Como él ninguno

16 2 0
                                    

- ¡Bienvenidos! – dice Jonathan cuando entramos al departamento. Está todo decorado muy hermoso. – ¿Lo hiciste tú? – pregunto sonriendo, él asiente con la cabeza. – Beth se enojó muchísimo, bueno aún más de lo que ya estaba conmigo, porque no la dejé ayudarme – dice con gesto de culpabilidad. – Esto es solo el comienzo – dice moviendo las cejas. – ¡¿Hay más?! – pregunto riendo de verlo tan emocionado. – Saquemos a Sebastián Alexis del cargador y vamos a tu habitación – responde, así que tomo a mi bebé en mis brazos y nos lleva a la habitación. - ¡Wow! – digo sorprendida al ver cómo arregló todo, mi cama combina con el bassinet, también hay una mesa hermosa para cambiar a Sebastián equipada con muchos pañales. Lo miro y nos está mirando con mucha alegría. – Gracias Jonathan – digo con ojos llorosos. – Espera que falta lo mejor, está en la cocina – dice, así que nos vamos a la cocina. – Siéntese aquí mami hermosa – dice halando la silla del comedor. – Te preparé algo muy delicioso, bueno...eso espero – dice sonriendo. - ¿Cocinaste? – pregunto riendo. – Sí y utilicé ingredientes de tu jardín – responde. Lo observo mientras acomoda la mesa y comienza a servir. - ¿Qué tienes que me fascinas? – digo mirándolo de arriba abajo, él me mira y me guiña el ojo. – Dame a Manicito para que puedas comer cómoda – dice acercándose. – Si me das un beso – respondo mirándolo. – Los que quiera – responde y me besa tiernamente. Toma a Sebastián y se sienta también a comer, mi bebé se ve tan pequeñito en sus brazos. - ¿Qué te parece? – dice cuando pruebo el primer bocado, ha hecho una pasta con vegetales y pollo. – Muy rica – digo sonriendo con la boca llena. – Seguí la receta de Teddy al pie de la letra, pero de todos modos estaba nervioso – dice sonriendo orgulloso. – Me has hecho sentir muy especial, gracias Jonathan – digo muy agradecida. – Es que lo eres hermosa, ¿verdad que sí? – le pregunta al bebé quien comienza a incomodarse porque ya le toca comer. – Ya te llevo con mami – dice levantándose de la silla para dármelo. – Que maravillosa te ves alimentando a tu hijo – dice cuando se vuelve a sentar. – Lo que siento es una sensación indescriptible, me siento mujer nuevamente – digo acariciando la manita de Sebastián. - ¡Y que mujer! – dice él haciéndome reír. – Mañana tengo que regresar a California hermosa – dice un poco apenado. – No te preocupes, tú tienes tus asuntos que atender – digo, pero en el fondo sí me he preguntado cómo vamos a hacer si él viaja tanto. – Nunca te aclaré lo de mis tantos viajes. En realidad, no hay necesidad de que esté viajando todo el tiempo, viajaba por la situación en la que estaba, mientras menos tiempo pasara al lado de Alanis se me hacía menos difícil. Para trabajar solo necesito mi computadora y mi teléfono – dice encogiéndose de hombros. – Lo que sí quiero que pienses, y tal vez sea muy apresurado, es que me gustaría llevarlos a vivir conmigo al rancho – dice con cuidado. – Un paso a la vez, ni siquiera hemos tenido nuestra primera cita – respondo riendo para esconder mi preocupación. Yo no puedo vivir en California, si mi negocio está aquí, pero no quiero pensar en nada que me preocupe mientras alimento a mi bebé. – Entonces ¿qué te parece si tenemos nuestra primera cita esta noche? – pregunta haciéndome reír. - ¿Estás loco? Mírame estoy toda hinchada, acabada de dar a luz, y por nada del mundo me voy a separar de Sebastián – respondo riendo. – Para mí te ves muy sexy, y no tienes que separarte de Sebastián. Te invito a una velada romántica a la luz de las estrellas en una terraza muy hermosa que queda como a unos 100 pasos de dónde estamos sentados en este momento – responde sonriendo muy sensual. – ¿Aceptas? – pregunta. – Acepto – respondo con emoción. – Perfecto, entonces luego de recoger y limpiar todo tengo que hacer unas diligencias así ustedes dos descansan y vengo por ti a las siete – dice levantándose de la silla. – ¿Vienes por mí? ¿Y no te estas quedando aquí? – pregunto riendo. – No, me estoy quedando en un hotel. No me sentía cómodo quedándome aquí si tu no estabas – responde. – Esta es tu casa cuando desees – le digo. – Lo tendré en consideración – dice sonriendo. Terminamos de comer y me voy a mi habitación con Sebastián ya que no me deja ayudarlo.

Dime la VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora