Sorpresas

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Han pasado ya varios años. Mi negocio ha crecido, compré el edificio del lado y es dónde hemos abierto un delicatesen manejado por Beth y Anthony y por supuesto Amelie, mi bella sobrina quien ya tiene 3 años. Después de haberlo pensado tanto decidí hacerme una inseminación artificial. Al principio se hizo muy difícil ya que no tuve éxito con el tratamiento, pero al último intento todo salió bien y estoy con 8 meses de embarazo. Mi hermano estuvo en desaprobación conmigo, estuvo sin querer hablarme los primeros meses del tratamiento, pero al parecer, el verme frustrada y triste porque no quedaba embarazada lo hizo acercarse a mí y apoyarme. Más aún porque mi bebé es un varoncito, así que está muy emocionado por su llegada. – No te vayas Sisi – dice Amelie cuando llega el taxi. – Regreso prontito solo me voy por unos días, te traeré muchas sorpresitas – le digo y enseguida se dibuja su bella sonrisa. – Bebé ten mucho cuidado, mira que estas delicada – dice Anthony tocando mi vientre. – Es que no puedo faltar a la convención, me comprometí a ir – digo sonriendo. – Cuídate por favor – dice besando mi cabeza. – Te quiero Sisi – dice Amelie abrazándome fuertemente. – Yo te quiero más – digo dándole muchos besos en sus mejillas. Me despido de ellos con la mano cuando el taxi arranca. Estos años he tratado de no pensar en Jonathan, pero hoy no puedo evitarlo, será porque recuerdo cuando él me llevó a la convención en California.

Llego a Orlando sin ningún inconveniente, mi bebé estuvo tranquilo todo el viaje, pero ahora estamos hambrientos. – Ya vamos a comer mi amor – digo acariciando mi vientre cuando entro a mi habitación del hotel para dejar mi equipaje. Salgo rápidamente y me voy caminando a un restaurante cercano que vi cuando llegué al hotel. Aprovecho y llamo a Anthony para dejarle saber que llegamos bien y no esté preocupado, también hablo con mi princesita, me hace mucha falta. – Hola, ¿me puedo sentar con usted? la he reconocido por la foto en el panfleto de la convención – dice una joven chica de unos veintitantos años. – Por supuesto, ¿cómo te llamas? – le pregunto. – Carolina – responde sonriendo mientras se sienta. – Mucho gusto Carolina – digo estrechando mi mano. – El gusto es mío, he escuchado mucho de su repostería y delicatesen. Mi madre y tía estaban de viaje y visitaron su lugar. Siempre están hablando de lo amable que es usted y lo delicioso que son sus postres – dice haciéndome sentir orgullosa. – Que bueno que les gustó. ¿También te interesa el arte culinario? – pregunto. – Recién me gradué de la CIA y voy a hacer una demostración – responde con emoción. - ¿A qué hora? Me gustaría verte – pregunto. – Mañana a la una de la tarde – me indica. – Perfecto, mi presentación es a las nueve de la mañana, por mi estado solo me presentaré una sola vez – digo tocando mi vientre. - ¿Cuánto tiempo tiene? ¿Cinco meses? – pregunta con ternura. – Ocho, mi barriga es pequeña – digo sorprendiéndola. – Su esposo debe estar feliz – dice inocentemente, no quiero darle explicaciones solo la miro y sonrío. Nos quedamos conversando mientras comemos, es una chica muy inteligente y apasionada por cumplir sus metas. Luego nos despedimos, pero quedamos en vernos más tarde ya que se está quedando en el mismo hotel que yo.

Luego de tomar una siesta y un relajante baño de espumas, me alisto y tocan a la puerta. Al abrir es el chico de servicio con un bello arreglo de rosas, le agradezco y se marcha. – Mira manicito que bellas rosas, ¿de quién serán? - digo haciendo que se mueva. – Suerte en tu presentación mañana - leo en voz alta, pero nadie la firma. – Deberá de ser de la Asociación – digo encogiéndome de hombros, tomo mi bolso y me marcho a encontrarme con Carolina. Al encontrarnos en el lobby decidimos quedarnos en el hotel y nos vamos al área de la piscina. Como siempre mi manicito y yo estamos con hambre otra vez así que ordenamos unas tapas. – Parece que va a estar llena la convención hay mucha conmoción en toda el área – Carolina comenta. – Bastante, yo fui a un festival culinario hace unos años atrás, no tan grande como ésta, pero también había bastantes personas. De hecho, allí fue dónde conocí al chef que me ha invitado – le cuento. – Sophia – escucho esa voz que no escuchaba en años. Me volteo y ahí está, mi asistente financiero con su elegante postura sonriendo. – Jonathan – digo sorprendida, me toco mi vientre porque mi bebé comienza a moverse. Quiero levantarme y abrazarlo, pero me abstengo ya que no quiero que vea mi barriga. - ¿Cómo ha estado? – pregunto. – Muy bien, ¿y tú? – pregunta. Mi bebé está muy inquieto, debe ser por mis nervios. – Muy bien, gracias por preguntar. Mañana me presento en la convención culinarian – le explico. – Me alegra saber que te va tan bien. ¿Puedo acompañarlas? – pregunta. – Conmigo no hay problema – responde Carolina. Él me mira esperando mi respuesta – Claro – respondo, espero que no se dé cuenta de mi barriga. Le presento a Carolina y nos ponemos a conversar.

Me siento un poco incómoda porque mi manicito está muy inquieto, además que tengo deseos de ir al baño, pero no quiero levantarme. – Un gusto conocerlo, me voy porque estoy muy cansada – dice Carolina. No me dejes aquí, pienso – Nos vemos mañana, que pases bonita noche – me despido y se marcha. Miro a Jonathan y me está mirando fijamente haciéndome sonrojar. – Tan intimidante como siempre – digo haciéndolo sonreír. – Te ves más hermosa que nunca – responde haciendo que el bebé se mueva bruscamente dejándome sin aire. – Ya regreso – digo porque ya no aguanto el deseo de ir al baño. Me levanto lentamente y él se queda sorprendido al notar mi vientre. No digo nada y voy al baño. – Mi amor, ¿qué pasa que estas tan inquieto? – le pregunto a mi bebé. Me quedo unos minutos hasta que se tranquiliza y regreso a la mesa. – Por eso te ves más hermosa – dice sonriendo. – Gracias – respondo al sentarme. - ¿Quieres hablar de esa belleza? – me pregunta. - ¿Quieres saber? – pregunto. – Me intriga, aunque respeto si no me quieres decir - responde. – Pues quédese con la intriga un rato más – digo haciéndolo reír. - Mejor dígame qué le hace estar por estos lugares – digo sonriendo. - ¿Qué va a ser? Pues tú – dice sorprendiéndome. – Me encontré con el Chef Maggiano hace unas semanas atrás y me comentó que tu ibas a ser su invitada en esta convención – responde. – Jum... ¿Ya terminó el rancho? – pregunto. – Faltan alguna que otra cosita, tienes que verlo – dice con orgullo. - ¿No tiene fotos? – pregunto. – Te las puedo enviar por email, me hubiese gustado que lo vieras en persona – responde. – Sí claro, me imagino que Alanis me recibirá con los brazos muy abiertos si llego a su territorio – digo riendo. – Alanis ya no es problema, nos separamos. El problema será tu esposo – comenta. – No estoy casada – digo. - ¿Novio? – pregunta. – Tampoco, seré madre soltera – respondo, mi bebé me patea. – Ouch, manicito – digo tocando mi vientre. – ¿Estás bien? – Jonathan pregunta preocupado. – Manicito se está moviendo bastante hoy – digo con dificultad porque me deja sin aire. - ¿Puedo? – pregunta acercándose para tocar mi vientre, asiento con la cabeza. Su mano se siente caliente, parece que al bebé le gusta porque deja de moverse. - ¿Niño o niña? – pregunta sonriendo. – Varoncito – respondo. – Hola Manicito es Jonathan, tendremos una conversación de hombre a hombre – dice haciéndome reír. – Yo sé que estas ansioso por ver el rostro de tu hermosa mami, pero debes portarte bien y no moverte mucho que la dejas sin aire. Te prometo que cuando nazcas te llevaré al rancho y allí podrás brincar todo lo que quieras – dice mirando mi vientre, se ve tan tierno. – Creo que ya es tiempo de irme a descansar – miento, me quiero quedar conversando con él. – Muy bien, ¿te puedo acompañar hasta tu habitación? – pregunta. – Sí – respondo. Nos levantamos y nos marchamos. Cuando estamos en el elevador recuerdo aquella noche donde nos besamos por primera vez haciéndome sentir cosquillas en mi pecho. – Buenas noches Sophia – dice Jonathan cuando llegamos a la puerta de mi habitación. – Espero que dejes dormir a mami – dice mirando mi vientre. – Gracias, que descanse también – digo riendo. - ¿Podemos regresar al tú en vez de usted? – pregunta. – Trataré – respondo. – Hasta mañana – se despide besando mi mano.

¿Qué fue todo esto? Me pregunto al cerrar la puerta. Se separó de Alanis, pienso sonriendo. Está más guapo que antes pienso y sonrío al recordar cómo le hablaba a mi manicito. Con esos pensamientos me ducho, me pongo mi pijama y me acuesto a dormir.

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