Hasta luego ricura

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Estoy muy feliz preparándole el desayuno a Jonathan mientras él le da biberón a Sebastián. Suena su teléfono así que me acerco para seguir dándole la leche al bebé y él pueda contestar su llamada. Al Sebastián terminar su leche se queda dormido, lo acuesto en la cunita que está en la sala y termino de servir el desayuno. – Disculpa Sophia – dice Jonathan al entrar. – No te preocupes, ven siéntate – le digo, pero lo noto un poco serio. - ¿Todo bien? – pregunto. – No fue una buena llamada – responde. – Es para un proyecto muy grande que se quedó pendiente hace unos años atrás, ha resurgido nuevamente y como di mi palabra que lo manejaría, tengo que trabajarlo – dice. – ¿Y por qué esa carita? – pregunto. – Porque es en Europa y tengo que estar allá la mayor parte del tiempo. No me quiero separar de ustedes y menos ahora que te tengo para mí después de esperar tanto – dice con mirada triste. - ¿De cuánto tiempo estamos hablando? – pregunto. – Pueden ser meses, por el momento es indefinido – responde y me angustio. Nos quedamos mirándonos en silencio por unos segundos. – Les diré que no puedo, realmente he pasado por mucho para estar así como estamos ahora y no quiero perderte – dice sin bajar su mirada. – No por favor Jonathan, si diste tu palabra tienes que cumplir. Recién tuvimos nuestra primera cita anoche, no tenemos ningún compromiso, yo no soy tan rápida – digo para hacerlo reír. – Aunque pensándolo bien, si fui rápida contigo – digo entre risa. – Yo no lo veo así hermosa, simplemente nuestros cuerpos se deseaban y no lo pudimos controlar – dice mirándome intensamente haciéndome viajar a ese maravilloso momento. – No sabes lo que esa mirada ocasiona en mi interior – digo negando con la cabeza. – Pero volviendo al tema... a mí me encantaría tenerte y disfrutarte todo el tiempo, eres divino y lo que haces conmigo me enloquece, así que yo te esperaré. Además, tampoco es que te vas a la luna, yo me puedo dar mis escapaditas para llevarte tu postre favorito – digo de forma coqueta guiñándole el ojo. – Sophia, ¿siempre le ves el lado bueno a las cosas? – dice sonriendo. – Me gusta ser feliz – digo encogiéndome de hombros. – No tienes idea lo bien que me hace sentir el escucharte decir que estas dispuesta a seguir conmigo a la distancia – dice tomando mi mano. – Jonathan, tu dejaste una marca muy profunda en mí. Han pasado tantos años y nunca pude olvidarte a pesar que me dolió muchísimo cuando pensé que me habías mentido. Desde que regresaste a mi vida me ha parecido un sueño, el cual quiero continuar viviendo contigo. Ver cómo te comportas con Sebastián me enamora más de ti, parece que eres su papá... -. – Buenos días – se escucha la voz de Anthony interrumpiéndonos. – Adelante hermano – le digo desde el comedor. – Perdón Sophia, tenemos un inconveniente y necesitamos que vengas un momento – dice un poco preocupado. - ¿Qué pasó? – pregunto rápidamente. – Toda la orden de productos llegó mal y Beth no sabe qué hacer con el pedido que tenemos que entregar hoy para la Cámara de Comercio – responde. - ¡¿Qué?! – pregunto con preocupación y me levanto rápidamente. – Ya regreso, cuiden a Sebastián – digo y me marcho.

- Sophy ¿qué hago? – dice Beth angustiada. – ¿Pero qué fue lo que llegó? – pregunto. – Todo esto que está aquí – dice señalando las cajas. – Chocolate, chocolate y más chocolate – digo abriendo las cajas. – Bueno tenemos que resolver con lo que hay, yo los llamo y les dejo saber del cambio a ver qué me dice – digo calmadamente porque ya se me está ocurriendo una idea. – Buenos días – escucho una voz conocida. Beth sale para atender al cliente mientras yo comienzo a escribir la receta de los postres que podemos hacer con los productos que nos han llegado.  – Sophia es Carolina – me avisa Beth asombrándome y le digo que la haga pasar. – Carolina ¿cómo estás? Perdona que no te llamé antes – digo al verla. – No se preocupe, regresé hoy porque necesitaba comer el Creme Brulee que probé la otra vez antes de regresarme, es delicioso - . – Ay que pena que ya te vas, justo te iba a llamar ya que necesito tu asistencia urgentemente – le digo haciendo una mueca de culpabilidad. – Si me necesita me puedo quedar más tiempo – responde rápidamente. Así que le comento lo sucedido, le enseño lo que tenemos y enseguida me dice todo lo que podemos prepararle muy parecido a la orden original del cliente. – ¡Perfecto!, ¿segura que te puedes quedar? – vuelvo a preguntar. – Lo que sea para que me dé la oportunidad de trabajar para usted – dice sonriendo. – ¿Y tienes dónde quedarte? No quiero que tengas más gastos – pregunto. – Me estoy quedando en un Bed and Breakfast no muy lejos de aquí – responde. – Te puedes quedar conmigo si deseas, aunque no sé si te incomode el llanto de mi bebé – le ofrezco. – ¿Ya nació manicito? – pregunta ya que no me ve el cuerpo porque estoy sentada detrás de una mesa. – Sí el día después del viaje – respondo riendo. – ¡Wow! – exclama sorprendida. – Le agradezco por la oferta, por ahora no quiero incomodarla... - comienza a decir, pero la interrumpo. – No me incomodarás, pero si quieres piénsalo y me dejas saber – le digo. – Muchas gracias, ahora vamos a trabajar, aunque muero por conocer al bebé, pero primero a laborar – dice haciéndonos reír.

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