera me pone un tranquilizante haciendo que me quede dormida.
- Mi Sophia, yo te voy a cuidar. Esto no se va a quedar así, lo prometo – escucho a lo lejos y despierto al sentir que me besan los labios. – Jonathan – digo en voz baja, miro a mi alrededor y no veo a nadie. – Hola bebé, ¿cómo te sientes? – pregunta Anthony al entrar a la habitación. – ¿Dónde estabas? – pregunto. – Estaba comprando un café – responde. - ¿No viste a nadie salir de aquí? – pregunto. – No – dice sentándose en la cama. – Sentí a alguien aquí – digo apoyando mi cabeza de su hombro. – Tal vez fue uno de los policías, están afuera porque quieren hablar contigo. ¿Crees que puedas? – pregunta. – Sí, quiero que lo encuentren y pague por lo que me hizo – digo con furia. – Okay, déjame hacerlos pasar – dice besando mi cabeza. – Buenas tardes Srta. Miranda, lamentamos lo sucedido. Sabemos que es una situación muy fuerte para usted. Toda información que nos pueda dar será muy útil para la investigación – dice la mujer policía. – ¿No pudieron tomar evidencia de la casa? – pregunto. – No lamentablemente -. Miro a Anthony y se sienta nuevamente en la cama mientras les digo todo lo que sé acerca del desgraciado que tanto daño me ha hecho.
Ya me he recuperado físicamente, pero mentalmente sigo afectada. No soy la misma de antes, mi estado de ánimo es muy impredecible, a veces estoy bien, otras no tan bien. Han pasado unas semanas y regreso a la oficina para recoger mis cosas ya que me voy a quedar con mi hermano por un tiempo. Al entrar lo primero que viene a mi mente es Jonathan, quiero odiarlo, pero algo dentro de mí no me deja. – Miranda, lamento mucho lo que te sucedió a pesar que por eso no me pude ir de luna de miel – me recibe Alanis como siempre con sus comentarios estúpidos. – Alanis por favor no tengo paciencia para tus comentarios así que resérvatelos, estoy viva de milagro – digo dejándola con la boca abierta. – La asistente nueva te ha puesto todo en cajas, pero si quieres revisa todo, tomate tu tiempo, voy a estar en mi consultorio – dice. – No hace falta, me llevo lo que está en las cajas, mi hermano espera por mí – respondo mientras levanto la caja. – Saludos a su marido – digo impulsivamente y me marcho. – ¿Lista? -pregunta Anthony. – Lista – respondo y suena mi celular. – Señorita Miranda, es la agente García, necesitamos que llegue a la delegación. Encontramos al sujeto – me indica. – Perfecto, ya vamos de camino – respondo. - ¿Quién era? – pregunta Anthony. – La agente, tienen al sujeto. Cerremos este capítulo – digo y nos marchamos.
Cuando llegamos me explican que apareció en la delegación todo golpeado. – Según tu descripción y nuestro archivo pensamos que él es el ladrón. Su patrón de ataque siempre es el mismo y a mujeres que viven solas. Lo único que falta es corroborar que es él, así que necesitamos que lo identifiques – dice la agente. – Quiero partirle la cara a ese mal nacido – dice Anthony con coraje. – Hermano tranquilo, espérame aquí – le digo. – No quiero que vayas sola – me dice. – Estaré bien, créeme – digo y lo beso en la mejilla. Voy muy nerviosa hasta llegar a la oficina dónde está el imbécil del otro lado del vidrio. A pesar de la paliza que le han dado, estoy cien por ciento segura que es él, esa mirada nunca la olvidaré. – Maldito imbécil, ¿ya me puedo ir? – pregunto a la agente – Sí, gracias y nuevamente siento muchísimo por todo lo que pasó – dice mirándome apenada. Asiento con la cabeza y salgo de la oficina. – Vámonos Anthony, necesito despertar de esta pesadilla – digo llorando, él me abraza y nos marchamos a su casa de playa.
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Dime la Verdad
RomanceSophia conoce a Jonathan en las circunstancias menos esperadas. Ambos acceden a vivir una pequeña aventura dejando una marca muy profunda en ellos. Jonathan tiene un plan que no les permite estar juntos y después de varios años, ambos se encuen...