La historia de Manicito

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Despierto con mucha energía, lo primero que pienso al abrir mis ojos es en Jonathan.   Me levanto, me alisto y cuando me estoy arreglando el cabello alguien toca a la puerta.  Al abrir es él y trae unas bolsas – Les traje desayuno – dice con emoción haciéndome sonreír.  – Gracias, adelante estamos hambrientos – digo haciéndolo pasar.  - ¿Puedo desayunar con ustedes? – pregunta.  – Por supuesto, déjame mover el arreglo de flores de la mesa – digo acercándome al arreglo floral.  – Déjame moverlo a mí.  ¿Te gustaron las rosas? – pregunta mientras lo mueve.  – Están hermosas, ¿tú las enviaste? – pregunto, él asienta con la cabeza.  – Gracias – respondo mientras nos sentamos.  Lo observo cómo acomoda todo en la mesa hasta que termina y se sienta.  – ¿Descansaste? – pregunto.  – No, tus ronquidos se escuchaban hasta mi habitación – responde haciéndome reír a carcajada.  – No podía dejar de pensar en ti – dice mirándome a los ojos.  – O mejor dicho, en ustedes, discúlpame manicito – dice haciéndome sonreír.  Creo que este es el momento para explicarle el por qué soy madre soltera.  – Ahora si te voy a sacar de tu intriga, mi bebé ha sido producto de una inseminación artificial – digo y me mira sorprendido.  – Como te había comentado anteriormente, siempre quise tener un bebé joven.  Por alguna razón me fue imposible tener una relación con un hombre, así que opté por hacerme la inseminación.  Ha sido la mejor etapa de mi vida, sentir como este ser hermoso crece dentro de mí – le explico, él me escucha atentamente.  – Al principio me frustré porque no quedaba embarazada, pero al último intento, apareció mi manicito – digo acariciando mi vientre.  – Eres una mujer excepcional.  Te admiro por la decisión de ser madre soltera, además de ver cómo has llegado a dónde estás – dice tomando mi mano.  – Gracias a ti por darme la idea – respondo sonriendo.  – Bueno comamos que nos tenemos que ir a tu presentación – dice él besando la mano.  

Mientras hago mi presentación Jonathan no deja de mirarme, Carolina está a su lado muy pendiente de todo lo que digo y hago.  Cuando termino, ambos me ayudan a repartir mi tarjeta de presentación y un regalito a todos en el público.  Varias personas se acercan para conversar conmigo, y me comienzo a acalorar y a incomodar.  Al parecer Jonathan se da cuenta y se me acerca como también el Chef Maggiano.  – Muchas gracias a todos por venir, cualquier consulta pueden contactar a la Señora Miranda a su correo electrónico – el chef les anuncia a todos y poco a poco se comienzan a ir.  – Sophia ¿desea algo? – pregunta Carolina preocupada.  – Voy a estar bien, no te preocupes Carolina, muchas gracias – le agradezco.  – Como está con el Señor Jonathan me voy porque uno de los ayudantes no vino y necesitan que los asista en nuestra exhibición – ella dice apenada.  – Ve tranquila Carolina, a la una estaré allí para verte – le digo, ella sonríe y se marcha.  - ¿Mejor? – pregunta Jonathan.  – Un poco, salgamos a tomar aire – sugiero.  – Muchas gracias por invitarme chef – le agradezco.  – Gracias a ti por haber venido en tu estado – dice estrechando su mano.  – Oh fue un placer, cuando esté de vacaciones no se le olvide irme a visitar – digo sonriendo.  – ¡Por supuesto! Estaremos en contacto – dice y nos marchamos.  

Salimos del centro de convenciones y nos sentamos en una plaza.  Cierro mis ojos y respiro hondo.  – Sophia me estas preocupando – dice Jonathan un poco asustado. - Estoy bien, es la conglomeración de tantas personas que me incomodó – respondo y lo miro a los ojos.  – Jamás pensé en encontrarte aquí – digo negando con la cabeza.  – Tengo tantas preguntas que hacerte y mi vuelo sale esta tarde – digo sin dejar de mirarlo.  – Yo tengo todo el tiempo del mundo para responderte todas las preguntas que tengas.  ¿Puedo viajar contigo? – pregunta haciéndome reír.  - ¿Estas desquiciado? – digo entre risas.  – Estoy hablando muy seriamente, ¿a qué hora sale tu vuelo?  - pregunta.  – A las seis – respondo siguiéndole la corriente, sé que no va a conseguir vuelo.  Toma su teléfono para buscar por internet.  - ¿Es este tu vuelo? – pregunta enseñándome el teléfono.  – Sí – respondo más seria.  – Perfecto – responde y en unos minutos me mira y sonríe.  – Seremos compañeros de vuelo – dice con emoción.  – Yo no te dije que podías viajar conmigo – digo muy seria, rápidamente su alegría se esfuma.  – Disculpa Sophia – dice, pero lo interrumpo riéndome a carcajada haciendo que mi bebé me dé una patadita.  -  Como que manicito está de tu lado me acaba de patear – digo sonriendo tocando mi barriga.  – ¿Puedo? – pregunta mirando mi vientre, yo asiento con la cabeza.  – Cuidado con mamita – dice tiernamente poniendo su mano en mi vientre, esta vez el bebé se mueve un poco hacia donde está su mano haciendo que Jonathan me mire con emoción.  - ¿Qué estás haciendo Jonathan? – le pregunto.  – Te dije que iba a regresar Sophia, lo de nosotros no ha terminado aún – responde.  - ¿Lo de nosotros?  Jonathan, aquí no hubo nada y menos con la mentira que me dijiste – digo un poco enojada.  – Sophia si no hubo nada ¿por qué te brillan los ojos cada vez que me nos vemos? – pregunta, todavía tiene su mano en mi barriga.  – Pues...por coraje – respondo.  – Sophia tenemos mucho de qué hablar, dame una oportunidad, ¿sí? – me pide.  – No quiero decirte nada hasta que salgamos de este lugar y tengamos todo el tiempo para conversar.  Ya es casi hora de que vayas a ver a Carolina y no quiero dejar la conversación en el aire – continúa.  – ¿Me dejas viajar contigo? – pregunta.  ¿Cómo me puedo negar a esos hermosos ojos color miel? me pregunto.  – Bueno, está bien la verdad que me intriga mucho lo que me tienes que decir – respondo.  Luego nos vamos de nuevo al centro de convenciones como le prometí a Carolina.

Me quedo sorprendida con Carolina, ella me había comentado que su fuerte eran los postres, pero no pensé que su técnica era tan fina.  Utiliza mucho el chocolate de una forma que yo nunca hubiese utilizado.  Verla a ella me hace olvidar de toda la conversación que tuve con Jonathan, definitivamente que la cocina es mi terapia. Cuando termina su presentación me acerco a ella para felicitarla y despedirme.  – Ten, llámame cuando quieras, me gustaría que me enseñaras tu técnica – le digo haciéndola emocionar.  – Bueno ese es mi secreto, si le digo me tiene que contratar para trabajar con usted – responde.  – Encantada de tenerte en mi equipo, me llamas – digo haciéndola abrir los ojos de emoción abrazándome y a Jonathan también.  Nos despedimos y nos marchamos.  – ¿Necesitas ayuda con tu equipaje? – Jonathan pregunta después de haber estado en silencio de camino hacia el hotel.  – No, pero si vienes conmigo apúrate que tengo unos antojos de más chocolate que me tienen ansiosa – respondo sonriendo para cambiarle el ánimo, y funciona porque lo hago sonreír.  – Perfecto, regreso enseguida – dice y se marcha.  Mientras recojo todo no hago nada más que pensar en mi antojo de chocolate, así que me apresuro y cuando estoy lista tocan a la puerta.  – Espero que esto te quite la ansiedad – dice Jonathan tan pronto abro la puerta con una barra de chocolate.  – Gracias – digo con emoción casi arrancándoselo de la mano.  Él toma mi equipaje y nos vamos.  Mientras me como el chocolate él me mira – De verdad le tenías deseos – dice sonriendo, yo solo asiento con la cabeza porque tengo la boca llena.  Cuando nos sentamos en el taxi me mira y sonríe - ¿Puedo? – dice acercando su mano a mis labios, respondo asintiendo con la cabeza.  Entonces limpia la comisura de mis labios con su dedo pulgar haciéndome recordar aquel momento cuando me escapé del trabajo para ir a verlo al hotel poniéndome muy ansiosa y deseosa de comer Bizcocho.

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